La semana que culmina dejó atrás una nueva escalada de violencia en las calles, y el descubrimiento de una verdadera "empresa dedicada al sicariato", tal como la definió el fiscal de la Agencia de Criminalidad Organizada Matías Edery. Es que mientras llevaban adelante una investigación sobre un grupo de personas que habían sido contratadas para terminar con la vida de un ex hombre de confianza del narco Esteban Alvarado, descubrieron que a la misma banda le pagó el empresario dueño del laboratorio Nutrilab para terminar con la vida de un ex empleado que se convirtió en competidor. "Esta ha sido una semana importante por varios hechos que están en investigación y aparecen concatenados a partir de la investigación de un homicidio, el de Nicolás "Fino" Ocampo, del 16 de abril. Es que la fiscalía federal captó unas escuchas telefónicas, y así empezamos a investigar lo que tramaba un grupo que se dedicaba a cumplir encargos de homicidios", explicó Edery.

--¿Hay un grupo en Rosario que se encarga del sicariato directamente?

--Esta era una cuestión que sospechábamos, pero claramente en esta empresa encontramos hasta un influencer que le buscaba los encargos y los acompañaba a conseguir las personas que pagaban por matar gente, lo que nos parece un salto cuantitativo en la violencia en Rosario. El dato de la justicia federal nos permitió determinar, en una investigación vertiginosa, que el lunes 7 de mayo iban a matar a una persona. Así se empiezan a tirar algunos datos, con la urgencia del caso para resolverlo, porque queríamos impedir ese hecho. Finalmente tuvimos la información de que el día 21 de abril habían atentado contra la vida de esta víctima, que no llegó a ser tal. Así, con un trabajo impresionante de los empleados de la fiscalía, logramos dar a través de las redes sociales con esta persona. El sábado 5 por la noche pudimos tener una idea de quién podía ser y el lunes por la mañana, el mismo 7 de mayo en que lo iban a ejecutar, pudimos protegerlo y traerlo a la Fiscalía. Los audios de esta investigación son escalofriantes, porque hablan de que si no lo podían matar a él, matarían a su hermano. El que encargó la muerte dijo que no era lo mismo, pero igual avanzarían luego con su víctima principal. El lunes 7 de mayo buscamos a esta persona, trajimos a Fiscalía tanto a él como a su hermano y les informamos de esta situación. Los pusimos en una casa protegida. La verdad es que la Agencia de Investigación Criminal y su área de inteligencia trabajaron muy bien con nosotros, al igual que el comisario Raúl Hirch, jefe de la Policía Federal, y el área de Protección de Testigos que cuidó a esta  gente. 

--¿Qué tipo de problemas habían tenido para que este empresario lo mande a matar? 

--Nosotros le preguntamos con quién tenía algún problema y nos dijo que tenía un problema comercial con una persona que era su ex empleador, porque él se había abierto de un negocio. Ahí empezamos a ver en la investigación. Podemos decir efectivamente que esta persona, que era el ex empleador, había encargado el trabajo por la suma de 500.000 pesos. No había ocurrido un hecho grave, sino trivial, del orden comercial, porque el empleado había abierto un negocio similar y le hacía la competencia. Por eso digo que este hecho marca un salto cualitativo en cuanto a violencia en la ciudad y en cuanto a que gente que no está metida en ningún hecho grave anterior, puede contratar a un sicario para matar a una persona por una diferencia.

--¿Quién dirigía a este grupo?

--Esta empresa dedicada al sicariato está dirigida por una persona muy vinculada con la organización de los Cantero. Se trata de Fabio Giménez, que tiene la mitad de sus hermanos muertos en distintos enfrentamientos y la otra mitad presos. Este hombre de 30 años contaba con una serie de personas, incluso que no se conocían entre sí, y que funcionaban con buena logística. Había quienes disparaban, quienes manejaban las motos. Digo que era una verdadera empresa, porque él mismo hablaba de que esta era su forma habitual de vida. Tengo un trabajo, tengo otro trabajo, se lo escucha decir en las llamadas. 

--¿Cuánto se pagaba por un asesinato?

--Dependía de cada muerte. Hay conversaciones en las que hablan de 500 mil pesos, otra de 150 mil y una restante donde el mismo confiesa no saber cuánto pedirle. Todo dependía también de la logística que necesitaran, seguimientos y rutinas, entre otras cosas que demandaban, para cobrar el crimen. 

--¿Desde dónde operaba Giménez?

--Desde la Unidad Penitenciaria N ° 3 de Zeballos y Ricchieri, donde está preso desde hace cinco años por un hecho de robo. Desde allí organizaba esta empresa de sicariato.