La semana pasada la noticia más resonante en los mercados financieros no estuvo asociada con la volatilidad de las criptomonedas ni la caída de los precios de algunas empresas tecnológicas de Wall Street. El dato que despertó principalmente la atención de los inversores globales fue la tasa de inflación de abril de la economía de Estados Unidos.

La suba del índice de precios minoristas fue de 0,8 por ciento y acumuló un avance de 4,2 por ciento interanual. Esta cifra se ubicó por encima de la expectativa de 3,6 por ciento del mercado y se trata de la tasa de inflación más elevada desde septiembre de 2008. En ese momento se había ubicado en 4,9 por ciento interanual.

El dato de la aceleración de los precios volvió a recrudecer el debate entre economistas respecto de las tendencias inflacionarias y la capacidad del dólar para mantenerse como reserva de valor.

Los más críticos hablan de un mundo que podría comenzar a parecerse al de los 70: estancamiento de la economía con shocks de precios. Plantean que el plan de Estados Unidos de avanzar en un programa de fuerte estímulo fiscal (transferencias directas a la población vulnerable y obras públicas) y tasas de interés cercanas al cero por ciento son fuentes importantes de inflación.

La suba de los precios las materias primas en niveles máximos de los últimos 12 años, el oro ubicándose de nuevo encima de los 1800 dólares por onza y el avance exorbitante de las cotizaciones de las criptomonedas son algunos de los factores que llevan a algunos analistas a dudar sobre el valor del dólar y su rol como moneda de refugio para los próximos años.

Pero no todos los economistas piensan de la misma manera ni comparten los mismos argumentos. El profesor de la Universidad de California James Bradford DeLong es uno de los que descartó el riesgo de un shock de precios.

Afirmó que “mientras que a algunos comentaristas les preocupa estar volviendo a la década de 1970, esto es muy poco probable. Una cosa que debería quedar clara es que un repunte de la inflación este año no es motivo de preocupación”.

El premio Nobel Paul Krugman fue el investigador con mayor renombre internacional en mostrarse lapidario en los últimos días contra los que hablan de rebote inflacionario por culpa del Plan Biden para estimular el mercado interno.

Aseguró que “esto no se parece en nada a la estanflación de la década de 1970 sino que parece un problema temporal”. Asegura que los datos de abril son un reflejo de cuellos de botella transitorios de una economía que busca recuperarse de la pandemia.

“¿Debería el presidente Biden descartar su agenda económica porque los estadounidenses se apresuran a comprar autos usados (uno de los rubros que aceleró la inflación de abril)? La historia nos dice que es una muy mala idea que los responsables de la políticas económicas entren en pánico ante una situación como la actual”, advirtió Krugman.

Señala que vuelven a escucharse los mismos comentarios de hace una década cuando se planteaba que las políticas de tasa baja y liquidez conducirían a una inflación galopante. Comentarios que fueron desapareciendo cuando se hizo obvio que el salto de precios no sólo no estaba ocurriendo sino que no iba a ocurrir. 

“Son voces del mundo financiero que no saben nada pero como suele suceder con la gente de dinero asumen que lo saben todo”, concluyó Krugman.