En marzo, antes de que El Zar consumara su vuelta a los shows en vivo, el Hipódromo de Palermo se debatía entre la sorpresa y el desconcierto con el acto de apertura. Cuando Lupe bajó del escenario, en esa tarde soleada, el público aún trataba de entender lo que había visto. "Siempre me sentí así", reconoce la artista de 23 años. "Mi música es sólo una expresión más de esa libertad que siempre me di. Nunca intento imponerme algo o pensar en el afuera."

Al mismo tiempo que se había hecho un lugar en la producción musical para otros colegas, esta platense establecida en Buenos Aires empezó a allanar su carrera al frente de un proyecto. Tras tantear la reacción de su entorno con algunos lanzamientos, el año pasado puso en circulación su maravilloso disco debut: Un número. "Cuando lo saqué, pensé que no le iba a gustar a nadie. Pero me puse contenta por mí. Se lo mostré a Melanie Williams –NdR: amiga, música e integrante de su banda– y le pregunté si alguien lo iba a escuchar. 'Sacalo', me respondió. Lo lindo es que gustó."

A uno de los artistas que más le cautivó este disco fue a DJs Pareja. Al punto de que juntaron fuerzas con Lupe para sacar en enero el gran EP de este verano pandémico: Nuestra forma. "Nos convocamos mutuamente", revela Lucía Peuscovich, el nombre detrás del álter ego. "Luego de que hablamos, empezamos a seguirnos en redes sociales y nos mandamos música. Se llevaron mi disco a la playa, y surgió la idea de que fuera parte de alguna de sus fiestas Fun Fun."

Más allá de la diferencia generacional que los distancia, ambos conocen los misterios y placeres que encierra la pista de baile. "Quizás hay algo que no es tan evidente, pero con lo que me siento conectada. Siempre me gustó DJs Pareja porque su música reúne muchas cosas que me interesan: desde la paleta sonora hasta la historia de la música argentina. Los considero una fuente de inspiración." Lo mismo le sucede con Daniel Melero. "Sería un sueño por lo menos tomar un café con él. Aunque no sé si sucederá. Me genera un flash artístico."

Su impronta, temple, hiperquinesia e inventiva vuelven a Lupe una de las músicas y productoras más prometedoras de Argentina. "Mi intención es hacer música y compartirla. A nivel artístico, mi interés es hablarle a un receptor de forma popular e inclusiva", reconoce. "Lo de la modernidad se da más por mi inquietud, porque me la paso descubriendo sonidos para divertirme."

Su eclecticismo la acerca al carácter de St. Vincent. "Si bien hoy en día estoy haciendo un montón de electrónica, no me considero una artista del género", afirma. "Tengo un montón de discos para terminar que ofrecen muchas otras cosas. Cuando abro mis proyectos de Ableton, hay de todo."

¿Qué hay allí, además de lo que subiste a Spotify?

--En Soundcloud saqué un EP de improvisación. No es de folklore, pero tiene esas raíces. Existen otros tres discos, cada uno de ocho canciones, que tengo que ver cuándo los publico y en qué orden. Uno es de 2018 y es medio cancionero, rockero y psicodélico. El segundo lo hice al año siguiente y fue mi primer acercamiento a la electrónica. Después grabé un disco más Solange, en el sentido de la producción musical de su último material. Y apareció Un número.

¿Entonces hacia dónde apuntás?

--No sé y eso es lo mejor... Hoy no sería sólo hacia el pop. Tengo estrecha relación con la canción, pero con una vocación electrónica. Hay una tendencia marcada hacia allá. El pop es el resultado de la canción y lo electrónico.

Por lo que contás, lo que nuclea tu propuesta es la voz.

--Si uno analiza las cosas que saqué, pensaría que a todo le pongo voces. No es el caso. En diciembre grabé un EP en el que toco instrumentos modulares y electrónicos, y máquinas de ritmo, y es instrumental. Me permito lo que quiera hacer. Escucho mucha música en casa, especialmente electrónica. Tiene un montón de subgéneros o submundos. Lo de las voces es algo natural. A veces la uso como instrumento. El deseo tiene que ver con tener algo para decir.

