Este lunes llegará a la Argentina la sustancia activa de la vacuna Sputnik V para que, por primera vez, el país participe en el proceso de producción de la vacuna rusa. El laboratorio Richmond, de Marcelo Figueiras, completará el proceso de descongelado del material, preparándolo para que sea inyectable y luego envasándolo en viales (frasquitos) de los que se sacan las dosis para aplicar. También en la Argentina se hará uno de los procesos más complejos: el control de calidad. El puntapié inicial lo dieron este viernes el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, el presidente argentino, Alberto Fernández, el titular del Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF), Kirill Dmitriev y el dueño de Richmond, Figueiras. Si el proceso funciona como se prevé, antes de fin de junio estarían disponibles 500.000 dosis 1 y 500.000 dosis 2 de la Sputnik V. Y el proyecto es que se puedan producir 500.000 dosis semanales a corto plazo.
La Argentina debe entrar al proceso de producción de vacunas porque es casi seguro que se necesitarán aplicar nuevas dosis ante el desarrollo de las nuevas variantes. La pandemia es mundial y ya llegaron las variantes de Manaos y del Reino Unido y es seguro que, tarde o temprano se registrará la circulación de las variantes de Sudáfrica, India y las que vayan surgiendo. Es algo parecido a lo que sucede con las vacunas de la gripe. Por lo tanto, el paso anunciado es sólo el primero, ya que de a poco Richmond y la parte argentina irán sumando más participación en el proceso. De hecho, Richmond inicia la producción en una planta alquilada, la de MR Pharma, de la familia Martínez Ríos, mientras construye una modernísima nueva planta en Pilar. El fideicomiso armado para ese proyecto se llama VIDA (Vacuna de Indemnización para el Desarrollo Argentino), pero la vacuna se seguirá denominando Sputnik V, porque es el nombre registrado a nivel mundial y en la Argentina. Al final del proyecto, el país debería estar en condiciones de producir casi la totalidad de la vacuna y además estaría en condiciones de exportar a otros países.
“El próximo domingo un avión partirá de Moscú trayendo el principio activo para que empiece de inmediato la producción en Argentina”, celebró Fernández desde la residencia de Olivos, y destacó: “Estamos muy conformes con los logros que hemos alcanzado con esa vacuna porque millones de argentinos han visto preservar su vida gracias al desarrollo científico de Rusia, en el que siempre confiamos”. Fernández destacó además que "los amigos se conocen en los momentos difíciles. Cuando pasamos un momento difícil el gobierno de Rusia estuvo al lado de los argentinos ayudándonos a conseguir las vacunas que el mundo no nos estaba dando. Desde ese lugar de gratitud quiero enviarle un sincero abrazo, muy feliz además porque ya empezamos el trabajo concreto para producir en Argentina la Sputnik V", afirmó.
Parece claro que para la Federación Rusa es primordial todo el vínculo con la Argentina, en relación con la vacuna, porque el presidente Putin ya concretó dos declaraciones sobre el tema en los últimos siete días. Ayer dijo: “Vamos a hacer todo lo posible para luchar contra la pandemia, tenemos que favorecer la vacunación de los extranjeros en nuestra tierra, y además llegamos a acuerdos para la producción de la Sputnik V en más de una docena de países en el mundo, lo que hará posible tener durante este año a millones de personas vacunadas. La Argentina ha sido clave en este proceso y la Sputnik V es la mejor vacuna, con una eficacia del 97,6 por ciento”, destacó Putin.
Para los dos países, el acuerdo fue neurálgico. En la Argentina la oposición desató una feroz crítica y hasta denunció al Poder Ejecutivo por envenenamiento a raíz de la aplicación de la vacuna rusa. Pero tuvo que silenciar la crítica tras la publicación en la revista The Lancet de los análisis de la altísima eficacia de la Sputnik V. La apuesta del gobierno de Alberto Fernández fue todo un acierto ya que recibió hasta ahora más de ocho millones de dosis. Y para Rusia, el tándem con la Argentina también fue un acierto: después de homologarse en el país --el segundo a nivel mundial después de Bielorusia--, consiguió el registro en otros 66 países. Hasta Unicef terminó comprando millones de dosis y pese a la guerra geopolítica ya hay compras de países europeos. Falta la aprobación de la Organización Mundial de la Salud, pero los responsables rusos afirman que el trámite está muy avanzado.
El domingo a las 2 de la mañana sale un nuevo vuelo de Aerolíneas Argentinas con destino Moscú. En ese Airbus vendrán 100.000 dosis 1 y 400.000 dosis 2 de Sputnik V. Y, además, el vuelo traerá los antígenos, es decir la sustancia clave de la vacuna, que es la base para terminar la fabricación en la Argentina. También trae dosis para Paraguay.
El proceso que se hará en el país no es para nada sencillo. El IFA (Ingrediente Farmacéutico Activo) viene en lo que se llama criavaults, que son recipientes de unos 15 litros que vienen en contenedores con paredes de hielo seco que permiten mantener la temperatura a 60 grados bajo cero. Por lo tanto, luego el proceso pasa por congelarlo y descongelarlo posteriormente y se le agregan sustancias que diluyen el IFA y lo hacen inyectable. En principio, las partidas iniciales vendrán ya filtradas, pero luego hay que hacer el envasado, que es el momento en el que está el peligro de la mayor tasa de contaminación. Si se produce el ingreso de partículas extrañas, todo se invalida. Y el paso final es aún más delicado: el control de calidad. Por un lado, óptico, con personal especializado en detectar la limpidez y cualquier problema, ya sea en la tapa como en el vial. Y, además, hay un control microbiológico de la sustancia. Toda la idea es que Richmond vaya sumando cada vez más partes del proceso global de producción, incluyendo a mediano plazo el IFA.
La Argentina ya produce el IFA en el caso de la vacuna de Oxford/AstraZeneca. Es en el laboratorio mAbxience del grupo Insud. Fue un proceso muy largo que empezó en septiembre pasado y con una planta en la que ya se vienen fabricando millones de vacunas contra la gripe desde hace años. En el caso de Richmond el esfuerzo será muy grande, incluye la construcción de una planta nueva, con maquinaria flamante y la formación de todo el personal.
El lanzamiento de este viernes es producto de largos meses de gestiones, en principio de la ministra Carla Vizzotti, la asesora presidencial, Cecilia Nicolini, también del presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa y el ministro bonaerense Daniel Gollán. Hay un fideicomiso privado, en el que se prevé una inversión de 70 millones de dólares, pero la participación estatal, tanto argentina como rusa, es decisiva. En la investigación científica --será clave el seguimiento de las nuevas variantes del virus--, y también en la financiación. La decisión de Alberto Fernández es impulsar este proyecto y también otros, como el de la terminación en la Argentina de la vacuna china Sinopharm; los estudios de fase 3 de Cansino y, en especial, el surgimiento de una vacuna argentina, como la que están desarrollando el Conicet y la Universidad de San Martín.