“Ursula nos está viendo. Está viendo esta tremenda cantidad de gente. Nunca pensé que iba a tener que estar acá por mi hija. Hasta la sentencia no vamos a parar”, expresó Patricia Nasutti, la mamá de Ursula Bahillo, en medio de una multitud reunida frente a los Tribunales porteños en reclamo de justicia por el crimen de la adolescente y de políticas públicas para hacer frente a la violencia de género. Patricia llegó alrededor de las 18.30 junto a Adolfo, el papá de la víctima. "Le prometí a mi hija, abrazada a su cajón, después de que haya sido apuñalada y degollada por este femicidio de este policía de la provincia de Buenos Aires, que le iba a hacer justicia para que ella sea referente de todas ustedes, chicas, que están luchando", agregó Nasutti.

Un rato antes de la movilización los padres de Ursula estuvieron reunidos con el presidente Alberto Fernández. "Alberto, les guste o no -me saco la bandera política-, es un gran ser humano y se comprometió con nosotros para bastantes cambios. Ya lo van a saber, lo van a ir palpando, viendo", anunció la mujer. Contó que el Presidente le había preguntado si podía ir a su casa como había ido "el ministro (Sergio) Berni". “Estuvo a disposición en todo lo que necesitábamos”, señaló, y agregó que la llamó el Papa Francisco, quien está siguiendo la causa "todos los días". A Ursula la llamó “santa”; también “mártir”. 

Mientras la única oradora de la manifestación caminaba seguía respondiendo  preguntas de la prensa. En un momento se le cruzó una joven, llorando. Le dio un abrazo desesperado. "Yo traía a Ursula a ver a Rombai (a Buenos Aires) y se juntaban", la presentó. Las trabajadoras de la cooperativa Madygraf le entregaron un pañuelo y también la abrazaron.

El rabioso reclamo -que se replicó en otros puntos del país- se efectuó con banderas que se extendían a lo largo de Talcahuano, bombos, redoblantes y cánticos. Con muchísimos carteles escritos a mano y leyendas como “quiero vivir sin miedo", "reforma judicial feminista" y "a mí me cuidan las pibas". También con pasacalles, por ejemplo los de La Poderosa. Se veían muchos familiares y amigos de otras víctimas de femicidios y múltiples organizaciones sociales, sindicales, políticas y feministas que habían llegado en micros desde distintos barrios de AMBA

Plaza Lavalle también estaba ocupada por los manifestantes e intervenida. En los bustos habían pegado fotos y carteles en torno a violadores sueltos y fiscales cómplices. En una performance, más de una docena de jóvenes se recostó desnuda, cubierta con plásticos, frente al Palacio de Tribunales. De esta manera representó a las víctimas. Los senderos de cemento que cruzan la plaza se poblaron de leyendas en aerosol (“policía cómplice”, “yuta asesina”). Un grupo de manifestantes pintó siluetas para recordar a mujeres y disidencias muertxs desde que comenzó el año. En la concentración se vendían hamburguesas y helados; tapabocas y pañuelos verdes, violetas y naranjas. Pañuelos había también con un dibujo del rostro de Ursula.

La marcha convocada por Ni Una Menos coincidía en el espacio con un acampe de familiares de detenidos de distintas cárceles que pedían por derechos. "Nos coparon la plaza", deslizó Julia, quien estaba allí por su hijo y su sobrino. "Pero yo no defiendo a violines ni femicidas, sino a jóvenes con causas armadas", aclaró.

Entre los presentes estaba el papá de Natalia Melmann, Gustavo. Llevaba una foto de su hija --secuestrada, violada y asesinada por policías locales en 2001, en Miramar-- colgada del cuello. "La comunidad feminista plantea un alerta nuevamente. No se puede seguir con más de 40 mujeres asesinadas en lo que va del año, y menos en manos de agentes de fuerzas de seguridad. Y menos después de tantas denuncias realizadas. Se tienen que tomar más medidas territoriales que lleguen hasta el domicilio de la persona que sufre violencia. Hay un gran cambio en cuanto al crecimiento de la lucha en los últimos cinco años, pero no hay respuesta del Estado ni de la Justicia. Las mujeres cada vez que denuncian firman su sentencia de muerte", analizó el hombre. "Después de 20 años no todos los que participaron de la muerte de mi hija están presos. Las historias se repiten. Las fuerzas de seguridad no son juzgadas como corresponde", concluyó.

