De cara al inicio de clases, que en gran parte del país está pautado para el 1 de marzo --aunque algunas jurisdicciones como la Ciudad de Buenos Aires tuvieron un comienzo temprano este 17 de febrero--, especialistas en salud mental infantil señalaron la necesidad de acompañar los protocolos sanitarios con un "protocolo emocional" que permita trabajar con los miedos de alumnes, docentes y familias tras casi un año de confinamiento.

Este "protocolo emocional", subrayaron los expertos y expertas, es necesario para que esos miedos "no interrumpan los procesos de aprendizajes" ni entorpezcan "el reencuentro y la resocialización de los alumnos", quienes durante el último tiempo "pasaron muchas horas al día frente a una pantalla con hábitos y rutinas muy distintos".

Durante el aislamiento decretado por el Gobierno Nacional durante 2020 para proteger la salud en un contexto de pandemia, señala un estudio efectuado a mediados del año pasado por Unicef, el Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco) y el gobierno porteño, se incrementó la irritabilidad en niños y niñas, quienes se volvieron muy dependientes de sus familias y "expresaron su temor de contactarse con los demás". En les adolescentes, por su parte, prevalecieron las sensaciones de desánimo, baja confianza en el futuro y decaimiento afectivo.

"Muchas de las emociones que van a estar dando vueltas en la escuela no están relacionadas al contagio, sino al miedo social. Se instaló el cuidado desde el miedo, eso es lo que hay que regular", explicó Marilina Rotger, profesora y especialista en neuroeducación. Para enfrentarlo, indicó, hay "que hablar en las escuelas de ese miedo para darse cuenta que ese miedo al contagio, a contagiar a mis padres o a no encontrar a mis compañeros, quizás no sea tan real si se aplican los cuidados correspondientes".

Según advirtió Rotger, "esto generará sensaciones displacenteras". Es por ello que "los docentes deben volver a instalar a la escuela como un espacio donde se transmitan sensaciones placenteras, para lo cual deberán intentar abordar una forma de enseñar que despierte curiosidad en el alumno, sin que esos miedos puedan interrumpir los aprendizajes", agregó.

Respecto a les trabajadores de la educación, sostuvo el médico psiquiatra y fundador de la Asociación Civil Globalpsy Hernán Alesandria, hay estudios de la ONU que revelan que "el 70 por ciento de los docentes tuvieron situaciones de estrés de moderado a severo en esta pandemia al enfrentar situaciones para lo cual no estaban preparados". 

Además, según el profesional, la "falta de apoyo de los padres en la educación a distancia y la ausencia de la escuela como ese lugar donde el adolescente va a construir lazos" generó bajos rendimientos académicos. La clave, frente a esta situación, "está en construir espacios de bienestar: se necesita dotar de herramientas tanto a los docentes y a las familias para que puedan trabajar con los niños y adolescentes, ya sea desde la presencialidad como desde la virtualidad, en el fortalecimiento de las emociones, que puedan reconocerlas y gestionarlas", enfatizó Alessandria.

Diferencias entre niñes y adolescentes

Esos temores ante el regreso a las aulas, aclararon los expertos y expertas en salud mental, no serán los mimos entre niñes y adolescentes. Mientras el miedo de los primeros "dependerá del que le inculquen sus familias", los segundos "pensarán que ellos no se van a contagiar y sí sentirán temor de contagiar a sus padres o abuelos".

Andrea Abadi, psiquiatra infanto juvenil, especializada en el diagnóstico y tratamiento de niños, niñas y adolescentes con trastornos en el manejo de la conducta de Ineco, remarcó ante situación que "lo primero que hay que hacer es bajar el nivel de angustia de los chicos" ya que según la experta "no serán los transmisores del virus en la casa" dado que hay "estudios epidemiológicos" que aseguran que "los lugares de contacto entre los chicos no son donde más se transmite el virus, sino que son los adultos los que lo transmiten a ellos".

Para Abadi, les adolescentes sí "vendrán más confiados a la escuela, dispuestos a volver a tener esa situación de socialización", pero "hay que tener en cuenta que deberán adaptarse otra vez a la situación escolar", ya que "no se podrá comer o beber mientras se está en clase" mientras que en los recreos "no van a poder caminar abrazados por el patio".

Situaciones de crisis

Les especialistas coinciden en que pueden darse situaciones de crisis de llanto o angustia en los alumnos y alumnas, especialmente en los más pequeños, al ver alejarse a sus padres y madres y sentirse inseguros. Son les docentes, sostuvo, quienes frente a ese escenario "tendrán que transmitir emociones placenteras" y aumentar su "autocontrol"

"Directivos y docentes tienen que demostrar que la escuela está feliz de volver a encontrarse con ellos y ese es el principal foco, no tanto la recuperación de los aprendizajes, ya que el cerebro de un niño es muy plástico y los contenidos se vuelven a tener con práctica", precisó la neuroeducadora.

Para ello, agregó Abadi, "lo primero que habrá que hacer es escuchar a los chicos pero tomando en cuenta que no van a poder abrazarlos como señal de contención", decirles "que en la escuela están seguros y el miedo no los tiene que paralizar".