La periodista uruguaya María Esther Gilio solía decir que el periodismo tiene la extensión del océano y la profundidad de un charco. El proyecto de investigación periodística que se lanzará este martes bajo el nombre de Línea Roja viene a combatir esa falta de profundidad que el oficio ha sufrido en los últimos tiempos, sobre todo en el medio televisivo. Un equipo de investigación coordinado por los periodistas Alejandro Marinelli y Virginia Messi, e integrado por periodistas, editores, productores, guionistas y camarógrafos elaborará informes audiovisuales sobre diversas temáticas de interés social que se presentarán semanalmente los martes a las 19 en la edición central de Telenueve y en diversos medios del Grupo Octubre.

Los informes producidos por el equipo están pensados como contenido multiplataforma, con un itinerario que abarcará diversos canales: el segmento será presentado los martes a las 19 en Telenueve Central (conducido por Claudio Rígoli y Mariana Verón), luego pasará por la edición central de IP Noticias a las 20 (a cargo de Noelia Barral Grigera y Gabriel Sued), y de allí al resto de plataformas y medios del grupo como AM 750 o Página/12. El equipo de Línea Roja se completa con los periodistas Juan Diego Britos, Chiara Finocchiaro, Juan Piterman, Marcos Principi y Lucia Cholakian; Victoria Bornaz en producción ejecutiva; Ana Laura Pace en guión; Emmanuel Saad en producción de exteriores; Valeria Vitale en postproducción; Emiliano Laborde en edición; y Matías Giménez, Lucia Pitta y Francisco Rodríguez en la realización de cámaras.

El equipo de investigación periodística de Línea Roja

“La intención de este proyecto es volver a hacer investigación periodística en televisión, porque hace tiempo que no se realiza con la rigurosidad que tuvieron históricamente los medios gráficos en términos de chequeo de la información. Coordino este equipo junto a Virginia Messi, gran periodista especializada en policiales; los dos tenemos mucha experiencia en este campo”, puntualiza Alejandro Marinelli en diálogo con Página/12. El equipo apuesta a la complejidad: la idea es trabajar bajo las lógicas de las antiguas redacciones para diferenciarse de los informes más tradicionales que circulan hoy en el medio televisivo. La información obtenida de expedientes, fiscales y diversas fuentes judiciales será cruzada con datos duros y estadísticas que permitan explicar los fenómenos sociales desde una perspectiva más amplia y con todos sus matices. “Vamos a trabajar como si se tratara de un informe para un diario pero con recursos audiovisuales”, destaca.

Periodistas experimentados de larga trayectoria y jóvenes profesionales que inician su recorrido confluirán en un proyecto periodístico tan ambicioso como estimulante, ya que en la actualidad no abundan los espacios para desarrollar este tipo de producciones: “La idea es tomar algunos temas –que en muchos casos pueden resultar complejos– y desentrañarlos­. Intentaremos comprender estos fenómenos a partir de la consulta con especialistas, funcionarios o investigadores de delitos complejos en el campo judicial. Vamos a destripar un poco estas temáticas para ponerlas a disposición de un formato audiovisual que permita acceder a una investigación profunda y a una información que siempre es vasta. Dentro de los recursos que permite el medio televisivo, trataremos de ofrecer un contexto amplio: el público tiene que entender qué está pasando pero también por qué está pasando”.

En ese sentido, Línea Roja parece ir a contramano de las lógicas imperantes en el universo televisivo, donde el tiempo es tirano y la información, efectista. “Muchas veces determinados formatos tientan a ajustarse a los contenidos de impacto. Acá tratamos de utilizar los recursos audiovisuales para que las historias que queremos contar sean narradas con un lenguaje televisivo atractivo y que, a la vez, puedan dar cuenta de todas las horas de investigación que hay atrás. Se trata también de recuperar la gran tradición de los informes periodísticos de otras épocas que –muchas veces por la demanda de recursos– no se pueden llevar adelante. Hay que apostar a eso”.

Cada capítulo abordará una temática particular de interés social, que permitirá comprender diversos fenómenos e interpelar las preocupaciones de distintos sectores sociales. “No queremos que sean informes de nicho –subraya Marinelli–. En el primer capítulo, por ejemplo, vamos a contar quiénes son los dueños del narcotráfico en la ciudad de Buenos Aires, quiénes son los amos y señores que distribuyen casi el 100% de la marihuana, la cocaína y el paco en Capital Federal y algunos sectores del conurbano bonaerense. Estamos hablando de una organización que tiene un Estado paralelo y goza de ciertas protecciones: vamos a explicar quiénes son, cómo se articula todo eso y desde dónde lo hacen”.

Otros ejes a abordar serán las “pandemias dentro de la pandemia”, es decir, de qué manera impactan y crecen ciertos delitos como consecuencia de los comportamientos pandémicos. Marinelli está lejos de ser un novato en materia de investigación periodística. A lo largo de su trayectoria ha colaborado en numerosos medios y desde hace años se especializa en policiales: “Nos pareció que el tema del narcotráfico era una gran problemática para abordar en la primera entrega porque en los últimos tiempos hubo muchas novedades al respecto. No estamos contando algo viejo; se trata de hechos recientes que van a determinar lo que suceda con estas organizaciones en un futuro cercano. Son temas que con Virginia Messi manejamos desde hace bastante, sobre todo ella que es una especialista destacada y escribió varios libros al respecto”.

