Desde Barcelona

UNO De pronto --mientras se afeita frente a ese retrato de Dorian Gray que es el espejo del baño-- Rodríguez empieza a escuchar una y otra vez la palabra "patriota". Y la palabra repetida sale del televisor que dejó prendido en la sala. Allí, imágenes de tsunami migratorio golpeando la ciudad afro-española de Ceuta. ¿Invasión? ¿Crisis humanitaria? ¿Chantaje político? ¿Desastre diplomático? ¿Todo junto ahora? En cualquier caso, indignación y espanto y pena y miedo por algo que parece una de zombis filmada no por George A. Romero sino fotografiada por Sebastião Salgado. Vistas desgarradoras y atemorizantes de gente ahogándose sin alcanzar la costa o saltando verjas afiladas o deambulando por calles vacías. Y, de este lado, el reino de España acusando al reino de Marruecos y viceversa. Y la (Des)Unión Europea avisando a Mohamed VI que España es frontera del continente a la vez que instruyendo a España que más le vale poner el patio en orden. Y, de nuevo, el tema de las arenas movedizas del Sahara Occidental y varios detalles más que a Rodríguez se les escapan porque los deja escapar. Y ráfaga sincronicista-jungiana de esas que Rodríguez suele tener por la mañana. Así, Rodríguez piensa en Samuel Johnson (lo de "El patriotismo es el último refugio de un canalla"); y en si lo que estaba viendo en el noticiero podría definirse como "Mal de África" (aunque semejante "mal" juegue en sentido inverso y es el que gozosamente obliga a retornar al luminoso Continente Negro una y otra vez); y se acuerda de que "Mal de África" (donde brilla ese verso de "El placer de sentarse juntos sólo para criticar") era el título de una de las muchas canciones que tanto le gustan del italiano y nómada musical Franco Battiato; y, afeitándose, se acordó de esa tan buena foto de Battiato afeitándose; y entonces la siguiente información para ese boletín puso en conocimiento de todos y dolor de muchos que Franco (el otro Franco, el Franco bueno) ha muerto.

DOS Y el espacio que se le dedica al adiós del inclasificable cantautore (la Perspectiva Battiato empieza y termina en sí misma) era breve y telegráfico: 76 años, recluido hace años en su monasterio en ladera del Etna junto a piano pequeño y biblioteca inmensa, olvidándose de todo sin que nadie se olvidase de él luego de que afirmase, en una de sus últimas entrevistas, que “Lo único que me falta es un buen pasaje. Una buena muerte”. Y ahí, en el noticiero, estaba Battiato por siempre joven y cantando y bailoteando en su "Centro de Gravedad Permanente" con lírica enciclopédica y manía referencial en la que los nombres más propios e históricos se fundían con los más apropiados nuevos sentimientos. Pero verlo ahí bastó (las necrológicas son públicas máquinas de hacer memoria privada) para que Battiato ocupase todo el espacio/tiempo disponible en la cabeza de Rodríguez, quien tanto lo bailó y lo giro como derviche en verbenas de verano. Y para que Rodríguez, de pronto, escuchase sonar al mismo tiempo todas las canciones que Battiato dedicó a la ambigua idea tan fiel como traicionera de la patria. "Up Patriots to Arms" (donde se oye "Vengo de la isla de Sicilia que no está lejos de África / Tierra extranjera / Y canto para la EMI"), "Bandiera Bianca" (flameando aquel "Cuánta escuálida figura atravesando el país / Y qué mísera es la vida con abusos de poder"), y acaso la canción más delicadamente feroz acerca del asunto: "Povera Patria". Allí, sobre un delicado fondo orquestal, Battiato con voz dulce y reposada ventilando mierda sobre gobernantes y políticos a los que define "perfectos e inútiles bufones" en un "país devastado por el dolor" y preguntándose cómo es posible que no sientan nada al ver todos esos cuerpos fríos sobre la tierra. Y entonces Rodríguez se acuerda de la honesta y sentida apropiación del "E Ti Vengo a Cercare" de Battiato que Nanni Moretti hacía en aquella escena antológica de su Palombella Rossa. Y --como Moretti en comité mal acompañado-- se pone a cantarla a los gritos, solo frente al espejo, invocando a ese "sentimento popolare" que "nasce de meccaniche divine" y que, lo comprende tan feliz y tan triste, Rodríguez nunca ha dejado de sentir y seguirá sintiendo.

TRES Y la verdad sea dicha: Rodríguez escuchó a Battiato antes de leer a Dante y de ahí el que no tenga nada claro (y no le preocupa) donde termina lo de "L’amor che move il sole e l’altre stelle" y empieza lo de"La stagione dell'amore viene e va". Para Rodríguez, el florentino y el siciliano son, ambos, "provincianos de la Osa Menor" y comparten "ruta en diagonal por la Vía láctea".

Al misterio cósmico que fue y será Battiato --tal vez por insoluble e indisoluble, basta con adentrarse en el caudaloso torrente de responsos que se le entonaron por estos días de sequía-- lo adoró y lo admiró todo el mundo, desde San Remo hasta Woodstock: Izquierda y Derecha, mafiosos e intelectuales, Raffaella Carrà y Brian Eno, creyentes y ateos, La Gran Bellezza y La casa de papel, fascistas de camisa negra y contraculturales de bandera multicolor, rockers y melódicos, apocalípticos e integrados. Esto sucede, muy de tanto en tanto, con aquellos que se resisten a toda etiqueta y a los que, finalmente, sólo puede definirse como auténticos patriotas de una nación de ellos solos pero con sus fronteras abiertas a todos y a todo y donde hay sitio y santuario tanto para la Minima Moralia como para el Cucurrucucu.

CUATRO Dicho y pensado esto, escuchando de nuevo "Testamento" (una de sus canciones de casi partida y donde Battiato deja asentado que "Lego al que venga / la imparcialidad, / la voluntad de crecer y entender, / la mirada feroz e indulgente / para no ofender inútilmente" y que "Me gustaba todo / de mi vida mortal, hasta el olor que le daban / los espárragos a la orina"), Rodríguez, a la hora de despedirlo, se acuerda de aquella "Oración del Patriota" de Battiato. Plegaria que alguna vez ya recitó por aquípero que, ahora, considera pertinente repetir (mientras vociferan los desafinados y monólogo-dialogantes procelosos "próceres" de Madrid y de Cataluña). Súplica que empieza con un "Oh, Gran Guía que nos sostienes en nuestra causa solitaria: Encuentra un sistema cualquiera para que pueda soportar a mi pueblo que, cuando se casa y va al fútbol, hace exactamente el mismo espantoso ruido"; promedia con un "Hazme viajar mucho (más en tren que con mi imaginación) y no hagas que encuentre sólo pasos a nivel sino también algún paso de nivel"; y termina con "En cualquier caso, para mejorar las cosas, propongo, con tu luminosa ayuda, declarar la guerra al adversario más terrible que yo jamás he conocido y que también ahora me está escuchando, con ese aire tan suyo de infinita complacencia, todo el tiempo, incluso por las mañanas, cuando me espía desde el espejo del cuarto de baño". (Rodríguez invita a fieles de siempre y a creyentes por ser a leerla completa aquí).

 

Ahora, en el televisor, los patrioteros locales vuelven con la cantinela de quién reparte y asigna y pone o propone esta o aquella curita contra un solo virus mientras, aquí y allá y en todas partes, el patriota universal Battiato sigue cantándole a "La Cura" para todo y para todos.