Liberate, hermana

Tan sencilla como potente, e incluso minimalista, la tapa de Un número tiene en plan protagónico al DNI de la artista sobre un papel magenta arrugado. Como si fuera un envoltorio recién abierto. "Es medio sarcástico", espeta Lupe. Así que no es fortuito que la canción que inaugura este disco de seis temas, a manera de manifiesto, se titule Liberación. Sin embargo, lo más poderoso de este proto himno, al igual que del resto del repertorio, es que rescata la usanza vocal en la música dance. Y además lo hace en castellano.

"Me sentí muy cómoda sin usar las palabras en lo que no es lo explícito", describe. "Sí son explícitas las letras, pero dentro de la música. Había muchas cosas que quería compartir, que había procesado o que había observado a mi alrededor. En la sociedad o en el sistema. Cada vez que canté, estaba eso presente. Liberación dice: '¿Dónde se puede encontrar la verdad? Si se esconde detrás de mí, no tardará en llegar'. Es una especie de sensación de poder detectar lo verídico en liberarse. Buscar la liberación de algún tipo. De eso trata."

El final, con No está en el sistema, también juega con la ambigüedad. ¿Te referís a rebelarte o a ser ignorada?

--Puede ser entendido de las dos formas. Estás en el limbo, como todos. No tenemos elección. La última parte de ese tema es un manifiesto de lo que soy, de lo que me interesa y de lo que veo. Muchas de esas cosas no están contempladas en un sistema. Un sistema tiene partes, estructuras y formularios, y algunos quedan por fuera. No salgo a un escenario por el hambre de salir a tocar, sino por defender el mensaje de esa obra. Cuando estoy en una tarima gigante, aprendo a descubrirme con eso.

Aunque parezca una música banal y vanidosa, la electrónica tiene un fuerte trasfondo político. ¿Lo consideraste?

--Percibo la música electronica desde un lugar muy lejano al concepto de vanidad. De hecho, me pasó algo muy loco: mi mamá me dijo que con mi disco entendió que podía disfrutar la música electrónica. Empezó a detectar las capas sonoras y a meterse en ese mundo, sin el prejuicio de lo que significaba para ella. La invitó a otra experiencia. Cuando digo "música electrónica", siento que hay tantos como ciudadanos en el mundo. Escuché mucha, y salió ese licuado quizás digestible. Ahora mi mamá consume electrónica de otras personas, y eso me parece hermoso. Creo que quienes hacen música electrónica que viven en Latinoamérica y cantan en castellano toman una decisión política al no desentenderse del idioma que tenemos.

Esas canciones también aluden a tu identidad. No es fortuito que estén ilustradas por tu DNI…

--Tengo un amigo que trabaja con los derechos de la comunidad LGTBIQ+. El me hablaba de mi identidad, de mi orientación sexual o de mi descubrimiento en mi adolescencia, de situaciones que me marcaron mucho y que capaz no digo. Me dijo que está bueno decirlo porque es parte de quien soy. Considero que lo que una es, si se anima a mostrarlo, ayuda a otros y cambia un poquito la historia. Me pasa con dos cosas.

¿Cuál es la primera?

--Una es con el cuerpo que tengo, que no es hegemónico. Me costó años de mi adolescencia aceptarlo. Pienso en lo mucho que me faltó en la infancia ver otros cuerpos gordos existiendo sin estar escondidos. Si el día de mañana, por el motivo que fuese, mi cuerpo cambiara, esa experiencia me sigue constituyendo como persona. Tampoco lo cambiaría respondiendo a viejos mandatos.

¿Cómo te llevás con el adjetivo?