-¿Cuál es la importancia de trabajar la complejidad de estos temas actuales de manera colectiva, en el seno de un equipo periodístico?

-Yo nunca trabajé en equipo. Siempre trabajé solo en medios escritos, salvo alguna vez en la que hice una investigación con otros compañeros. Estar a la cabeza de este grupo fue todo un desafío porque supone trabajar colectivamente un tema y poder abrirnos a la perspectiva de colegas que quizás abordan la cuestión de otro modo. Esto enriquece siempre. Tratamos de convocar a periodistas con rasgos muy distintos. Lucía Cholakian, por ejemplo, tiene una mirada muy marcada por la perspectiva de género; ella observa desde ese lugar incluso temas que no son específicamente de género. A Diego Britos le gusta muchísimo trabajar en el territorio, hablar con la gente y recopilar distintas voces para comprender un fenómeno. Chiara Finocchiaro es una compañera más joven que siempre va al detalle y contempla la rigurosidad, entonces es quien nos baja a tierra si volamos mucho. Trabajar en equipo te permite que el otro te dé algo que vos no tenés o detenerte en aquello que ni siquiera observás. El cruce con personas de otra generación habilita nuevas texturas en el relato.

Marinelli establece una distinción entre los periodistas formados en medios más tradicionales y estos jóvenes periodistas nativos de los nuevos medios digitales. “Hasta ahora los resultados son muy positivos. Los primeros dos capítulos fueron trabajados mucho más junto a Virginia, pero en los siguientes que estamos armando hubo un intercambio con los chicos que nos permitió replantear algunas cuestiones en torno a la perspectiva de género, cómo observar y con qué cuidado contar ciertas historias. No se trata sólo de la información sino también de cómo va a impactar esa información en determinados colectivos o en los sectores más vulnerables. Por eso está bueno tener el aporte de esas cabezas jóvenes que quizás te señalan ‘che, esto no da’. La investigación empieza a ser mucho más prolija y cuidadosa, evitando un relato descarnado que incluso puede llegar a herir la sensibilidad de quienes te están contando su experiencia personal con confianza”.

-¿Con qué tipo de capital simbólico cuenta hoy un periodista, considerando los egos que circulan en medios como la televisión?

-Para mí está buenísimo que se tomen decisiones colectivas en un equipo. Por supuesto están las personas que en alguna situación pueden tener la última palabra, pero me parece que las dinámicas colectivas borronean un poco los egos del periodista y está bueno que así sea. Creo que esta es la única manera de que el trabajo en equipo funcione mejor. La suma siempre es preferible a una única cabeza que decide sin contemplar las individualidades.

-Los proyectos de investigación periodística como Línea Roja permiten profundizar allí donde parece imposible complejizar ciertos fenómenos. ¿Cuáles son los principales desafíos?

-Hay algo que remite a una perspectiva periodística más clásica y que a nosotros nos interesa mucho. Por ejemplo, si vamos a hablar de la problemática del narcotráfico tiene que aparecer la voz de un narcotraficante; no podemos incluir sólo la del policía, el fiscal y la víctima. Esa lógica también la llevamos a otros terrenos. Elaborar un informe periodístico no se trata de generar una producción maniquea en la que sólo figure el relato de buenos y malos, sino de exponer todas las texturas y matices acerca de una cuestión. En medio de ese maniqueísmo hay un montón de complejidades que merecen ser atendidas y que, por lo general, se escapan de la primera pincelada al presentar estos fenómenos. Desentrañar eso es lo que a nosotros nos motiva a la hora de hacer estos informes, para que no sea blanco/negro en términos de relato, que los espectadores no se queden con los mismos elementos que ya tenían sino que puedan incorporar otra mirada.

-IP es un espacio que se caracteriza por convocar voces de periodistas jóvenes. ¿Cómo ves el panorama del periodismo en términos de formación?

-A mí me cuesta un montón hablar con grandes títulos al momento de referirme a lo que para mí significa el “periodismo” o el “periodismo joven”. Me parece que hay periodistas muy inquietos, bien formados, y también están aquellos que no. Es importante habilitar los espacios para quienes tienen ganas de aprender, ir para adelante y formarse. Entiendo el periodismo de una manera bastante particular que remite a la idea del oficio: está la necesidad de formarse (esto es imprescindible), pero hay otra parte de nuestra profesión que es el oficio. Eso no te lo enseñan en la universidad o en un taller; es algo que se aprende con la experiencia en las redacciones o en grupos de investigación. La formación académica en universidades o escuelas de periodismo es muy valiosa, genera una diferencia a la hora de analizar o escribir y es lo que todos los periodistas deberían hacer, pero hay otra parte que es el oficio y eso es intransferible.