La noción de “trauma” forma parte de la cultura occidental que trascendió la esfera psicoanalítica para integrar la jerga social. El concepto de “trauma” surgió de lo somático y luego devino en una conceptualización psíquica que Freud le dio estatuto. Sin embargo, no existe una sola concepción de “trauma” en la obra del padre del psicoanálisis. Fue cambiando no sólo por cuestiones inherentes a su pensamiento sino también por el contexto histórico en el que Freud vivió. Un recorrido conceptual y temporal es el que establece el doctor en Psicología y psicoanalista Luis Sanfelippo en su libro Trauma. Un estudio histórico en torno a Sigmund Freud (Miño y Dávila Editores). Un cruce entre psicoanálisis e historia es el eje de la investigación de Sanfelippo para abordar las múltiples concepciones psi del trauma.

“Intenté abordar el tema del trauma en relación a Freud y en relación al psicoanálisis pero no sólo centrándome en el psicoanálisis sino más en un campo crítico más amplio en torno de la noción de ‘trauma’”, comenta Sanfelippo en diálogo con Página/12. “Pero también traté de justificar, de acuerdo a lo que investigué a lo largo de las transformaciones históricas de la noción de ‘trauma’, que no hay una sola noción psicoanalítica de trauma. Para Freud el trauma no es una sola cosa sino que en distintos momentos y frente a distintos problemas surgieron distintas nociones de trauma. No es lo mismo la noción de trauma que establece cuando está construyendo su teoría de la seducción que cuando conceptualiza las neurosis de guerra”, ejemplifica este docente e investigador.

--¿La idea fue tomar sólo la obra de Freud para abordar esa multiplicidad?

--En realidad, el trauma puede ser un problema infinito e inabordable porque hay muchísimas concepciones del trauma, hay muchas teorías y distintos saberes construidos en torno a la noción de trauma, también muchas prácticas. Centrarme en Freud era estratégico en relación a acotar en torno a los trabajos de un autor, pero poniendo los trabajos de un autor en discusión con otros autores con ciertos problemas históricos en el contexto en el que Freud vivió. Entonces, centrarme en Freud y su contexto permitió que el trabajo sea abordable, pero por otro lado yo confiaba en que centrándome en Freud, su contexto y los interlocutores, pudiera ubicar problemas centrales respecto de la noción de trauma. Por ejemplo, si la noción de trauma depende únicamente de un acontecimiento del pasado o si también depende de la respuesta que damos en el presente.

--¿Se trata sólo de diferencias conceptuales o también de procedimientos clínicos y terapéuticos los que se modifican?

--Al modificarse las nociones conceptuales se transforman las prácticas clínicas. Pero a veces también cuando en la práctica clínica aparece una innovación técnica o un problema nuevo, los autores se ven forzados a cambiar su teoría. Por ejemplo, una cosa es suponer que frente a un trauma hay que olvidar y, entonces, que la terapia apunte sólo a olvidar el trauma; otra es suponer que frente a un trauma hay que recordar y entonces, la terapia empuje a que la persona hable de los traumas. Y otra es lo que, de distintas formas, plantea Freud: es una especie de combinación entre olvido y recuerdo. Es necesario que ciertos elementos que son demasiado traumáticos se pierdan y es necesario que se inscriban otros y que se armen nuevas tramas, después de haber vivido un trauma.

--¿Qué le permitió el tomar el concepto de trauma como un objeto de indagación histórico?

--Por un lado, permitió un recorrido exhaustivo pero al mismo tiempo mostrar que en torno al trauma hay una noción que se usa en el campo clínico pero también en la historia, lo que se considera “un acontecimiento traumático”. Esto permite ubicar muchos problemas que son importantes para la clínica psicoanalítica, pero al mismo tiempo problemas que son importantes para el pensamiento de la cultura occidental. Una de las preguntas que existe después del siglo XX es: ¿qué hacemos con ciertos acontecimientos colectivos como la Shoa y la dictadura que parecen funcionar como un trauma? Parecen ser demasiado presente y no poder convertirse en pasado.

--¿Cómo influyó la Primera Guerra Mundial en la conceptualización de Freud sobre el trauma?

--La Primera Guerra Mundial le permitió ubicar que un trauma no es sólo una escena del pasado que la persona olvidó pero que puede convertirse en un relato sino que le demostró que hay experiencias que no se llevan bien con el relato: introducen elementos que hacen muy difícil poder convertirlos en un relato. Le hizo repensar no sólo su conceptualización del trauma sino su concepción del aparato psíquico. Freud murió justo en 1939, cuando la Segunda Guerra Mundial estaba empezando. Pero es interesante porque aun cuando murió antes, escribió Moisés y la religión monoteísta, que es un texto en el cual él intenta pensar cómo ciertas experiencias colectivas son posibles de ser transmitidas de generación en generación, aun cuando esa transmisión no sea consciente ni voluntaria.

--¿A partir de esa conceptualización se puede hablar de trauma colectivo?

--Sí. En textos como Tótem y tabú y Moisés y la religión monoteísta, Freud concibe que hay traumas que son colectivos y que se transmiten de generación en generación. Y me parece que es un problema central de las sociedades occidentales contemporáneas porque vivimos la Shoa, el apartheid, las dictaduras latinoamericanas. Y seguimos pensando cómo algo de esas experiencias traumáticas sigue teniendo influencia en el presente y se siguen transmitiendo de generación en generación sin volverse del todo pasadas.

--O sea que las transformaciones de la noción de trauma en Freud no dependieron exclusivamente de motivos inherentes a su pensamiento sino también a cuestiones externas, ¿no?

--No se pueden leer las transformaciones de las concepciones y las prácticas de Freud sobre el trauma sólo como debidas a problemas internos de la teoría o la práctica psicoanalítica. La guerra es el ejemplo crucial. Así como antes los accidentes de ferrocarril les obligaron a otros autores a cambiar ciertas concepciones, para Freud y sus contemporáneos la Primera Guerra Mundial introdujo problemas nuevos, síntomas nuevos, formas de presentación del malestar nuevas que obligaron a repensar su teoría y obligaron también a cambiar un poco la práctica. Por eso, está bueno leer a Freud en su contexto cultural, político y de interlocutores.

--¿En qué aspectos con el devenir del tiempo se produjo una psicologización del trauma?

--Hacia fines del siglo XIX la noción de trauma todavía era una noción anatómica, como la especialidad médica “traumatología”. Un trauma era un impacto sobre el organismo que producía lesiones, pero los accidentes de ferrocarril y luego las guerras, los abusos y otra serie de problemas que atraviesan muchas personas empujaron a pensar que existía la posibilidad de que un trauma no sea solamente un impacto mecánico sobre un organismo sino que se pueda llamar trauma a la conmoción subjetiva, a la conmoción psíquica que genera una experiencia, aun cuando no produzca lesiones en el organismo. Metafóricamente sería como “una herida en el alma que permanece abierta” y por lo tanto sigue siendo presente aun cuando haya ocurrido en el pasado.