En una de las jornadas más duras de la pandemia en el país, en la que se registró la cifra más alta de muertes con 537 nuevos fallecidos, el Ministerio de Seguridad de la Nación le reclamó al Gobierno de la Ciudad que refuerce los controles para el efectivo cumplimiento de las medidas de cuidado que se implementaron en el AMBA. Desde la cartera que conduce Sabina Frederic aseguraron haber recibido más de 500 denuncias que dan cuenta de que se están incumpliendo las restricciones nocturnas impuestas por el DNU presidencial. Comercios abiertos luego de las 19 horas, locales gastronómicos con clientes en su interior, gimnasios techados abiertos, fiestas clandestinas: "No hay control", aseguró Frederic a este diario, luego de que se diera a conocer que la Ciudad había tenido un récord de casos nuevos. El reclamo surge en un contexto de escalada del conflicto entre Nación y Ciudad por las clases presenciales. Con esta denuncia, sin embargo, el gobierno nacional busca dejar en claro que la resistencia de Horacio Rodríguez Larreta no es sólo a la virtualidad escolar, sino a cualquier tipo de restricción.

La disputa entre el gobierno nacional y el porteño por las restricciones dispuestas por Alberto Fernández frente a la segunda ola de covid-19 sumó un nuevo capítulo, esta vez desde la cartera de Seguridad. Ayer a la mañana, el secretario de Articulación Federal de la Seguridad, Gabriel Fuks, envió una nota al secretario de Justicia y Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, Marcelo D’Alessandro, solicitándole que reforzase "las acciones de control" tras haber recibido numerosas denuncias a la línea 134 vinculadas al incumplimiento de las medidas detalladas en el DNU presidencial. "No se están cumpliendo los controles. Recibimos un montón de llamadas que denunciaban fiestas clandestinas, locales gastronómicos abiertos fuera de horario o que no estaban cumpliendo el aforo, ya que sólo pueden funcionar al aire libre. Nosotros derivamos gran parte de las denuncias al gobierno porteño", aseguró Fuks a PáginaI12.

En la última semana, la línea 147 recibió unas 570 llamadas provenientes de todo el Área Metropolitana, según fuentes del Ministerio de Seguridad. "La mayoría provenían de la Ciudad de Buenos Aires", aseguraron. Además de los bares y restaurantes llenos de gente, abiertos en muchos casos luego de las 19, se registraron también denuncias de que había varios gimnasios y centros de entrenamiento que funcionan en espacios techados. "Ayer nos encontramos con un bar en el que mucha gente estaba comiendo adentro y, justo afuera, había algunos policías de la Ciudad. Más allá de los datos, eso de por sí te demuestra que hay un problema de control. La gente decide respetar o no respetar los protocolos, y de eso depende lo que se observa en algunos barrios. Lo que no está haciendo la Ciudad es controlar sistemáticamente", explicó Sabina Frederic. Este problema, sin embargo, no es exclusivo de la Capital, ya que el ministerio también registró que algunos municipios bonaerenses tampoco están cumpliendo con los controles. 

En cambio, la cartera sí registró que la circulación nocturna disminuyó significativamente.

"Solicito que incremente acciones de control, a través de la Agencia de Control Gubernamental (ACG) u otras áreas u organismos locales que pudieren corresponder. El incremento de la actividad de fiscalización redundará en un mayor y mejor cumplimiento de las disposiciones de prevención y contención del covid-19", reza, al final, la nota enviada por Fuks. Y es que el reclamo del Ministerio de Seguridad se inscribe en un contexto sanitario complicado para la Ciudad de Buenos Aires. El mismo día que el Ministerio de Seguridad envió la nota, la Ciudad registró el mayor número de casos de covid desde que empezó la pandemia, con 3560 nuevos contagios. En la misma jornada, además, se registró un récord de ocupación de camas de terapia intensiva en los hospitales porteños, que llegó a un peligroso pico del 71 por ciento y llevó a que el gobierno porteño decidiese ordenar la suspensión de todas las intervenciones médicas consideradas "no urgentes" programadas para los próximos 30 días. 

La Ciudad de Buenos Aires está al borde del colapso y, desde el gobierno nacional, acusan al jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, de obstruir las medidas que tienen como objetivo disminuir la circulación del virus. "Hay que dejar de mistificar que la única preocupación que tienen son las escuelas, el problema es que no quieren controlar ninguna de las restricciones. Ahora, si vos no estás de acuerdo con que no se pueda ocupar el interior de los bares podes ir a la Justicia y litigar, como se está haciendo con la educación, pero mientras tanto tenés que acatar el Decreto de Necesidad y Urgencia porque esta es una situación excepcional", indicó, molesto, un importante funcionario del gobierno nacional. Para Nación, la ausencia total de controles en el distrito porteño da cuenta de que, en el fondo, Rodríguez Larreta se resiste a implementar cualquier tipo de medida restrictiva.

Mientras tanto, en el gobierno de la Ciudad le bajaron el precio al reclamo de Nación. "Forma parte de todo este tironeo", aseguraron, haciendo referencia al conflicto por las clases presenciales. "Nosotros observamos un buen cumplimiento de las normativas de cerrar a las 19 en los locales comerciales. Desde fines de marzo, la Policía de la Ciudad ha desbaratado unas diez fiestas clandestinas, realizando las correspondientes clausuras de los establecimientos y, en los casos en donde fue ordenado por la Justicia, se apresó a los responsables. Hay un diálogo permanente con Nación", explicaron desde el gobierno porteño. En este sentido, en el Ministerio de Seguridad de Nación también aseguraron que, en los últimos meses, habían mantenido "una muy buena coordinación". "Tenemos una relación operativa buena, pero tenemos diferencias políticas. No es que estamos cada uno en una trinchera disparándonos", matizó Fuks, y anunció que probablemente el viernes se reúna con D' Alessandro. La denuncia, sin embargo, sigue en pie: a pesar del colapso sanitario, el gobierno porteño pareciera no tener interés en controlar el cumplimiento de las medidas, sino más bien todo lo contrario.