--No tengo vergüenza de mi cuerpo. Es gordo, pero esa palabra no es fea. Decirlo me genera paz. Estar en el escenario habitando y ejerciendo la performance en vivo con mi cuerpo, considero que igualmente forma parte de un mensaje. Me pongo la ropa que quiero o voy a la pileta, cosas que de chica no hacía. Traté de ir en contra de eso. Es una cuestión que se actualiza diariamente. Mostrarme feliz, bailando o desinhibida también enseña. Ver ese espejo te libera, hay una data ahí. La enseñanza que me quedó de esto es no asumir el cuerpo del otro. El problema de tener un cuerpo gordo o disidente no es que lo tengas, sino que constantemente lo señalen como algo malo. Hay un libro de Lux Moreno llamado Gorda vanidosa, y el subtítulo es "Sobre la gordura en la era del espectáculo". Me ayudó mucho, por si alguien le sirve.

¿Y la segunda cosa?

--Compartir que no soy heterosexual. Es algo que definitivamente tiene que ver con quién soy. En mi adolescencia le dije a toda la escuela que era lesbiana. Luego esa percepción se fue ampliando con el tiempo, pero a partir de eso tuve mi despertar sexual o romántico, partiendo de una base no heteronormada. O rompiéndola en mi manera de ver el mundo. Me di cuenta de que estaba bueno decirlo porque es un acto político. La política de la comunicación, y de no quedarse callado.

¿Creés que la pandemia mermó algunos de los logros que alcanzó en la Argentina la cuarta ola del feminismo?

--Esos logros siguen estando ahí. Hubo muchas conquistas, y confío en que seguirá habiendo más. Aunque es urgente resolver cómo tarda el aparato estatal en responder ante los femicidios.

¿Qué opinión te merece en lo propiamente artístico?

--Soy música, productora musical y técnica en grabación. Si hablamos de mi rubro, también está sucediendo. Me invitan a tocar para publicitar que hay una mujer en el escenario. Así llenan el cupo femenino, para subirlo a Instagram o para facturar. Pero en toda la técnica no hay ni una mujer. Si siguen estando esos 15 hombres allá arriba, no cambia nada. Las personas que organizan eventos y se consideran feministas deben replantearse eso. La intención real se ve. La sensación es igual a cuando iba a un bar y había dos chabones queriendo afinarme la guitarra. De manera que el cambio no es tan estructural. Que contraten a la Red MultiSonora (NdR: asociación civil argentina que involucra a mujeres e identidades disidentes relacionadas con diferentes disciplinas del sonido, de la que Lupe es parte). Puede empezar a haber un sinceramiento con respecto a la equidad.

¿Cómo manejás tu dinámica entre militancia y música?

--Creo que hay personas para todas las disciplinas, y por suerte existen. Aunque yo también tengo cosas para compartir, que se relacionan con esto. Hablo desde un lugar de artista y de mujer, y todo eso te constituye. Pero es difícil no incomodarse cuando un stage te grita, por más que una tenga fortaleza. El trabajo de reforzar que estoy acá y me voy a hacer respetar es constante. Milito en un nuevo mundo, y eso tiene muchos aspectos. La música nace como una expresión, y es inevitable que esté condimentada por todo esto. Si bien mi militancia la llevo por dentro, tengo 20 alumnas de Ableton por mes.

Con tu ascenso, podrían llamarte para sacar a relucir tu talento o para aprovecharse de vos. ¿Pensaste en eso?

--Me lo tomo con mucha calma porque pienso hacer música todos los años que pueda. Obviamente lo percibo, porque me llegan mensajes que hacen alusión a eso. Trato de concientizar que está sucediendo algo lindo y zarpado. Me lo tomo con calma porque vi a mucha gente que se desespera por el reconocimiento. Y yo no estoy en esa búsqueda, sino en algo más "meleroso". Amo a Melero. Siento que ha sido alguien muy libre. Eso se nota. Hace lo que hace porque tiene ganas. Y sabe aceptar el reconocimiento, en tranquilidad. Esa es un poco mi forma.