Una puerta automática de metal se abre y sale ella: enfundada en un mono estampado, con el pecho peludo al viento, peluca rubia y un aro plateado que dice “RITA”. Así se presenta Rita La Salvaje; una de las drag queens más famosas de Argentina, símbolo patrio LGBTIQ. Bautizada con el nombre artístico de Juana González Ligresti, la bailarina de burlesque que se desnudó en los cabarets de Rosario desde los años 40, impresionando a lxs espectadorxs cuando hacía girar flecos de colores al sacudir las tetas. Debajo del maquillaje drag se encuentra Pablo Felice, quien mientras perteneció a las Fuerzas Armadas planeaba sus shows nocturnos del fin de semana. Si Federico Klemm fue el ícono pop del Arte de la Alta Sociedad como un cuadro de Warhol que retrata a Jackie Kennedy, Rita es la Marilyn Monroe que se vuelve estrella porque así lo decide su público. Rita no necesita usar un vestido caro o cosido por un diseñador de renombre para confirmar que es una estrella. Con solo cubrir su piel con una tela brillante es suficiente para sentirse deseada. 


No es parte del cine de Hollywood, pero como su vida es de película en 2020 se transformó en una. El cortometraje documental estrenado en Cine.Ar Play que lleva su nombre, dirigido por Fer Casals y Valeria Massimino, narra la historia a dos voces: la de Rita y Pablo. La drag que se lleva el mundo por delante y transforma sus recuerdos dolorosos con ese clásico humor corrosivo que desintegra miradas prejuiciosas, y el artista a cara lavada que habla a cámara de forma cruda, sin remates para aliviar los traumas del pasado. El mismo cuerpo alberga dos vidas muy distintas que se retroalimentan entre sí.

Pablo sufrió mucho acoso de chico siendo gay en el conurbano bonaerense, viendo como su familia trataba de entenderlo. En el colegio en donde era alumno se hacían reuniones exclusivamente para hablar de su sexualidad; autoridades y xadres se juntaban para pensar cómo hacer para que Pablo se comporte como heterosexual en la institución. Cuando de niño para Navidad su familia le daba autitos intercambiaba regalos con su hermana para quedarse con las muñecas. De lunes a viernes trabaja en una oficina donde, aunque muchxs no comenten al respecto, todxs saben que su identidad oculta es Rita, la salvaje. “Ser drag queen es arte y movimiento constante. No es imitación, eso es mimo, títere. Es darle al público lo que está esperando y a su vez sorprenderlo”, explica Rita con una peluca caoba y los párpados iluminados. Su historia no escapa a la tragedia, como un melodrama de Douglas Sirk: su madre falleció en un accidente equino. Resbaló en bosta y se desnucó. Pero ella nunca llora porque ya no tiene lágrimas, solo sudor para empapar el escenario. “Lo que tiene de particular Rita es que acepta su cuerpo. Esté como esté la aceptación del cuerpo es fundamental”, cuenta Rita. Esa es una de sus principales enseñanzas a las drag recién llegadas, desde hace años transmite una creencia que se volvió mantra “Mantené tu cara original, reconocible así luego los chavos querrán besarte una vez que te desmontes”.


Pablo fue durante mucho tiempo a la Iglesia hasta que la abandonó porque no hay nada peor que ser fiel. Rita también fue para comer hostias y un rico vino, pero no cree en Dios porque solo cree en todo lo que tenga su cara, sean posavasos o remeras. El momento más impactante del cortometraje es cuando los directores consiguen el testimonio del Padre Osvaldo de Piero, cura de la Parroquia exaltación de la Santa Cruz. Debajo de un Cristo crucificado el Padre repasa un video que atesoró donde un chico hace de hijo adolescente y de su mamá poniéndose y sacándose una peluca. “No es una situación que en sí tenga algo de malo. Quiere ponerse en el otro rol para desde ahí desplegar también aspectos que lo vinculen. Todos también tenemos aspectos femeninos y masculinos”, asegura mirando a cámara. El final del documental es un mensaje de Rita al público en tiempos donde lo drag se ha vuelto moda y todxs saben quién es Rupaul, pero pocxs pueden nombrar a 10 drags locales. Con elegancia pide que no sean cipayos y compren industria nacional. A los machos que insultan desde la ventanilla del auto los invita a que la aplaudan porque, como Rita dice: “Hay que tener unos huevos muy grandes y hay que saberlos esconder para imponer el respeto que nos merecemos”.

Rita, la salvaje se puede ver en Cine.Ar Play