Tomás y Gimena o Gimena y Tomás, realizaron giras por Estados Unidos, Italia, Reino Unido, Rusia, España, Israel, Grecia, Turquía, México y China, integrando importantes compañías de danza de Argentina y Estados Unidos; también como maestros de baile. Actuaron en el mundialmente famoso Jacob's Pillow Dance Festival, en el "Vail international dance festival" y en el "Israel international festival" con el espectáculo "Romper el piso" como asistentes de coreografía y bailarines.

Pero, lejos de toda mística tanguera, ninguno nació en el puerto. Gimena Herrera se abrazó por primera vez, a la vida, al amor, al tango, en San Fernando del Valle de Catamarca. Tomás Galván pasó su infancia en Fiambalá, donde la provincia empieza a encaminarse hacia chile.

Desde hace diez años se establecieron en Los Ángeles, con muy cortas temporadas en en el país, pero la pandemia obligó a un retorno. No se quedaron quietos, el impulso creativo es la mayor potencia de esta joven pareja. En menos de un año y con pandemia de por medio, generaron el espectáculo por streaming From Catamarca wiht Tango and Love, en el que juntaron a 18 bailarines locales en una performance que mostró al público internacional, otro paisaje diferente al imaginario habitual porteño.

-Cuando se dice tango, se piensa directamente en Buenos Aires, ¿cuánto hay de esto en la práctica?

-Tomás: Esa conceptualización de que el tango es cien por ciento porteño, que el tango es auténticamente de ahí, y todo lo demás es regionalismo, folklore, que sobre todo aquí en el norte no se puede hacer tango, es un concepto que en realidad no se aplica. Mi experiencia en países que nunca me hubiese imaginado que dos personas se pudieran abrazarse o pudieran cantar en español sin saber español una letra de tango, o conocer aún más que nosotros del aspecto histórico y musical del tango, eso te deslumbra.

El tango, como todas las expresiones artísticas, es eso, es expresión, y ese sentir del tango mucha gente alrededor del mundo lo tiene y lo viven, lo disfrutan, lo sufren, lo sueñan como lo haría cualquier persona de Argentina.

Gimena: Es cierto que uno para concretar esta gran ilusión, tiene que ir a Buenos Aires. Cualquier persona del mundo que baila sueña con estar en el Obelisco, ir a Caminitos, ir a los teatros, porque el caminar del tango, por ejemplo, es muy porteño, no es lo mismo que los gauchos y está bueno ir, y vivenciarlo, si bien cada uno tiene su identidad a la hora de abrazar, de caminar. Pero conocer el origen de las cosas que te gustan es fantástico.

También pasa que aquí en Catamarca hay chicos en Belén que bailan y es muy tanguero y no conocen la capital. Es decir no conocen a Buenos Aires, pero bailan, no digo como un porteño, pero bailan tango, uno ve que eso es tango y no folklore.

-¿Cómo es ser bailarines de tango en una cultura donde se cree que la identidad tiene que pasar solamente por el folklore?

-Gimena: Nos ha pasado proponer nuestro baile en la fiesta más importante de Catamarca, la Fiesta del Poncho, y las autoridades nos han contestado justamente eso, de que el tango no es regionalista o no representa a Catamarca, pero de a poco se fue rompiendo ese mito, después hubo noches de tango en el Poncho. Es un transitar de todos los días, actualmente hay autoridades todavía que lo ven así. Depende lamentablemente de la cabeza de la autoridad del momento. Qué tan abierto y qué tanto conoce de arte.

Tomás: Es algo cultural esta problemática del regionalismo, y es también una forma de violencia. Esta cosa de rechazar un movimiento artístico sin otra reflexión de que no sea de la región, me parece una forma de violencia, de acallar cosas, expresiones. Es un pensamiento chiquito y es un pensamiento violento porque quita posibilidades, libertad.

Gimena: Pero uno se va imponiendo, ya llevamos 20 años bailando tango, generando semillas, nuevos bailarines y ya es una realidad. Ahora vas y hablás a cultura y hay un espacio de tango, hace 20 años no pasaba eso.

¿Cómo los reciben en otras partes?

