Un memorándum de Peter Tarnof, secretario Ejecutivo del Departamento de Estado, dirigido el 11 de mayo de 1977 a Brzezinsky enumera los elogios recibidos en toda la región por la política de Derechos Humanos de Carter y las cálidas palabras de aliento pronunciadas por influyentes sociólogos, periodistas e intelectuales, si bien reconoce que “esta reacción positiva no ha sido uniforme” ya que algunos funcionarios latinoamericanos, así como “dirigentes de la colectividad judía de Buenos Aires, advirtieron silenciosamente de la inconveniencia de presionar con mucha dureza en público, porque haría sentir acorralados a los regímenes represivos, llevándolos a adoptar medidas más duras todavía”. Dos meses después, el mismo concepto encabezó una evaluación de la CIA: “Las mejoras en las prácticas de derechos humanos dependerán más de la evaluación militar de las condiciones de seguridad y de insurgencia que de presiones externas”. Y “la crítica externa por las violaciones a los derechos humanos pueden producir limitadas mejoras. Las represalias de Washington serán vistas como intromisiones en la soberanía nacional y es más probable que prolonguen el desafío a que sirvan como catalizador para mejorar la situación de los Derechos Humanos”. Luego de su entrevista con Videla el 22 de noviembre de 1977, el Secretario de Estado Vance informó a Carter de su gestión. El punto 4 de su cable dice que “argentinos” no identificados le dijeron que tenían pruebas de que Jacobo Timerman estaba vinculado con el manejo de fondos del terrorismo, por lo que estaba sometido a un juicio civil. También le mostraron un cable confidencial según el cual otro detenido por quien pedía la embajada, Alejandro Deutsch, “ayudo a escapar a su hijo, que era jefe de inteligencia de operaciones comunistas y que también su hija está involucrada en actividades comunistas”. En el punto inmediato siguiente, Vance consigna que los líderes judíos con quienes se reunió después le aseguraron que el gobierno “no es oficialmente antisemita, aunque hay muchos antisemitas en el gobierno, que no consigue tenerlos bajo pleno control”. No todo tiempo pasado fue mejor. La dirigencia de la DAIA ha perdido el miedo a la presión pública y harta de tanto silencio patalea más fuerte que nadie, contra el gobierno anterior.