La extrema derecha colombiana descubrió la importancia de dar una batalla cultural por la producción de sentido sobre lo que pasa en sus calles. Lo hizo apropiándose de una obra del filósofo y psiquiatra francés Félix Guattari y utilizando la voz de un oscuro personaje chileno formado en el nazismo. El expresidente Álvaro Uribe se valió del aporte de Alexis López Tapia, director de Radio y Televisión Santiago de Chile (RST) y ex colaborador de Radio Bío Bío para atribuir lo que ocurre en Colombia a una “revolución molecular disipada”. Un concepto que el hombre de medios se apropió de Guattari, quien escribió importantes obras junto a Gilles Deleuze. El anti-Edipo en 1972 y Mil mesetas -Capitalismo y esquizofrenia- en 1980.

La afinidad de pensamiento entre Uribe y López Tapia se conoció cuando la difundió Gustavo Petro, senador de la fuerza Colombia Humana y presidenciable. También lo hizo el diputado nacional venezolano Diosdado Cabello y hombre clave del gobierno de Nicolás Maduro. El chileno negó conocer personalmente al ex presidente de Colombia pero sugirió en una entrevista en YouTube que Uribe pudo haber leído “parte del material que he investigado”.

López Tapia se presenta en la red Linkedin como “entomólogo e investigador científico e histórico con estudios de periodismo, electrónica, informática y lenguas clásicas”. El 19 de febrero pasado brindó una conferencia en la Universidad Militar Nueva Granada de Colombia donde lo describieron como un “ilustre hijo de Chile” y un “egregio investigador, periodista, escritor y politólogo” según publicó el sitio chileno La voz de los que sobran. Fue una de las dos ocasiones en que disertó en la casa de estudios. Lo invitó su rector, el brigadier general Luis Fernando Puentes.

Habló sobre el estallido social en su país que comenzó el 14 de octubre de 2019 contra el aumento del boleto del subte. Según la misma página chilena, definió el concepto al que adhirió Uribe para explicar lo que sucede hoy en Colombia: “las fuerzas de orden y seguridad son coaccionadas y excluidas; se articulan guerrillas urbanas y rurales; la delincuencia subversiva opera como máquina revolucionaria; se produce un estado de guerra civil horizontal, molecular y disipada”.

Dos años después del levantamiento popular contra el gobierno de Sebastián Piñera, López Tapia insiste con colgarse a la teoría de Guattari explicada en su libro Revolución molecular (y al que él le agregó el adjetivo “disipada”) publicado en 1977. Lo hace para vincular aquellos hechos en Chile con lo que sucede ahora en Colombia. “Es igualito, paso a paso, es de manual lo que está pasando. Mátenme por nazi, mátenme por mensajero, me da lo mismo, ya el mensaje está puesto” dice el hombre que inspira a Uribe pero lejos está del intelectual francés al que le extrapoló su pensamiento para transformalo en una deriva ultraderechista.

Cuando expuso en la Universidad Militar con sede en Bogotá, reivindicó las acciones represivas de Carabineros en su país y se valió de una imagen de Donald Trump y otra de Piñera para responderse él mismo a la pregunta: ¿Cuál es el camino correcto ante la violencia? Al expresidente de EE.UU lo asoció con conceptos como afirmación de autoridad, no negociar con terroristas, voluntad y ejercicio del poder y valor para enfrentar la insurrección. Al mandatario chileno le enrostró el abandono de la autoridad, la cesión y el doblegamiento ante amenazas, la falta de voluntad para ejercer el poder y el temor a enfrentar la insurrección. Como si la respuesta de su gobierno a las movilizaciones hubiera sido inocua. Sin víctimas fatales o que perdieron un ojo por los perdigones que lanzaba la policía.

La filmación con la exposición de López Tapia fue eliminada. Pero no un audio o las imágenes que utilizó para explicar su teoría represiva. Llegó a afirmar que en Chile “la institución con la más alta aprobación pública permanente, con insurrección incluida, es Carabineros”.

La presencia de López Tapia en Colombia provocó en su momento la respuesta de varios jóvenes judíos. Le escribieron una carta a la principal organización de su colectividad en la que criticaron la presencia del chileno en la Universidad donde se forman militares y policías en otras profesiones. También pidieron que se rechacen las expresiones de Uribe en su cuenta de Twitter el 3 de mayo que hacen referencia a la teoría del “reconocido y confeso neonazi”. El político ultraderechista había escrito: “resistir revolución molecular disipada: impide normalidad, escala y copa”.

Ese fue apenas uno de sus conceptos. Uribe nunca descansa en su prédica: “Hay una cosa vieja que ha seguido creciendo en Colombia que es la violencia, en la que intervienen las FARC, grupos de narcotráfico, políticos de extrema que combinan todas las formas de lucha y que también está incentivada desde afuera, y que propone que Colombia sea una tercera Cuba o una segunda Venezuela…”.

La vinculación de López Tapia con el ideario hitleriano viene de lejos. La Desdémona, otra web chilena, la describe así: “Ingresó al kinder sabiendo leer y escribir. Ya a los ocho años había recibido de su padre, el militar Osvaldo López, el libro escrito por Hitler, Mi lucha y a los once años, el archivo completo del Partido Nacional Socialista Obrero (PNSO) fundado por el chileno Franz Pfeiffer en los años ‘60”. La misma publicación sostiene que “cuando estaba en 8º básico sus compañeros ya le decían ‘el nazi’”.

López Tapia creció y mantuvo las mismas ideas. Entre el 17 y 22 de abril del 2000 fue el coordinador general del I Encuentro Ideológico Internacional de Nacionalidad y Socialismo realizado en dos sedes: una cabaña de Concón, en la Quinta Región y su casa de Santiago de Chile. Militaba en el movimiento político de ultraderecha Patria Nueva Sociedad que lo tuvo entre sus fundadores. La iniciativa de reunirse la defendió en la revista que dirigía, Pendragón: “Vamos a realizar el encuentro cueste lo que cueste y le pese a quien le pese”. Él no pudo participar en la inauguración de la reunión porque estaba detenido.

Cinco meses después, el 21 de septiembre de 2000, viajó a Buenos Aires. Lo había invitado Alejandro Biondini al lanzamiento del Partido Nuevo Triunfo realizado en el hotel Castelar de Avenida de Mayo. Fue uno de los oradores del acto, donde apareció de uniforme color pardo. Su defensa del dictador Augusto Pinochet – sin nombrarlo – todavía se recuerda en los mentideros del nazismo criollo. “Vengo de un país que se dice democrático y que, sin embargo, prefiere encerrar a un hijo de su tierra antes de quedar mal parados ante la comunidad internacional”. El militar que lideró el golpe de Estado contra Salvador Allende había estado 503 días retenido en Londres por orden del juez Baltasar Garzón, pero nunca en Chile. Si volvió a su país en mayo del 2000, justo cuando López Tapia acababa de realizar el primer encuentro de su partido neonazi. Hoy, pasadas dos décadas de aquel mitín, es el combustible ideológico del uribismo colombiano y se identifica con la frase “Patria o caos” en su cuenta de Twitter.

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