A las seis de la tarde del 26 de abril de 1937, la Guerra Civil Española, que ya llevaba nueve meses sumó uno de sus capítulos más oprobiosos, uno de los hechos que generó el repudio universal: el bombardeo de la ciudad vasca. Por primera se atacaba desde el aire a una población civil. Fue, además, el bautismo de fuego de la maquinaria bélica de la Alemania nazi.

Los aviones de la Legión Cóndor actuaron en apoyo del bando nacional de Francisco Franco, que inició la guerra con el fallido golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Junto a la Italia fascista, los nazis fueron los principales apoyos de Franco. La llamada Operación Rügen estuvo a cargo de Wolfram von Richtofen, el primo del Barón Rojo, el más famoso aviador de la Primera Guerra. El objetivo: sembrar el terror, algo que había empezado a aplicar Franco cuando, con un ejército superior al de la República, dilató el ataque a Madrid para centrarse en operaciones contra ciudades más pequeñas, limando los apoyos a los republicanos.

Nunca se supo a ciencia cierta cuántos muertos causó el ataque en una ciudad que simboliza desde siempre al nacionalismo vasco. Guernica. Allí, a la sombra de un roble que simboliza las libertades vascas se reunían los representantes de las comarcas del norte de España. La ciudad no era un objetivo militar y por eso el repudio mundial le ganó simpatías a los republicanos ante un ataque que ultrajaba el sentimiento vasco. El roble quedó intacto, así como el puente que luego se alegó que era el objetivo.

Franco había terminado con todas las rencillas internas a su alrededor con el llamado Decreto de Unificación, que acabó con cualquier atisbo de desafío a su liderazgo, fusionando a las fuerzas falangistas en un solo grupo y liquidando a las demás fuerzas de la derecha. Era el comienzo formal de su liderazgo absoluto hasta su muerte, en 1975. También, una señal hacia Alemania e Italia respecto de quién mandaba. El decreto se promulgó el 19 de abril, una semana antes del bombardeo. Bombardeo que Franco atribuyó durante años a los republicanos, contra toda evidencia.

La indignación por el ataque generó una de las obras emblemáticas de Pablo Picasso, a la vez que un alegato contra la barbarie militar: su mural Guernica, plagado de simbolismos, que el artista realizó en los dos meses posteriores al ataque, y que vio la luz en la Exposición Internacional de París. Años más tarde, cuando durante la ocupación nazi de Francia allanaron la casa de Picasso, le preguntaron si era el autor del mural. Respondió: “No lo hice yo, lo hicieron ustedes”. Cumpliendo sus deseos, el Guernica fue llevado a España una vez restaurada la democracia, desde el Museo de Arte Moderno de Nueva York, al Museo Reina Sofía de Madrid. Era 1981.

En 1997, el gobierno alemán pidió perdón en forma oficial a la ciudad de Guernica por el bombardeo. Para entonces, se abría en Bilbao, cerca de Guernica, el Museo Guggenheim y afloraron los pedidos para que la obra de Picasso fuese exhibida en suelo vasco. Difícilmente salga alguna vez del Reina Sofía, no tanto por cuestiones políticas como de conservación.  "El Guernica tiene un estado de conservación muy precario. En los años 50 sufre una intervención bastante importante donde se le incluye cera desde la parte de atrás. El mal estado de conservación se logró paralizar pero no solucionar. Hay muchas zonas de la pintura que están hoy en día sujetas a una intervención. No conviene estar moviendo el cuadro precisamente por su delicado estado. Tanto el soporte como la capa pictórica", alegaron hace unos años desde el área de conservación del museo madrileño.

En esta ocasión, como parte de los actos conmemorativos, se le dio a una calle de Guernica el nombre del entonces alcalde José de Labauria. Mañana será la entrega de los premios Guernica por la Paz y la Reconciliación, otorgados este año al presidente colombiano Juan Manuel Santos, el líder de las FARC Rodrigo Londoño “Timochenko” y el reportero gráfico Gervasio Sánchez, quien cubriera el sitio de Sarajevo hace 25 años. También habrá una delegación de sobrevivientes de las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki.