Desde Lima. A menos de un mes de las elecciones presidenciales, el Perú sigue agobiado por la segunda ola de una pandemia que ya ha causado 44.511 muertes y 1.387.457 contagios, y ha saturado los precarios servicios de salud. En las últimas 24 horas se registraron 7.474 nuevos casos y 160 muertes. Las camas de terapia intensiva están ocupadas en un 95 por ciento, en todo el país solamente quedan 119 disponibles, y en muchas regiones ya no queda una sola libre. También falta oxígeno, que es vendido a sobre precio por negocios privados. La vacunación avanza lenta. Hasta ahora se han vacunado menos de 500 mil personas, entre personal de salud, miembros de las fuerzas de seguridad y adultos mayores (foto). El gobierno peruano ya ha asegurado la compra de 48 millones de dosis, de los laboratorios de Sinopharm, Pfizer y AstraZeneca y la iniciativa de Covax, pero hasta ahora solamente han llegado al país poco más de un millón de dosis.
En un panorama complicado por la pandemia y por unas elecciones en las que ningún candidato despierta un importante entusiasmo popular, algunos sectores políticos buscan desestabilizar y derrocar al gobierno de transición de Francisco Sagasti, que asumió en noviembre pasado, y grupos empresariales presionan para privatizar la vacunación, para lo que cuentan con el apoyo de algunos candidatos presidenciales, como Keiko Fujimori, y un sector del Congreso. Esa posibilidad ha sido rechazada por el gobierno, que la ha calificado como inviable.
A pesar de ser rápidamente desmentido, un informe periodístico que afirmaba que la vacuna de Sinopharm, la primera en llegar al país, no sirve, fue utilizado para el candidato presidencial de la extrema derecha Rafael López Aliaga -que viene subiendo en las encuestas y que con solamente siete por ciento ya se ubica segundo- exigiera la destitución de Sagasti, y para que se refuerce la presión para que los privados entren a vacunar.