En 1999, cuando tenía catorce años, Olly Alexander se encerraba en la habitación de la casa de su mejor amiga en Harrogate, en el norte de Inglaterra, para ver a escondidas los capítulos de Queer as Folk, la primera serie mainstream sobre la vida gay que cambió la manera de representar lo queer en el Reino Unido. Esa fue la primera vez que vio a dos hombres teniendo sexo, pasándola bien y llevando una vida plena. “Me di cuenta unos años después de todo lo que esa serie hizo para darle forma a mi propia experiencia como hombre gay y como parte de una comunidad”, dijo Olly este año, cuando se dio el gusto de trabajar en una serie creada por la misma persona que aquella que tanto lo marcó.

Es que Olly Alexander, inglés, de treinta años, conocido como el frontman de la banda pop Years and Years, es Ritchie, el aspirante a actor que narra y protagoniza It's a Sin. La serie está escrita por el mismo autor de Queer As Folk, A Very English Scandal y la miniserie Years and Years, esa distopía que se adelantó a los tiempos que estamos viviendo allá por 2019 y que lleva el mismo nombre que la banda de Alexander. Este autor es nada más y nada menos que Russell T. Davies, galés, de cincuenta y siete años y considerado el escritor de televisión gay más importante de Gran Bretaña.

En apenas cinco episodios de cuarenta y cinco minutos cada uno, el autor se las ingenia para condensar diez años de la vida gay británica bajo el thatcherismo y la amenaza del VIH sida. Desde la premisa de la serie sabemos que vamos a llorar y sabemos que hay personajes que van a morir. Sin embargo, no todo es lo que parece: lejos de golpes bajos, lo que hace Davies es contar las historias de estos personajes que pertenecen a su generación. Sus ganas de ser libres, de alejarse de los padres, de descubrir su sexualidad, de ser felices. “Quise crear personajes que el público ame para que, cuando se vayan, los extrañen igual que nosotros extrañamos a las personas que perdimos”, le dijo Davies al New York Times.

En los primeros nueve días desde su estreno, la serie alcanzó el récord de audiencia de la plataforma online de Channel 4 desde que fue lanzada en 2006. Ya la vieron seis millones y medio de personas y el número crece día a día. Como hoy en día la televisión se ve en vivo, on demand y por las redes, también hay un fenómeno de militancia 2.0 que viene de la mano del programa. Olly Alexander y sus compañeros de elenco comparten en las redes placas y videos acerca de los tratamientos actuales contra el HIV, suben números de teléfonos, cifras y páginas web con información que puede complementar a la historia de ficción.

LÁGRIMAS Y LUCHA

La historia de It's a Sin, que empieza en 1981 y termina en 1991, se centra en la vida de Ritchie, un chico de 18 años que llega a la capital británica desde lejos, más precisamente desde la Isla de Wight, un pequeño archipiélago que queda sobre el Canal de la Mancha que separa a Francia de Gran Bretaña. Criado en una familia conservadora, se muda a la gran ciudad con la idea de estudiar Derecho, como querían sus padres. Lejos del yugo familiar, enseguida se pasa a Actuación, con la ambición de convertirse en un actor famoso que protagonice obras en el West End.

Este chico de pueblo conoce enseguida a otros que están en una situación similar: Colin, oriundo de Gales y muy tímido; Roscoe, hijo de nigerianos y criado en un ambiente muy religioso; Ash, de familia india; y Jill, la amiga hetero, la aliada, que a veces oficia de cupido y otras tantas de madre. Los cinco se mudan a una casa que Ritchie y Jill consiguen comprar con sus primeros trabajos, algo inimaginable en la Londres de hoy, y a la que denominan Pink Palace, el Palacio Rosa. En este lugar, van a hacer fiestas, van a presentar algunos espectáculos para un grupo reducido de amigues y, sobre todo, van a pasar a la adultez en un clima de camaradería.

El título de It's a Sin es una forma de homenajear a los Pet Shop Boys, de los primeros artistas mainstream en salir del closet, y porque hace referencia al sentimiento de humillación con que se pensaba y abordaba al virus. Había médicos que se negaban a investigar sobre el tema, había leyes que penaban “la promoción de la homosexualidad” en las escuelas, hubo algunos pacientes que fueron encerrados contra su voluntad. Y todo con el ruido de fondo de que se trataba de un cáncer gay, una peste rosa, de que “algo habrían hecho” para merecerlo.

Los ochenta se pueden escuchar en cada uno de los capítulos: Joy Division, Erasure, Eurythmics, Bronski Beat, aparecen en algunas escenas y de manera más significativa en los títulos que cierran cada capítulo. Sin spoilear: después de ver la serie, nunca van a volver a escuchar Gloria, de Laura Branigan, de la misma manera en que lo hicieron hasta ahora.

PALACIO ROSA

Esta es la primera vez en que Davies escribe de manera central sobre este HIV y sobre los 80. “Creo que tuve que esperar hasta este momento para encontrar lo que quería decir”, dijo en una columna para The Observer al hablar de lo que sentía como una deuda pendiente. A diferencia de otros libros y películas que se han inspirado en esa tragedia, Davies no busca reconstruir la historia de los activistas y los militantes más importantes o emblemáticos, hace lo que mejor sabe hacer: elegir microhistorias, de gente de a pie, para pintar una película más amplia. Además de hacer trabajo de investigación y archivo, Davies hizo un viaje en el tiempo, como el célebre personaje de Doctor Who que resucitó hace unos años para la BBC. El hecho de haber sido joven en los 80 y de haber perdido a amigues, amantes y conocides durante esos años lo motivó a escribir esta serie como una manera de honrar su memoria y de poner en contexto esa década con la lucidez que sólo se consigue con el paso de los años. 

El personaje de Jill Baxter, el hada madrina de la historia, está inspirado en su amiga Jill Nalder. La Jill de la vida real, que hace un cameo en la serie como la madre de la Jill de ficción, era una actriz que vivía con un grupo de amigos gays en una casa comunal a la que llamaron Pink Palace. Russell conocía a Jill desde la infancia compartida en Swansea, y muchos fines de semana de su primera juventud se tomaba el tren desde Oxford, donde estudiaba Inglés, hasta Londres, para participar de las fiestas del Palace. Allí había presentaciones de drag queens, recitales improvisados, muchos chicos y mucho más alcohol. Todavía mareado, Russell se tomaba el tren de regreso a Oxford con historias que contarles a sus amigues.

It 's a Sin se escribió en 2019 y se rodó en enero de 2020, poco antes de la pandemia que trastocó nuestras vidas desde marzo. Viendo la serie hoy, es imposible no trazar un paralelismo entre lo que pasó en esos años y lo que estamos viviendo.”Si tuviéramos chicos heterosexuales muriendo en esta cantidad, el mundo se habría detenido”, dice por ejemplo la madre de uno de los personajes, pasmada ante la falta de información y de acción por parte de los gobiernos y los laboratorios mientras su hijo padecía en un hospital.

Consolidado como un guionista que cuenta lo queer desde distintos ángulos, Russell T. Davies repasa los avances obtenidos en los últimos años (en relación a los tratamientos para el HIV, en relación a los derechos civiles, al avance de la visibilidad) y al mismo tiempo advierte que no podemos relajarnos. “Con cada programa gay que escribo, me convenzo más y más de que los derechos que tenemos son un papel muy delgado que podríamos perder en cualquier momento. Así que no me digan que me relaje en ninguna ley o ninguna libertad que tenemos. Debemos estar alertas todo el tiempo”. Que así sea.

It 's a Sin es una coproducción entre Channel 4 de Reino Unido y HBO de Estados Unidos.