Robert Lewandowski apareció poco en la final del Mundial de Clubes, pero fue suficiente para darle al Bayern Munich la victoria sobre Tigres por 1 a 0: el histórico goleador protagonizó la jugada del único gol del encuentro, maniobra que convocó al VAR e igualmente dejó polémica, pero que finalmente consagró a los alemanes en Doha y les permitió concretar su propia hazaña. Sumado a la obtención de la Bundesliga, la Copa y Supercopa de su país y la Champions League y la Supercopa Europea, el elenco de Hans Flick alcanzó así la máxima de seis títulos en la misma temporada, logro que en 2010 había alcanzado ni más ni menos que el Barcelona de Pep Guardiola.

Los campeones europeos arrancaron su labor sin extrañar al histórico goleador Thomas Müller, quien unas horas antes se quedó afuera de la final por dar positivo de coronavirus. El primer gran susto para el elenco de la Concacaf llegó a los 18 minutos, con un gol de Joshua Kimmich que el árbitro uruguayo Esteban Ostojich invalidó tras consultar al VAR, por offside de Lewandowski.

Pero el destino volvió a insistir con una escena similar en la segunda parte y sus mismos protagonistas: el VAR y el atacante polaco. Fue en pleno asedio alemán de la valla defendida por el Patón Guzmán, ya con el central Niklas Süle como último hombre parado en el círculo central y luego del aviso más peligroso del Bayern, un zurdazo que Leroy Sané impactó en el ángulo derecho del arco del argentino.

A los 58 minutos, tras un centro de Kimmich, Lewandowski le ganó en el aire a Guzmán y bajó la pelota para que el francés Benjamin Pavard marcara su gol delante del arco vacío. Inmediatamente, Ostojich marcó offside del polaco, pero luego fue llamado por el VAR y siguiendo sus directivas (sin acercarse a ver la jugada), dio al delantero por habilitado y convalidó el 1-0. A la finísima jugada del offside, se le sumó simultáneamente otra cuestión: Lewandowski, en su veloz anticipo, pareció tocar la pelota con la mano, maniobra que el equipo a cargo del sistema tecnológico aparentemente pasó por alto cuando observó las imágenes para avalar el gol.

La polémica intervención del VAR dejó un gusto algo amargo en la victoria que le permitió su soñado y merecido sexteto de títulos al Bayern Munich, el poderoso titán al que le costó más de lo esperado zafarse del bloque defensivo que Tigres plantó en Doha y ejecutó con dignidad. Y sin embargo, queda la dicha que no se debiera minimizar: esa de ver jugar a este Bayern Munich, que una y otra vez demuestra que está entre los grandes equipos de la historia y ofrece un juego generoso, de esos que invitan a ver fútbol si se quiere disfrutar.