La cumbre entre Joe Biden y Vladimir Putin estuvo antecedida por una serie de de cruces entre Estados Unidos y Rusia. Desde su asunción, Biden ha sido muy crítico con el gobierno ruso y llegó a calificar a Putin de "asesino" en aparente alusión a los ataques y detenciones de opositores como Alexéi Navalni. En abril de este año, el presidente demócrata impuso duras sanciones económicas a Rusia por la posible intervención de su servicio de inteligencia en las elecciones de 2020 a favor de Donald Trump. Washington también cree que Moscú está detrás del ataque a Solarwinds, una empresa de software que utilizan algunas agencias y departamentos públicos de Estados Unidos. 

El presidente demócrata se muestra duro frente a Putin desde su llegada a la Casa Blanca, en contraste con la actitud moderada de su antecesor Trump, que llegó a ser criticada incluso desde el campo republicano. En marzo y durante una entrevista televisiva, Biden provocó la primera crisis diplomática de su mandato.  "¿Usted piensa que (Putin) es un asesino?, le consultó un periodista de ABC News. "Sí, lo pienso. Usted verá pronto el precio que va a pagar", respondió el mandatario en lo que pareció una referencia a la situación de Navalni. Al día siguiente, Putin replicó en tono de burla: "¡El que lo dice lo es! No es solo una expresión infantil, uno siempre ve en el otro las características de uno mismo". Además el líder ruso aseguró que la palabra "asesino" es un término "machista" propio de Hollywood.

El 15 de abril, Biden firmó sanciones contra Rusia por "continuar interfiriendo en nuestra democracia", en referencia al gigantesco ciberataque de 2020 que en teoría buscaba favorecer a Trump en su intento de reelección. Tales sanciones, las más duras desde el gobierno de Barack Obama, se suman a las medidas adoptadas en marzo tras el caso Navalni y provocaron que los embajadores ruso y estadounidense abandonaran Moscú y Washington.