La Copa de la Liga Profesional no la ganará el equipo que juegue mejor o reúna los mejores futbolistas. Por como vienen dándose las cosas, se la llevará aquel club que pueda aguantar los traicioneros embates de la pandemia. O que no vaya a quedar desmembrado luego de la batería de tests que desde esta semana llevará adelante la propia Liga. Hay un riesgo cada vez más grande flotando en el aire y es que la propia competencia sea desvirtuada y termine definiéndose por factores externos al juego. No se está muy lejos de ello. 

El año pasado, la Copa de la Superliga se interrumpió y no se reanudó por temor a que los planteles fueran contagiados por un mal extraño del que poco y nada por entonces se sabía. River incluso, cerró el Monumental y decidió no presentarse ante Atlético Tucumán. Este año, equipos como Banfield, Gimnasia, Sarmiento, Independiente y Racing han sido atacados por el coronavirus y nadie ha movido un dedo para ayudarlos. Bajó la orden de que no se podía parar la pelota y así se hizo. Con tanta crueldad que Banfield debió convocar 17 jugadores juveniles de apuro para poder asumir el partido del domingo ante Rosario Central. Y Gimnasia, con 15 casos positivos por su parte, igualmente debió viajar a Paraná para enfrentar a Patronato. Nadie se apiadó de los pibes que tuvieron que dar la cara. Los mandaron al muere. Eso sí, con una sonrisa.

Tal vez todavía no haya llegado el momento de suspender el fútbol en todas sus categorías. Pero sería un mínimo gesto solidario no forzar la presentación de los equipos tocados por la covid-19. A veces, hay que parar la pelota y esta es una buena ocasión para hacerlo. Desde la AFA sostienen que el calendario apura y que no hay fechas disponibles. Y que si se postergaran los partidos quedarían en pie de igualdad aquellas instituciones que han sostenido los cuidados con las que relajaron los protocolos y se dejaron estar. Lo cierto es que estamos en presencia de un campeonato cada vez más desparejo: algunos ponen lo mejor que tienen y otros, simplemente, a los que quedaron en pie.

En la segunda división alemana, dos equipos, Karlsruher y Sandhausen, registraron tres y cuatro contagios respectivamente. Y no hubo contemplaciones: ambos planteles fueron confinados 14 días durante los cuales no jugarán ningún partido. La igualdad de condiciones debe ser una regla intangible de las competencias deportivas. Y aquí no se la está cumpliendo. ¿Sería lo mismo si en lugar de Banfield o Gimnasia, los casos positivos correspondieran a Carlos Tevez, Miguel Angel Russo o Marcelo Gallardo? ¿O el poder de amplificación de Boca y River obligaría a parar todo? Muchos creen que en ese caso, la pelota dejaría de girar de inmediato. Habrá que verlo. El escenario puede darse en cualquier momento.