Gimena: Más allá de la mística del porteño, en realidad no conocemos tantos porteños siendo profesionales y bailando tango por el mundo. La mayoría son de provincia y de todas partes del mundo. En ese sentido nunca he sentido una discriminación: “vos sos del interior” o “vos sos asiático y no bailás”, no, todo lo contrario. Hay algo que ha trascendido, que es el placer de ver que otro baile.

Ha sido como al revés, cuando saben que somos catamarqueños, se sorpreden.

-Sienten que la identidad del norte, la geografía, un clima tan riguroso como es el de Catamarca, influye en la poética del baile de Tomás y Gimena?

-Gimena: Para mí sí, totalmente sí. Se refleja en nuestro show: Tierra y Fuego que camina. Tenemos a Atahualpa en la voz que nos guía, hablamos del caminante, hablamos de la identidad de que viajemos por donde viajemos somos catamarqueños bailando tango argentino, y eso me da mucho placer decirlo. Nunca tuve la sensación de querer ser una porteña bailando. Yo me siento cien por ciento tango.

Tomás: Para mí está relacionado con la experiencia de niño y transitar por otros lados, esa esencia la tenés, algo de esa infancia vayas a donde vayas está, existe. Ahí viene eso del pueblo, eso del viento, viene eso de la potencia del calor.

-Vivieron mucho la noche de Buenos Aires.

-Tomás: Vivimos mucho la noche y eso termina afectando de alguna manera. Te metés tanto en eso que pasa a ser sangre. Y por el otro lado te perdés miles de cosas de la vida. El tango es la noche y en ese andar te perdés de las otras personas que viven en el día. Levantarse en invierno, por ejemplo, y ver que eran las cuatro y media de la tarde y ya te venía la oscuridad, y tenés tanta culpa, es tan triste, y te tenés que acomodar para irte a trabajar de vuelta en lo que vos amás.

-¿Y cómo fue esa experiencia de las casas de tango?

-Gimena: Nosotros estábamos muy contentos en Catamarca, con nuestro grupo Malevaje, con nuestro taller, pero fue una sensación de querer experimentar. Trabajamos en Caminito. Después si no sabés salir a tiempo de lo que es trabajar a la gorra, porque da mucho rédito la gorra, te enfrascás en algo difícil de salir. Y llega un momento en que me planto y le digo a Tomás, no doy más, estoy cansada, ya pasé frío, ya lo había experimentado. Y empezamos a audicionar, pasaron varios meses y tuvimos la suerte de quedar en una Casa de Tango. Pero no es una suerte que va y te busca, vos tenés que salir y que enfrentar, buscarlo y saber hasta dónde querés llegar. Siento que todo el tiempo ha sido y es un escalón.

-La primera casa fue taconeando.

Gimena: Taconeando, la vereda de Beba Bidart. Chiquitito, íntimo.

-Tomás: Bueno, Beba Bidart en ese momento era una cantante y actriz muy famosa. A diferencia de Gimena, cuando nos fuimos a Buenos Aires, yo me sentía perdido aquí, sentía demasiadas obligaciones que no iba a poder cumplir, la de ser un excelente hijo, terminar una carrera universitaria, estaba estudiando abogacía, pero también sentía que no me hacía feliz eso. Estaba en una situación muy gris.

-¿Qué variaciones encontraron en los ambientes, de bailar en Caminito a bailar en una Casa de Tango?

-Gimena: Yo no me doy cuenta mucho de esas cosas, pero sí veo a muchas chicas que notaron la diferencia de que “acá” se sintieron más discriminadas, será que yo soy como más así, que no te doy ni la chance de que me hagás ni así (gesto), porque forma parte de mi personalidad, entonces no lo he sentido. Pero dicen que hay diferencia de cuando sos de Caminito y vas a una Casa de Tango, hay como esa diferencia de estatus, pero no lo vivencié jamás, no es porque lo imponga, quizás es mi personalidad. Hay directores en las Casas de Tango que tienen esa manera torpe de decirte las cosas, pero en ese momento corto y respondo.

-¿Queda mucho del imaginario del varón dominante en la industria del tango?

-Gimena: Hay muchas compañías en las que se escucha solo al varón, pero yo siempre me he hecho escuchar. En cuanto a lo otro por ahí forma parte del juego del tango en lo artístico, pero nosotros somos una pareja muy pareja… Hay compañías en donde las chicas no hablaban. En cuanto a la danza a veces tiene que ver con eso de heredar clichés, que la mujer tiene que bailar de determinada manera. De ahí nosotros eso le hemos transformado como parte de lo que somos. En el Mundial se han visto por ejemplo fotos que exponían a las chicas y por suerte hubo quejas y se denunció a un fotógrafo internacional.

