Mientras en el país se debate qué hacer con las PASO, y principalmente cuando, aquí en Salta, como en esas promociones que en letras grandes prometen felicidad eterna, pero que en la letra chica, escondida detrás de un asterisco, limitan esa eternidad a una semana, las letras grandes dicen que habrá elecciones el 4 de julio, pero el asterisco aclara que “sujetas a las condiciones epidemiológicas de ese día”.

Esta semana la cantidad de casos de contagios volvió a superar las tres cifras, y ayer pegó un pico de 140 positivos, que justifican la suspensión de cualquier actividad carnavalera y pone en riesgo el esperado arranque de clases el 1 de marzo.

Si la votación de este año se hace en medio de una situación de riesgo para la salud, podría marcar un récord de ausentismo. Las elecciones legislativas generalmente son poco convocantes, si a esto se suma a los exceptuados habituales, más los que tienen ese status por la pandemia y a los que decidan de motu propio no ir, es probable que el lunes 5 de julio no se hable de quién ganó o perdió, sino de cuántos no concurrieron a votar.

Pero suponiendo que todo va bien, que la campaña se puede hacer, más allá de algunos bemoles como la imposibilidad de actos masivos o caminatas, y que el 4 de julio se pueda votar sin riesgos de que haya una situación de contagio masivo, ese día los partidos podrán cotejar los frutos de una elección en la que las listas se armaron en base de roscas y encuestas.

Estas últimas semanas sirvieron para que se empiecen a acomodar los frentes, y en las primeras reuniones de los referentes de cada partido, coinciden en que evitar la dispersión de candidatos en varias boletas es la clave para hacer una buena elección que se traduzca en bancas en la legislatura y en los concejos deliberante.

En ese contexto, la posibilidad de armar una lista única en todas las categorías se convirtió en el Santo Grial de los frentes, porque ninguno parecería alcanzar eso.

Todo como antes

Ayer el Partido Justicialista aplicó la frase “cambiar todo, para que nada cambie”, y tal como lo venían adelantando los nuevos gurúes de la calle Zuviría al 900 todo el poder de decisión para las elecciones pasará por la Comisión de Acción Política. Hasta hace un año la CAP constituía el principal foco de la ira de los refundadores del PJ versión 2020, porque sostenían que era un atropello a la democracia partidaria que un organismo tan chico decida en un partido tan grande.

Pero la omnipresente excusa de la pandemia encajó como anillo al dedo, y en base a ella aseguran que excepcionalmente, "por esta vecita sola", el compañero que quiera ocupar un lugar en la lista deberá contar antes con la bendición de Pablo Outes.

Lo único que se salió del libreto escrito para el congreso virtual de ayer, fue el portazo de Pablo Kosiner, que finalmente se cansó de ser un presidente que no presidia y al que además lo sospechaban de conspirador. De esta manera, partió el último resabio que quedaba de la era urtubeicista en la conducción del PJ, con la debida aclaración de que tooooooodos los que hoy dicen renovar al justicialismo fueron en algún momento de su vida militantes, compañeros de boleta, legisladores, intendentes o funcionario de Urtubey.

Ahora queda por descubrir cuál será el lugar que ocupará el PJ en el frente saencista, aunque seguramente compartirá espacio con los partidos filo peronistas como el Frente Salteño, más Libres del Sur y capaz el Frente Plural. Cualquier similitud con los frentes que armaba Urtubey ¿es pura coincidencia?

De ese sublema A del saencismo, se espera que en la capital tenga un candidato a senador, por lo menos dos listas de diputados, y entre tres y cuatro de concejal.

En tanto el sublema B de Sáenz, juntaría a los partidos históricos de derecha que acompañaron al gobernador desde su llegada a la intendencia con el frente macrista “Un cambio para Salta”, el cual mezclaba bastante del PRO, un poco del viejo PRS, algunos peronistas ocasionales, los radicales y el romerismo.

Aquí también repetirían la estructura piramidal capitalina del otro sublema, lo que dejaría al saencismo en Salta con dos candidatos a senador, por lo menos cuatro listas de diputados, y ocho de concejales.

Más allá de que el oficialismo rankea alto y, salvo un hecho inesperado, va camino a hacer una buena elección. Pero las aspiraciones de Gustavo Sáenz de ser una especie de Aleph de la política que puede contener bajo su ala al PRO, a la Cámpora y a cuanto partido o espacio haya entre esos dos extremos, lo obliga a la dispersión de sus candidatos en varias listas.

De esta manera al Frente de Todos se le presenta una chance de oro si logra armar una lista única en todas las categorías, pero para ello deberá hacer un arduo trabajo de ingeniería que congenie las aspiraciones de los ocho partidos que por ahora lo componen, algo que parece poco probable pero que igualmente se lo pusieron como tarea.

