La ley no pudo contra la norma. Otra vez tenemos que hablar de violencia y odio hacia el colectivo LGBTIQ. La semana pasada comentaba sobre la diferencia de homofobia y homoodio en estas páginas. Debido a los hechos ocurridos en la madrugada del martes, me parece pertinente volver a hacerlo para dejar bien en claro que existe una distinción entre estos dos actos. No es lo mismo una reacción por una fobia, que un acto impulsado por el odio. Una persona con fobia a las arañas no va por la vida cortando posters del hombre araña o con fobia a los botones no va arrancando los botones de las personas por la calle. Quizás les parecerá recurrente el tema, pero hoy esta columna es la única herramienta que tengo para tratar de luchar contra estos mensajes de odio que son muy dañinos para nuestra sociedad.

En el marco del Día Internacional de la Lucha contra la Discriminación, la Homofobia, Transfobia y Bifobia, el lunes 17 de mayo, la intolerancia y el odio de un grupo de jóvenes asociados a un partido político de extrema derecha que pregona la defensa de la familia y la patria atacaron la bandera de la diversidad izada en el obelisco. Actuaron bajo el lema «Cortemos con los lobbys, cortemos con los impuestos, devuelvan la patria». Y para coronar este acto vandálico y discriminatorio, su referente político Juan José Gómez Centurión reposteó el episodio en sus redes sociales.

Me sorprende, y es un llamado de atención, que un excandidato a la presidencia de la Nación avale hechos que atentan contra la libertad y viole las leyes de nuestra querida patria. Juan José, lo invito a reflexionar desde el corazón. No sé si está al tanto que hace más de dos meses estamos buscando a Tehuel De La Torre, un chico trans desaparecido. Como candidato debería saber que un futuro libre y con oportunidades se construye con una juventud comprometida con la diversidad, la empatía, el diálogo y la libertad.

El corte de la bandera no solo es un hecho vandálico más, es la muestra de una política peligrosa que viene asomando el mundo. Santiago Abascal en España; Matteo Salvini, en Italia; Viktor Orbán, en Hungría; Alexander Gauland y Alice Weidel, en Alemania; Jussi Halla-aho, del partido Verdaderos finlandeses y Marine La Pen, en Francia, son solo algunos de los representantes de esta tendencia. No necesitamos ir tan lejos: pasó acá en Latinoamérica, con nuestra vecina Brasil y Jair Bolsonaro y su política anti derechos. Lo que está sucediendo en el mundo con la extrema derecha y sus mensajes de odio, discriminatorios y reafirmando un tipo de familia que deja afuera todo lo que no es como ellos es un símbolo de retroceso que atenta contra la Argentina diversa, justa e inclusiva que soñamos la mayoría. Por suerte con el resultado de las ultimas elecciones en Chile, tengo esperanzas, no todo esta perdido.

Hace días me hago esta pregunta: ¿Quién les dijo a lxs cis que el mundo les pertenece? ¿Ellxs tendrán las escrituras? ¿Por qué creen que la patria es solo suya? Pertenecer a la mayoría no les da el título de propiedad, solo deja en evidencia una cosa: cómo crece su intolerancia. Además de la poca empatía y la ignorancia (la mayoría de los mensajes que leí al respecto de la noticia sobre la agresión del lunes, no tenían idea de por qué se había izado la bandera del orgullo o qué se conmemora el 17 de mayo).

Los episodios de odio constantes y las intimidaciones que vive el colectivo LGBTIQ+ son muy peligrosos en todas las etapas de nuestra vida, pero lo son aún peor en la infancia y adolescencia porque no solo hacen perder la confianza sino que dañan la autoestima de quienes los padecen al punto tal de conducir, en muchas ocasiones, al suicidio. Es fundamental que quienes los llevan a cabo sean conscientes de las consecuencias de sus acciones. Necesitamos un estado presente, políticas publicas y leyes más severas que luchen contra la discriminación. Como con cualquier tipo de acoso, esto se debe trabajar en una campaña nacional seria que ponga el eje en la educación, en la importancia de la tolerancia y en la sanción para quienes aún conociendo el impacto de su accionar, no se detienen.

Como hace dos meses, me sigo preguntando: ¿Dónde está Tehuel?