Aún con carreteo bajo o moderado en el nivel de debate con la política, sectores del establishment iniciaron un proceso de acercamiento a cuadros del oficialismo que solían asociar con posiciones extremas. Esos personajes, además, se auto excluyen de los mitos que el poder económico construyó sobre ellos, desde el desconocimiento y los preconceptos. “Podemos tener diferencias, pero no prejuicios”, disparó el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, hace unos días en Bariloche, en un encuentro con retoños de grandes ceos nucleados en el remozado Grupo Argentina Mejor (GAM).

Esa presencia simboliza el capítulo más reciente de los contactos. Una especie de segunda parte de las charlas que buscan tenerse con dirigentes de La Cámpora dentro del Frente de Todos: la historia había iniciado con los encuentros con empresarios del diputado nacional Máximo Kirchner, la figura más convocante y generadora de curiosidad en el Círculo Rojo.

A De Pedro le pidió el propio Eduardo Elsztain, dueño del imperio IRSA (construcción, bancos y shoppings), que estuviera de manera presencial en el Llao Llao, hotel que albergó la reunión de unos 40 jóvenes. Entre ellos, descendencia del ítalo argentino Cristiano Rattazi, Eduardo Eurnekian, y otros menos conocidos pero en ascenso, como el titular de Ualá, Pierpaolo Barbieri.

Elsztain presidió una cena de apertura y es casi el creador del resurgir del GAM, que además tiene una mano extra que alimenta: la fundación Endeavor, que reúne a los unicornios del poder económico como Mercado Libre y Globant, una cámara que en tiempos de Mauricio Macri se cuadró en roles oficialistas.

Agustín Otero Monsegur, un productor citrícola fuerte el Norte del país, directivo de Citrícola San Miguel, fue otra de las cabezas activas de la reunión, que contó también con la presencia de la titular del PRO, Patricia Bullrich, y algunos referentes económicos de Cambiemos como el ex ministro de Economía, Hernán Lacunza. La tríada del armado logístico se completó con Ezequiel Herszage, la mano derecho operativa de Elsztain, y Luciano Nicora, el representante de Endeavor. 

Las preguntas que se les hicieron a los dirigentes reflejan, en este contexto, que hay círculos del poder que, aún con ganas de virar a consideraciones diferentes, quedaron anclados en la disputa. La primera pregunta a De Pedro fue por el Impuesto a las Grandes Fortunas, una cuestión que para el establishment está cerrada o bien judicializada, en una minoría. No gustó en una parte de los presentes. 

La confusión en el nuevo perfil empresario se vio también en un cierto tono anti industrial, que es reinante entre los empresarios jóvenes de Endeavor, que creen que la matriz nacional debe ser otra. Son los más cercanos a la idea de que la industria no compite. 

“Fue muy bueno el resultado. Tuvo un discurso anti grieta en el que marcó que no puede primar el conflicto en las relaciones, pero que eso no supone que el poder haga lo que los empresarios dicen”, contó a Página I12 uno de los ceos que participó en el Llao Llao y escuchó a De Pedro, que habló una hora y respondió preguntas a agenda abierta. Ese desengrietar sin ceder también es una constante en Máximo Kirchner.

Al inicio de la pandemia, el diputado cenó en la casa del fallecido banquero Jorge Brito, en una comida de la que participó además el presidente de la UIA, Miguel Acevedo, entre otros. Fue el primer paso conocido de la recorrida del dirigente por el Círculo de poder, que luego siguió en encuentros menos promocionados. Hoy Kirchner es el fetiche de los empresarios: se piden entre ellos su teléfono para reunirse y quieren verlo. 

Le han tomado a él un respeto que antes era burla por desconocimiento. Con De Pedro ocurre algo similar, sobre todo con los dueños de empresas y altos gerentes. El caso más emblemático, el buen contacto que mantiene con funcionarios de Mercados Libre, la empresa argentina que es el nuevo Techint por volumen, empleo y ganancias. El ministro fue, además, uno de los que con Alberto Fernández electo, acercó empresarios al entonces búnker de la calle México.