Hans Jorritsma, integrante del seleccionado neerlandés de hockey sobre césped subcampeón en el Mundial en Argentina 1978, protagonizó dos episodios resonantes en su visita a Buenos Aires: se negó a recibir su medalla de plata de manos del dictador Jorge Rafael Videla en la ceremonia de premiación, por rechazo al régimen, y visitó la tradicional ronda de los jueves las Madres de Plaza de Mayo, de las que escribió para un medio de su país.

"Estamos en la plaza a las tres y cuarto. Los primeros signos: pequeños grupos de mujeres ya están parados aquí y allá, otras se acercan, muchas se besan en la mejilla al saludar. Después de algunas dudas (manteniéndome en un segundo plano o tratando de iniciar algunas conversaciones) me acerco a un grupo", escribió Jorritsma para Vrij Nederland. Lo había acompañado su compañero Piet Gunning, quien le contó a Télam que sacó las fotos que ilustraron la nota.

"El intérprete se turna para preguntarles a las mujeres cuántos niños han estado desaparecidos, cuánto tiempo, cuántas veces han intentado que el Ejecutivo reconozca que su hijo está cautivo. Hasta la fecha todavía sin resultado. Hay llanto. Las mujeres me reciben. Algunas de ellas agarran mi antebrazo durante su historia. Me siento impotente. La tristeza se apodera de mí", continuó.

"A las cuatro menos cuarto un par de mujeres me dejan claro con gestos minuciosos que tengo que esconder mi cámara rápidamente. ¡Policía! Tres coches de policía aparecen detrás de mí. Frente a mí, dos más entran en la plaza. Tres policías, dos de ellos equipados con carabinas, rompen el paso silencioso y piden a las mujeres que desalojen la plaza", describió Jorritsma.

El periodista y escritor Ulises Gorini relató en su libro La Rebelión de las Madres: "Jorritsma fue a la Plaza de Mayo para presenciar una de las marchas. En el anonimato total, hasta se había sacado una foto con ellas, que luego fue publicada en un artículo periodístico en su país. Cuando se enteraron, las Madres le escribieron una carta, sin saber el nombre del deportista, que enviaron al diario holandés en donde salió la nota".

La carta de las Madres decía lo siguiente: "Querido Deportista. Estimado jugador de Hockey, este grupo de mujeres argentinas, madres de jóvenes que hoy, cientos de ellos, viven hacinados en los campos de concentración y también de los que cayeron para siempre, víctimas de la represión más cruel que pudiéramos imaginar, queremos testimoniar a Ud. el gesto de hacer conocer en su país el doloroso momento que estamos viviendo, reconociendo que Holanda es un pueblo sensible, que vivió con verdadera intensidad nuestra tristeza".

"Deseamos llegar a los hijos jóvenes de esa tierra con nuestro corazón, rogando a Dios les conserve la hermosa libertad que Uds. tienen, no olvidando a estos hermanos que tan dolorosamente la perdieron. Las Madres Argentinas claman Justicia y Paz para sus hijos, AYUDENNOS A LOGRARLO. GRACIAS".

Según Gorini, la visita de Jorritsma "hizo que las Madres comprendieran que, si bien no podían neutralizar la propaganda que haría la dictadura con el Mundial, sí podrían aprovechar la presencia periodística para difundir su reclamo con mayor fuerza y romper la censura que, en el país, ahogaba su grito".

El periodista neerlandés Poul Annema, que cubrió los mundiales de 1978 de hockey y fútbol en la Argentina para el periódico Het Parool, le explicó a Télam: "Jorritsma cumplió su palabra, después de que Holanda perdió la final ante Pakistán, no se presentó a la entrega de medallas de Videla, por convicción y protesta contra el régimen".

"Su decisión recibió mucha atención en los Países Bajos, y el presidente de la Asociación Holandesa de Hockey, Sjoerd Bouma, criticó el desempeño del jugador y dijo que a Jorritsma nunca se le debería permitir ocupar un puesto en el hockey holandés nuevamente. Sin embargo, ocho años después, fue nombrado entrenador en jefe del equipo masculino", finalizó Annema.

Después del Mundial de Buenos Aires 1978, Jorritsma no jugó más en el seleccionado de su país, al que sí dirigió años más tarde y con el que conquistó el torneo ecuménico de 1990. Luego fue el entrenador de Pakistán, con el que salió campeón mundial en 1994, y posteriormente, en 1996, se incorporó a la federación de fútbol de Países Bajos, en la que trabajó hasta 2017.