Estados Unidos extraditó hoy a Alemania a un exguardia de un campo de concentración nazi, informó el Departamento de Justicia. Se trata de Friedrich Karl Berger, de 95 años, que este sábado llegó al aeropuerto de Frankfurt en un avión de transporte médico.

Berger fue entregado a la Oficina Regional de Investigación Criminal para que lo interrogue la Fiscalía en la ciudad de Celle, que lo acusa de complicidad en el asesinato de prisioneros. Según las autoridades estadounidenses, Berger confesó haber vigilado a prisioneros como guardia en un centro ubicado en Meppen, estado de Baja Sajonia, que dependía del campo de concentración de Neuengamme, en Hamburgo.

Hasta ahora el antiguo guardia vivía en el estado de Tennessee, en Estados Unidos. En febrero del año pasado un juez estadounidense había ordenado su expulsión y en noviembre le fue rechazada una apelación.

"La deportación de Berger demuestra el compromiso del Departamento de Justicia y de las autoridades de asegurarse de que Estados Unidos no es un sitio seguro para quienes participaron de crímenes nazis contra la humanidad y otros abusos a los derechos humanos", aseguró el fiscal general interino Monty Wilkinson.

La sentencia de febrero estableció que en esa dependencia del campo de concentración estuvieron detenidos, entre otros, judíos, polacos, rusos, daneses, holandeses, franceses y prisioneros políticos. Los prisioneros permanecieron confinados en el invierno de 1945 en condiciones "terribles" y tuvieron que trabajar "hasta el agotamiento y la muerte". La información añade que unos 70 prisioneros murieron "en condiciones inhumanas".

Según el semanario alemán Der Spiegel, Berger se trasladó en 1959 a Tennessee y permaneció allí durante muchos años sin ser reconocido. Al parecer, los investigadores dieron con él cuando se encontraron documentos de la época nazi en un barco hundido en el mar Báltico. 

En septiembre de 2020 la Fiscalía de Celle inició investigaciones sobre Berger, que se suspendieron en diciembre "por falta de sospecha", dado que, se argumentó entonces, la admisión de haber vigilado a prisioneros no alcanzaba como prueba. Se sumó que las investigaciones no vinculaban al hombre "con una acción concreta de asesinato", por lo que aún no es seguro que pueda ser sometido a juicio.