Tomás: Cuando trabajás en la calle, Caminito, Florida, San Telmo, aprendés a tener la cara más dura, aprendés a enfrentarte con otras situaciones con la gente, y tiene su ritmo y su magia también. Muchísimos días de un cansancio extremo de bailar en la calle y yo lo disfrutaba igual.

Gimena: Y es una percepción del otro, cómo el otro te percibe. Porque si hacés lo que querés lo hacés a la gorra, en un crucero, en un teatro, en tu casa…

-Y llegan a Forever Tango…

Tomás: Creo que todo el mundo quisiera estar en Forever Tango para experimentar esa mística, porque muchas cosas en tu vida tiene esa mística de qué será cuando entre, cuando vea el vestuario. Tuvimos la suerte de experimentar eso. Luis Bravo es un tipo con una cabeza artística muy grande y es muy interesante aprender. Tuvimos la suerte de estar más de un mes en su casa junto a su mujer, Marcela Durán, que formó una de las parejas emblemáticas del tango argentino que fue Marcela Durán y Carlos Gavito. Verla a ella, conversar, ¡bailar con ella!, fue una cosa realmente increíble.

-Y después deciden tomar su propio camino.

-Tomás: Siempre hemos tomado nuestro propio camino. Anteriormente habíamos estado en otras compañías de danza. Recorrimos China, 35 ciudades, maravilloso, con una compañía estadounidense. También estuvimos con Los Hermanos Macana, 45 teatros de Italia, con Tangueros del Sur.

Gimena: Eso también nos aportó muchísimo y fue el camino que elegimos, transitar el tango desde la parte poética, porque nunca me interesó por ejemplo ser una milonguera o solo en lo social, desde la primera vez que bailé tango hay algo que sentí en ese sentido. Y no me siento una bailarina de escenario tampoco, es como llevar el tango a la danza.

Tomás: Tampoco me gusta esa diferencia, no, bailarín de tango social, bailaría milonguero… para mí el tango es el tango, no hay vuelta que darle. El tango va mucho más allá que si estás en una milonga o en un escenario.

-¿Es lo mismo bailar en Europa que bailar en Los Ángeles?

-Gimena: No, creo que es una cuestión de gusto y es una cuestión de que hay una realidad, hay una elite, bailarines que se reúnen, son seis o diez parejas y esas parejas se mueven en toda Europa y es un circuito cerrado. Siempre como entre ellos nada más.

La palabra es funciona o no funciona, y hay público para todo. Nosotros seguimos nuestro camino y eso hace que somos diferentes, no somos la pareja de moda, nunca lo fuimos y nunca lo seremos, esto es lo que hacemos y nos expresamos por acá y tiene su público.

-A los catamarqueños les ha ido muy bien en Asia…

-Tomás: Es muy extraño, porque te cuento que íbamos a los festivales, o de jurados, en el mismo Mundial de Tango y nos preguntaban: ¿ustedes son catamarqueños?, ¡eh, los catamarqueños son buenísimos! Deben tener tango todos los días, y nosotros decíamos, no. Me parece que lo que sucede con los catamarqueños, y hay muchas parejas que son muy conocidas y están viviendo en otros lugares del mundo, es la constancia.

Gimena: Eso de ir aunque las autoridades culturales te digan que no. No voy con tu ayuda, pero voy y lo hago igual. El trabajo diario, la disciplina. Mi vida diaria es ensayo todos los días, tenga o no trabajo.

Tomás: Inclusive, parejas que se quedaron aquí en Catamarca y no viajaron también tienen ese ímpetu, y esa estética que el tango te pide. No necesitás necesariamente viajar.

¿Notan una autoexploración de los cuerpos, fuera de la pareja tradicional?

Tomás: Sí, nosotros hemos iniciado ese camino de una manera muy intuitiva. Empezamos a prepararnos con algunos profesores.

Gimena: La mujer explora más que el hombre. Hoy con la pandemia veo que las mujeres están tomando muchas clases y consumiendo.