En diciembre de 2019 llegó a la Argentina uno de los hombres más buscados por el gobierno turco. Serkan Kurtulus, ese es su nombre, había trabajado para los servicios secretos de su país y, según dice, vio las atrocidades que comete el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan. Sostiene que vio con sus propios ojos falsos campos de refugiados en la frontera con Siria, que en realidad funcionan como centros de formación militar de organizaciones como el Estado Islámico (EI), el grupo terrorista que su gobierno dice combatir junto con la OTAN. Kurtulus sabe demasiado. Viajó por el mundo escapando de la muerte. Así llegó a ArgentinA. Desde la cárcel de Ezeiza se muestra alarmado ya que está en curso la extradición pedida por Turquía y su solicitud de refugio no avanza. Por eso acaba de iniciar una huelga de hambre. “No estoy en contra de las autoridades argentinas. Solo quiero asegurarme la protección de Naciones Unidas”, dijo a Página/12 desde su confinamiento. 

Kurtulus, de 43 años, llegó a la cárcel de Ezeiza luego de haber sido detenido en Puerto Madero en junio del año pasado. Su nombre formaba parte de las notificaciones rojas de Interpol a pedido del gobierno turco que sostiene un relato muy distinto al que da el exagente. Según esta ficha Kurtulus fue condenado a la pena de prisión perpetua en su país, acusado de los delitos de homicidio con premeditación, infracción a la Ley de Armas de fuego, asociación ilícita para delinquir, robo a mano armada, privación ilegal de la libertad, homicidio doloso y amenazas, entre otros. Junto a él se encontraba Lider Camgoz, que para la Justicia turca trabajaba junto al exagente y también tenía pedido de captura.

Definir a Kurtulus no es sencillo. Compone la lista de “arrepentidos”, personas que sacan a la luz información sensible que alguien no quiere que se sepa. El hombre sabe que dar esa información a la prensa es clave para que su muerte no sea un mero trámite. Por eso contó cómo pasó de defender el nacionalismo turco, lo que llevó a integrarse en el servicio secreto, a escapar de su país. En 2013 Kurtulus viajó a Siria. Su trabajo era recabar información sobre las organizaciones terroristas. “Estando allá yo estaba orgulloso por que creía que servía a mi patria. Pero me di cuenta que el Estado nos usaba y en vez de debilitar a las organizaciones terroristas, las ayudaba”, contó el exagente. Según el relato que presentó a las autoridades argentinas en su pedido de refugio, los milicianos llegaban desde todas partes del mundo a falsos campos de refugiados ubicados en la frontera con Siria. “Recibían entrenamiento, formación militar, armas y los mandaban con el Estado Islámico y Al Nusra”, sostuvo el arrepentido.

Con esa información caliente volvió a su ciudad natal, Esmirna, pensando en abandonar el país. En el medio aceptó un trabajo para el gobierno local. Junto con la policía, el servicio secreto y el partido de gobierno, eran los encargados de perseguir a los partidarios de Fetullah Gulen, que había intentado dar un golpe de Estado a Erdogan en 2016. Un trabajo para nada limpio. Kurtulus admitió que terminó siendo parte de un mecanismo de extorsión a empresarios y comerciantes, a cambio de no acusarlos falsamente de ser golpistas. Luego le encomendaron un trabajo aún más turbio: reclutar a un hombre que se encargara de matar al reconocido pastor evangélico estadounidense Andrew Brunson, vinculado al movimiento golpista. “Yo podía haber llevado a cabo esa matanza, pero no tenía nada que ver con la defensa de mi patria”, dijo Kurtulus.

Así escapó hacia Georgia donde recibió aprietes de la inteligencia turca. “Me amenazaron para que regrese. Entonces empecé a publicar las pruebas sobre los crímenes. Un año y medio después de que llegué a Georgia, no inmediatamente, me pusieron en Interpol con hechos inventados”, sostuvo el exagente. Según el pedido de captura presentado por la Justicia turca, Kurtulus lideraba una asociación ilícita desde Georgia. En total se lo acusó por 28 hechos delictivos en la República de Turquía, motivo por el cual ya fueron detenidas otras 54 personas. Sin embargo el gobierno de Georgia no aceptó el pedido de extradición y la Cruz Roja lo nombró como refugiado. “Las autoridades de Georgia me avisaron que habían enviado a un profesional para matarme. Por eso me fui de ahí y llegué a Argentina tras un largo viaje”, narró el arrepentido.

Las revelaciones del exagente contra el gobierno de Erdogan no son las únicas. También el periodista turco Can Dundar reveló en 2015 sobre el envío de armas a los rebeldes sirios en camiones protegidos por el servicio secreto. Tras pasar meses en prisión preventiva, Dundar logró exiliarse en Alemania. Sin embargo la Justicia turca lo condenó a 18 años y 9 meses de prisión por “espionaje” y a ocho años y nueve meses por "financiar una organización terrorista".

Ya pasaron 11 meses desde el pedido de refugio realizado por Kurtulus a la Comisión Nacional para los Refugiados (CONARE). La extradición fue avalada por el juez federal Marcelo Martínez de Georgi, que también hizo lugar a un pedido de apelación hacia la Corte Suprema. Restan que ambas instancias se resuelvan para conocer sobre el destino del exagente. Kurtulus sostiene que no va a durar ni un minuto vivo en Turquía, por eso inició la huelga de hambre. “Imaginate que voy a revelar crímenes de Estado que llegan al gobierno central de Ankara, muchas cosas que aún no saqué a la luz. ¡¿Te pensás que van a dejarme decir eso?! Prefiero morir acá, por eso estoy pidiendo garantías a Naciones Unidas”, sostuvo el arrepentido.