De entre miles de tangos y valses posibles, Roger Helou eligió apenas cuatro. Estos cuatro: “Nada”, “Flor de lino”, “Fruta amarga” y “Sus ojos se cerraron”. Después le manoteó un hermoso bolero a los Hermanos Expósito (“Vete de mí”), y completó la saga con “Si llega a ser tucumana”, una zamba. Seis piezas de acervo criollo que puede oler a poco, pero no. Por contrario, le alcanzó al fundador de la Orquesta Típica Silencio para armar un placentero micromundo sonoro en el que no hizo falta más que un piano, unos veinte minutos total de estudio, y talento improvisador para plasmar su nueva criatura: Roger solo.

“Los temas los elegí espontáneamente en el momento en que empecé a grabar, pero ya me estaban rondando en la cabeza”, asegura él, sobre un repertorio cuyo destino primigenio había sido el de ser escuchado “en segundo plano”, para otra producción hasta que la primera escucha hizo trocar la intención. “Cuando escuché lo que había grabado me di cuenta que la estética realmente me representaba tanto armónicamente como en la simplicidad, y también en la complejidad rítmica. Y decidí publicarlo porque nunca habría podido explayarme con tanta sinceridad”.

--Vos y el piano solos en la intimidad de un estudio de grabación. ¿Cómo funcionó esa interacción introspectiva, solitaria?

--La verdad es que no me gustan los discos de piano solo. Es más, en general me agobian… se me torna difícil soportar la situación de escuchar discos enteros de piano solo, por más talentosos que sean los pianistas… de hecho prefiero escuchar ensambles de tango, cantantes, guitarras u orquestas. Pero creo que en este caso puede llegar a ser un disco ameno, dado que las piezas son miniaturas, y el trabajo dura menos de quince minutos.

Roger solo es el disco número trece en el largo trayecto de este pianista, arreglador, director de orquesta y compositor radicado en París. “Vivir a quince mil kilómetros de la Argentina, y hacer música de Buenos Aires es lo mismo que estar ahí, pero potenciado. Nostalgia de la nostalgia del pasado, y del amor, quiero decir, porque el tango es para mí la música que mejor comunica emociones. Tiene una gran fuerza, y por supuesto la sigue irradiando a través de las décadas”, sentencia.

--Esto algo que lográs transmitir especialmente en la versión instrumental de “Nada”, cuya música fue hecha por el rosarino José Dames a comienzos de la década del cuarenta ¿Cómo la trabajaste?

--A pura improvisación. Ocurren accidentes, por decirlo así, cambios estructurales en la melodía, cambios de clima repentinos, cambios en la medida del compás. Y todo es absolutamente casual. Tuve la suerte de que en un momento de inspiración hayan estado encendidos los micrófonos, algo que no ocurre muy seguido… tan seguido como casi nunca (risas).

--¿Cuán osado y cuán respetuoso sos a la hora de versionar?

--Las melodías son siempre el eje central. Se puede decir que me agarré de ellas para pegar un par de saltos vertiginosos, pero las melodías siempre están ahí. Por otro lado, veo este trabajo como el resumen de muchos años de profundizar, y de ir cada vez más adentro en nuestro hermoso género canción. Fue gracias a la labor de acompañar cantantes, algo que vengo haciendo desde hace aproximadamente diez años, o sea poco. Pero aún así pude ir desarrollando un lenguaje armónico, un fraseo particular, con mucho de lo aprendido en las escuchas de los discos, como aquellos de Lucio Demare con Agustín Irusta, por ejemplo. Es una manera de tergiversar las melodías, de apurar los tiempos y de “abreviar”, única de nuestra música, particularmente de los años 30´ y 40´, ya que desde los 60´ se ha ido perdiendo como un oficio que se olvida.

Orquesta Silencio

Al margen de su labor solista, el experimentado Helou sigue al frente de la Orquesta Silencio, agrupación que fundó durante el primer año del nuevo milenio. Por lo demás, en los últimos tiempos va y viene entre París y Buenos Aires. “Por suerte, se puede decir que me vengo burlando bastante de la pandemia desde hace casi un año. Pasé el verano entero en Europa trabajando en la ventana que se abrió, y luego vine en diciembre para Buenos Aires a hacer lo mismo. Ahora cierra acá y me escapo de vuelta para Francia”, confiesa Helou quien, además de la Orquesta con la que grabó el disco Todo menos la canción --con el Tata Cedrón entre los invitados--. aporta saberes en grupos instrumentales, cuartetos, trío, dúos, y también como acompañante de cantores. “Entre todos estos proyectos hay cuatro discos más por salir”, anuncia.

Entre tales, un álbum de música instrumental de piano y bandoneón junto al bandoneonista francés William Sabatier, a quien Helou llama el “Maradona francés del bandoneón”; otro como acompañante de la cantante argentina radicada en Suiza, Maria De La Paz. Y dos trabajos como sustento musical de dos cantores bien conocidos por aquí: Hernán Genovese y Brian Chambouleyron. “Ambos son caras muy distintas de la hermosísima moneda de nuestro tango canción de hoy”, finaliza el intrépido y sincero Helou.