Este 25 de mayo River Plate cumple 120 años de vida. Es larga la historia que recubre los pasillos de esta institución que de La Boca se mudó a Núñez. Alegrías, tristezas, festejos y un presente con Marcelo Gallardo al mando, que no deja de sorprender a propios y ajenos. Trofeos, copas, placas, medallas, camisetas, libro de socios, el archivo es enorme. Para capitalizar al máximo la identidad de esos objetos que preservan y revisten su mística, el club que actualmente preside Rodolfo D’Onofrio, decidió dar un paso más y en 2009 fundó el Museo que se encuentra al lado del estadio Monumental, sobre Figueroa Alcorta al 7509.

La creación de este lugar permitió que más hinchas pudieran conocer la historia del club y visibilizar una narrativa, que más allá de situarse en los logros obtenidos por River, ha posibilitado el conocimiento de los diferentes contextos del país en cada momento de la competencia. “El área tiene dos cuestiones: una más museológica, que tiene que ver con cómo funciona el museo: nuevas tecnologías u objetos que haya que mostrar, y toda el área de historia que es como el reservorio del club y que incluye otras cuestiones que no necesariamente son el museo: digitalización de fotos, documentos. Todo eso fue importantísimo porque no estaba”, cuenta Rodrigo Daskal, presidente del área de Museo, Trofeos e Historia de Club Atlético River, doctor en sociología e investigador del Centro de Estudios del Deporte de la Universidad Nacional de San Martín.

Y sigue: “En las elecciones del 2013 habíamos propuesto un proyecto que tenía que ver con revalorizar el museo y la historia. Para eso fue central la conformación de un grupo en la comisión de Museos, Trofeos e Historia que tiene entre 10 y 12 personas con diferentes perfiles. Está quien colecciona objetos, quien digitaliza, quien arma toda la parte audiovisual (el canal de You Tube del Museo River y se encarga de conseguir material en alta calidad para que esté disponible), está quien trabaja con las muestras que venimos presentando, están los especialistas en toda la época amateur de River (Patricio Nogueira y Osvaldo Gorgazzi, los vicepresidentes del área). La meta era organizar eso y dejarlo listo para el club. El día de mañana si no soy más directivo, queda todo esto organizado con acervo en términos de material humano e histórico”.

El Museo abarca más de 3500 metros cuadrados de superficie. Sus distintos ambientes ofrecen áreas temáticas que dividen el recorrido y hacen eje en fechas emblemáticas de la historia de River. Una de las atracciones es el Túnel del Tiempo. A medida que uno camina, puede ingresar en las cabinas que resumen las décadas del club. Allí se puede conocer cronológicamente las personalidades centrales del Millonario, los equipos que hicieron grande al club, las mejores goleadas, triunfos destacados y los trofeos a nivel nacional e internacional. El capítulo aparte es para el despliegue tecnológico: paneles interactivos de función táctil para conocer distintas formaciones y jugadores, y un cine 360°. “El museo guarda nuestra gran historia, y con el presente de River, día a día estamos construyendo el museo del futuro”, agrega Jorge Brito, vicepresidente 1° de la institución Millonaria, quien está en permanente contacto con las actividades del área.

El Túnel del Tiempo, una de las atracciones del Museo. (Alejandro Leiva)

Este 25 de mayo, además del gran festejo por los 120 años de vida, hay que señalar también, a propósito del rol del Museo, que se cumple un nuevo aniversario del Archivo Histórico Enrique Zanni fundado en 2017. La inauguración de este archivo -no existía algo así en el club- facilitó un espacio de trabajo para gente de la comisión interesada en la historia del club y generó un lugar donde guardar los documentos para su puesta en valor. Por ejemplo, los legajos de los jugadores de la década del ’50 en adelante, patrimonio invaluable. “Todo ese acervo no sólo nos permite ir descubriendo historias, sino también mostrarlas”, dice Daskal. “Sirve de consulta para dar respuesta a cosas puntuales de la historia y también se aprovechó en todo este contexto de pandemia para permitir mostrar cosas que habitualmente no se muestran y potenció el uso de las redes sociales. Para nosotros es un orgullo como gestión”, agrega.

El Museo forma parte del proyecto ISMA, una organización internacional de museos deportivos que se fundó hace dos años. Algunos de los museos que lo integran son el del Benfica, Torino y Barcelona. Miembros del club blaugrana hace dos años visitaron el museo de River y quedaron sorprendidos con los distintos formatos de adaptación que se dispuso para todos los públicos: braile y lenguaje de señas en las películas. Pero además de estas visitas internacionales y la de sus propios hinchas, también se acerca gente a la que no le gusta el fútbol o hinchas de otros equipos, colegios y distintas instituciones. “Uno nunca sabe si cuando vienen chicos de primarios o secundarios, no está poniendo una semillita para alguien que después le va a interesar la historia, ya sea del país o del fútbol. Para mí ese rol es clave. Si bien la institución en sí ya tiene una pata en eso, el museo no deja de aportar su granito de arena”, aclara Daskal.

La Máquina, una estación ineludible en la historia de River. (Alejandro Leiva)

Y si de historia -y memoria- se trata, el último 24 de marzo el Museo River, junto a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, realizó una convocatoria de familiares o allegados/as de socias y socios que hayan sido víctimas de desaparición forzada durante la última dictadura militar (1976 – 1983). Con la idea de recuperar la memoria de esos socios y socias, se logró cruzar un padrón viejo y digitalizado que tiene el departamento de socios del club, con un registro de detenidos y desaparecidos. Las identidades que pudieron ser confirmadas, se mostraron y homenajearon a través de un video el día de la memoria.

“El hecho de tener un museo no solo donde está toda la historia tan importante de nuestro club, sino además como está hecho, es excepcional. La tecnología que tiene y todas las cosas que año a año se van sumando me parece extraordinario, sobre todo para el andar y el crecimiento de todos los chicos, los hinchas de River y de la sociedad también. Es parte de la instrucción para todos nosotros”, dice Enzo Francescoli. “Para mí, obviamente, es un honor estar en algunos lugares de ese club. Tengo una gran devoción por el museo de River”, agrega y aprovecha para saludar a todos los hinchas de cara a un nuevo aniversario. “Un abrazo a todos los hinchas fanáticos del club. Y lo que digo siempre, que no deja ser redundante, pero no menos importante: nunca pensé estar en la historia y ser parte de esto. Es un honor, un orgullo y estará siempre en mi corazón. Muchas felicidades por estos 120 años a todos los riverplatenses”.

Los museos, en este caso los deportivos, muchas veces dejados de lado por esa ambigua disputa entre alta cultura y cultura popular, no es que vengan a zanjar esta discusión, pero sí a intentar quitarles fronteras a los públicos y a brindar herramientas para que las experiencias puedan establecer diálogos que entrecrucen historia y deporte. El crecimiento de sus visitantes no solo demuestra algo más que un mero entretenimiento, también coloca nuevos desafíos intelectuales que difícilmente puedan obviar que estos espacios empiezan a ser habitados por sociedades que se resisten a creer que el fútbol solo es patear una pelota y gritar un gol.