La semana pasada el precio del bitcoin volvió a romper records al ubicarse por encima de los 48 mil dólares. El furor por la criptomoneda no se detiene y grandes empresas comenzaron a entrar en el juego. Lo que generó más euforia en los últimos días fue la compra de 1500 millones de dólares en bitcoin del fabricante de autos eléctricos Tesla.

El dueño de la empresa Elon Musk es uno de los multimillonarios más provocadores de Occidente. En los últimos meses había empezado a evaluar la tecnología de la moneda digital y decidió finalmente hacer la compra. A su vez Tesla permitirá en los próximos meses que el bitcoin pueda ser un medio de pago para sus automóviles.

En Wall Street los rumores de ingreso de grandes fondos institucionales a este activo y empresas del tamaño de Apple se repiten cada vez con más fuerza. Pero la novedad más potente fue el anuncio hace cuatro días del Bank of New York Mellon sobre el lanzamiento de una nueva unidad de negocios dedicada a la custodia de bitcoin.

Tarjeta

Esta notica fue otro catalizador de la suba de la criptomoneda la semana pasada porque llega de parte del banco más antiguo de Estados Unidos. Tiene un peso reputacional diferente a la decisión de un multimillonario como Musk que se encuentra acostumbrado a hacer declaraciones y jugadas de riesgo para sobresaltar al establishment financiero estadounidense.

Entre las novedades institucionales con las criptomonedas hubo un tercer anuncio que llamó la atención y despertó el interés del mercado. Mastercard publicó un extenso comunicado para explicar su decisión de empezar a incorporar algunas monedas digitales a su red de procesamiento de pagos.

La estrategia es que se permitirá vincular directamente el plástico a una cuenta con criptoactivos en lugar de a una cuenta bancaria tradicional. Esto evita la necesidad de un intermediario en la cadena del pago con la tarjeta que -como ocurre actualmente- se encarga de pasar el criptoactivo a una moneda convencional para permitir que ocurra la transacción.

El bitcoin empieza a ganar respaldo en las instituciones tradicionales, su precio aumenta a pasos acelerados debido al furor de compras y muchos analistas aseguran que a partir de ahora la tendencia es imparable. Sin embargo no todos son optimistas. A medida que el protagonismo de las criptomonedas aumentan se refuerzan también las críticas.

Crítica

Uno de los economistas que mantiene una posición inflexible con la moneda digital es Nouriel Roubini. El consultor tomó dimensión internacional cuando adelantó la crisis financiera de 2008 y ahora plantea que el valor del bitcoin es literalmente cero.

En una columna en el Financial Times plantea argumentos duros contra la criptomoneda en la que indica que es una inmensa burbuja especulativa. Menciona que no sirve como instrumento de pago y en tono irónico afirma que hasta los picapiedras tenían un sistema más sofisticado.

Los argumentos apuntan incluso contra el corazón del bitcoin que es la descentralización. Roubini indica que los mineros oligopolistas controlan la red y que el 99 por ciento de las transacciones se hace utilizando como intermediarios a plataformas centralizadas.

La frase más fuerte de Roubini tiene que ver con el gasto excesivo de energía que requiere la cadena de bloques de bitcoin para funcionar. “Dado que el valor fundamental de bitcoin es cero y sería negativo si se aplicara un impuesto al carbono adecuado a su producción masiva y contaminante que acapara la energía, estimo que la burbuja actual eventualmente terminará en otra quiebra”. 

Es evidente la crítica sobre que el gasto de energía no es un punto para pasar por alto. En la Universidad de Cambridge tiene un índice de consumo de energía por países. Incluyeron el gasto que requiere bitcoin para funcionar. Los números son impactante. Supera al de economías como Holanda y muestra una de las principales inconsistencias del sistema.