También marchaba Reina González, mamá de Araceli Ramos, asesinada en 2013 por un exprefecto. El se encuentra detenido, pero "en pabellón de evangelistas, con privilegios, por ser ex de la fuerza". Araceli había ido a buscar trabajo y terminó muerta, por eso Reina estaba muy movilizada por la reciente noticia de la violación en Once. "Para que el juicio avanzara tuvimos que vender la casa. Quedamos en situación de calle. El Estado ausente, como siempre. No soy de ir a marchas, pero lo de Ursula me llegó demasiado al fondo... como decir, basta, ya está", manifestó. 

"Hacés la denuncia y se te burlan. A mí me pasó. En el juicio los del Servicio se me burlaban en la cara. Mi otra hija tenía 12 años en el tiempo que pasó lo de la hermana. Los psicólogos los pagué yo. La tenés que remar solo", cuestionó Reina, empleada doméstica. "Estoy de pie pero no porque quiero: tengo una hija de 12 años. Hace cuatro años que no voy al cementerio. No entregué el certificado de defunción. No entiendo todavía por qué murió mi hija. Muchas veces intenté quitarme la vida." Mónica, madre de Aracelli Fulles, otra joven asesinada, exigió "una reforma judicial". "Va a hacer cuatro años del femicidio de mi hija y están todos sueltos. Tienen que dejar de matar a nuestras hijas", sentenció.

De la marcha participaron Movimiento Sur, Las Rojas, Unidas y la Izquierda, el Movimiento Evita, el Movimiento de Trabajadores Excluidos, Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa, La Poderosa, la CTA, ATE, el Frente Popular Darío Santillán, Mumalá, Nuevo Encuentro, Kolina, Unidos y Organizados y el Movimiento Popular La Dignidad, entre otras organizaciones. Además, se veían muchas jóvenes "sueltas".

"Ya no podemos luchar solas. Es momento de que los hombres recapaciten, que se cuestionen sus costumbres, porque los que nos matan son ellos. Hay 6 mil efectivos denunciados por violencia de género sólo en la Bonaerense. Acá (en la marcha) hay muchos hombres. Espero que estén por una causa", planteó Cecilia Bianchimano (23), estudiante de Geografía, de Villa Martelli. "Estamos cansadas de tener miedo", repetían las jóvenes, quienes además resaltaban que "ninguno de los mecanismos (del Estado) que debía cuidar a Ursula" la protegió. 

En lo que va de 2021, el observatorio Ahora Que Sí Nos Ven registró 43 femicidios: uno cada 26 horas. En seis casos los agresores pertenecían a fuerzas de seguridad (cuatro policías, dos militares). El observatorio de Mujeres de la Matria Latinoamericana detectó 38, de los cuales el 12 por ciento fue perpetrado por uniformados o ex uniformados. Ese fue uno de los ejes de la convocatoria de Ni Una Menos. La problemática se registra en uno de cada cinco femicidios. La idea de marchar surgió luego del crimen de Ursula. En los últimos días fueron asesinadas más mujeres: Mirna Palma, docente formoseña de 44 años --la mató un policía retirado--, y Silvia Rojas y Silvana Natalia, en Santiago del Estero. Asimismo, permanece desaparecida Ivana Módica en La Falda, hace ya siete días. Su pareja, Javier Galván, piloto de la fuerza aérea provincial, es el principal sospechoso.

Tras el encuentro con Nasutti, Fernández convocó a los gobernadores de todo el país, mediante una carta, a "llevar adelante las medidas y las transformaciones que son necesarias" para "construir una Argentina unida contra las violencias de género". En el mensaje, mencionó la creación del Consejo Federal para el Abordaje de Femicidios, Travesticidios y Transfemicidios, anunciada el fin de semana. El Colectivo de Mujeres y Disidencias Autoconvocadas envió este miércoles al mandatario una carta en la que advirtió, a casi seis años del surgimiento del movimiento Ni Una Menos: "No podemos tolerar ni una muerte más de mujeres e identidades feminizadas". En sintonía con la manifestación, las críticas apuntaron, sobre todo, al sistema de justicia, que "ha demostrado desentenderse del problema, descreer de la palabra de las víctimas, minimizar sus denuncias, desatender sus pedidos de ayuda y protección". El Colectivo pidió la declaración de la emergencia nacional; coordinación entre el Poder Judicial, fuerzas de seguridad y municipios; y un sistema de alerta temprana que reúna las denuncias; entre otras cosas. En la movilización, la mamá de Ursula definió al caso como "un antes y un después" para el feminismo.