Cerca de 100 familias campesinas de puestos y parajes ubicados en Rivadavia Banda Sur, en el departamento Rivadavia del Chaco salteño, solicitaron el arreglo de un camino que transitan para poder ingresar al pueblo. Actualmente, frente a las dificultades generadas por la crecida del río Bermejo, la vía quedó destruida por lo que el recorrido de 30 kilómetros que hacían con anterioridad, ahora se extendió a 90 kilómetros, cruzando por la provincia del Chaco, para poder reingresar al pueblo.

Así lo informó el coordinador del Frente Nacional Campesino (FNC), Benigno López, quien contó a Salta/12 que a raíz de los canales que se formaron por el desborde del río hay quienes decidieron prestar el servicio de chalanas (balsas) para que los pobladores rurales puedan cruzar sus motos por el agua. El costo es de unos 500 pesos en algunas zonas. “También estuvimos hablando con los docentes de escuelas y colegios de la zona que nos dijeron que por esta situación, no están yendo a clases los chicos que viven en la zona”, afirmó el referente campesino. Destacó que las escuelas y colegios no tienen albergues, por lo cual niñas y niños deben recorrer los caminos todos los días.

Si bien desde el FNC se afirmó que este camino es parte de la ruta provincial 13, el director de Vialidad de la Provincia, Gonzalo Macedo, sostuvo que se trata de un camino distinto a esa arteria provincial. Afirmó que frente a las consecuencias y la continuidad de las lluvias, se hace imposible por ahora ingresar máquinas para hacer el trabajo, pero que el objetivo es poder hacer la restauración para unir esta vía directamente con la ruta nacional N° 16.

Las familias campesinas denunciaron que el camino en cuestión (que afirman es la ruta 13), se encuentra en estado de abandono en el tramo Rivadavia – Linea Barilari (en el límite con la provincia del Chaco) por aproximadamente unos 60 kilómetros. Sostuvieron que el camino entre el paraje San Luis (por donde salen para ir a RBS), hasta la línea Barilari se encuentra destruido por falta de mantenimiento y las décadas de abandono de parte del Estado.

Una dolorosa travesía 

Las consecuencias de esta situación es que “comprar mercaderías, vender animales, ir al hospital, recibir asistencia médica, percibir asistencia social, ir a las escuelas, y/o realizar otras actividades laborales, económicas sociales o culturales se convierten en una dolorosa y muy costosa travesía”. Es por ello que concluyeron que es inestimable el daño que se genera sobre la producción, la economía, la salud y la educación de la población, sin contar lo que implica para el desarraigo de quienes viven en la zona.

“Antes nosotros podíamos ir abriendo el camino con machetes pero esta vez no pudimos”, afirmó López. De hecho, frente a esa realidad es que sostuvo que la gente comenzó a trazar caminos alternativos para salir y entrar desde y hacia sus lugares de origen. La única manera de recorrer las distancias es con motos. Al llegar al lugar donde las aguas aún no bajaron deben pagar a quienes tienen chalanas para cruzar el vehículo y llegar al pueblo.