El FdT sabe que con una elección buena se puede plantar como verdadero contrapeso del gobierno, ya que por ejemplo podría asegurarse el poder de bloquear las votaciones en las que se necesitan los dos tercios en la Legislatura, evitando que el Poder legislativo se convierta en una escribanía.

Un porteño suelto en Salta

Por otro lado el senador nacional Juan Carlos Romero fuma al costado de camino mientras todo pasa, viendo cuáles serán las cartas que jugará con su sector en julio, que serían: o se suma en la caravana saencista o va por su lado llevando la franquicia oficial de Cambiemos, como en las nacionales de hace dos años.

Este viernes el Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, se puso el traje de nuevo referente nacional fuerte del PRO y apareció por estos lares. Eso sí, hasta entrada la noche lo único que había podido conocer el mandamás porteño en Salta eran a personas de apellido Romero, que como los pirpintos que invaden la provincia, se le aparecían en cada lugar al que iba.

A la mañana lo recibió Sergio Romero que le hizo un tour guiado por la redacción del diario El Tribuno. Al mediodía fue el turno de la intendenta Bettina Romero, con quien firmó un par de esos convenios de protocolos que jamás encuentran aplicación en la práctica.

Y a la hora del almuerzo fue recibido por Juan Carlos Romero, con el que no tenía nada para firmar pero sí mucho para hablar. Recién por la noche cortó con la sobredosis de Romeros, en la cena organizada por Gustavo Sáenz en la residencia de Las Costas, de la que se filtró una foto en la que Larreta tiene sentado muy sonrientes al gobernador a su izquierda y a Martín Grande a la derecha, quienes venían distanciados en los últimos meses y que parece se amigaron.

Con un PRO intervenido en la provincia, los resultados de esta serie de reuniones del referente de Cambiemos serán visibles en las próximas semanas cuando las alianzas electorales ya empiecen a dibujarse con un lápiz más fino.

Un dato llamativo de la visita de Rodríguez Larreta es que hace pocas semanas atrás circuló una encuesta nacional en la que el porteño no solamente tenía imagen positiva en Salta, sino que además ostentaba un sorprendente alto nivel de conocimiento entre los salteños. Creer o reventar, o no tanto, la capital salteña se caracteriza por votar siempre muy parecido a la ciudad de Buenos Aires. 

Lo vintage y lo moderno

Mientras en el gabinete provincial murmullan, advierten, adelantan, desmienten y gritan cambios, hasta ahora, salvo en Salud, siguen los mismos que juraron hace poco más de un año.

Por el contrario en la municipalidad de Salta ya hicieron más rotaciones y cambios que en un partido de voley. Ahora Bettina a la hora de gobernar dejó acabadas muestras que no le esquiva a lo vintage para completar su gabinete. 

Eyectado un clásico como César "Oveja" Álvarez, que en los meses que estuvo nunca le encontró la vuelta a un Concejo Deliberante que sesionó sin concejales en el recinto, ni a ediles como Cande Correa o José García, la intendenta recurrió a José Luis Napoleón Gambetta, hombre de larga trayectoria en varios cargos públicos, y le encargó la misión de que la ayude con la parte política. 

Su primera tarea será la de parar un paro (valga la redundancia) de municipales organizado por Pedro Serrudo y que sorpresivamente aún no tiene una conciliación obligatoria dictada. 

Una de las hipótesis es que desde un sector del municipio, enojados por los desplazamientos, quieren hacerlo debutar a Gambetta con un paro, pero que a esta altura quieran probar la temple de flamante funcionario que ocupó un cargo parecido en la época de Miguel Isa, suena a inverosímil. 

En tanto la otra teoría apunta a que el Ejecutivo apuesta a un fracaso de la medida de fuerza por la falta de adhesión, que dejaría expuesto al gremialista y a sus mentores entre las sombras. En 24 horas se tendrá el resultado de esta contienda.

Por otro lado, Sáenz va camino a convertirse en el tercer gobernador desde la vuelta de la democracia que reforma la Constitución Salteña, y el primero que no es de apellido Romero. Más allá de algunos detalles y contrapuntos no parece que las modificaciones propuestas generen grandes resistencias.

Igualmente desde la oposición adelantaron que intentarán meter la mayor cantidad de convencionales para evitar algunas avivadas en las cláusulas transitorias, como por ejemplo considerar como primer período de mandato, recién el que arranca en el 2023.

Igualmente si ve el ejemplo de sus dos antecesores, Sáenz ya habrá notado que doce años de gobierno dejan una imagen desgastada, de caída libre en los dos últimos años, que después cuesta un tiempo largo revitalizar. Así que reforma constitucional allá vamos.