Brasil superó este sábado los 500 mil fallecidos por Covid-19 y los expertos advierten sobre la llegada inminente de una tercera ola de la enfermedad. Sin embargo, el Gobierno minimizó la situación y propuso festejar la cantidad de recuperados de coronavirus, mientras miles de personas se manifestaron en más de 450 ciudades para pedir el juicio político y la renuncia del presidente Jair Bolsonaro.
Un mensaje contra el "genocidio sanitario"
En el día que Brasil alcanzó los 500 mil muertos por Covid-19, el equivalente a 3,8 veces las víctimas de la bomba nuclear de Hiroshima, el presidente Jair Bolsonaro sufrió la peor protesta nacional de su mandato, con centenares de miles de manifestantes que acudieron con tapaboca en más de 450 ciudades con un pedido central: su renuncia por "genocidio sanitario".
Ajeno a esta clima político y justo cuando se conoció la marca de más de medio millón de muertos, el presidente de Brasil publicó un video homenajeando a los policías que persiguen a un asesino serial en los montes de Brasilia.
"Brasil no se merece a Bolsonaro, hay que sacarlo por juicio político o por elecciones, lo que sea posible", dijo el excandidato presidencial del opositor Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad, presente en el acto en la avenida Paulista de la ciudad de San Pablo, la principal urbe del país y la más grande de Sudamérica.
La manifestación, convocada por los frentes de movimientos sociales, superó las expectativas de los organizadores y se transformó en algo superior a la del 29 de mayo, sobre todo en las grandes ciudades.
En paralelo a esta movilización, Bolsonaro participó de un acto en la Marina en Río de Janeiro, justamente a solo unas pocas cuadras de donde miles de cariocas se congregaban en la avenida Presidente Vargas para pedir su renuncia.
La manifestación nacional de este sábado fue una respuesta a la ocupación de la calle que impulsó el propio presidente Bolsonaro con sus simpatizantes cuando su popularidad comenzó a caer hasta alcanzar su mínimo, el 25 por ciento en mayo. El mandatario organizó caravanas de motocicletas en Brasilia, Rio y San Pablo como forma de mostrar que la calle no era de la oposición y él podía disputarla.
Mientras su padre mantuvo silencio, uno de los hijos del mandatario, el concejal Carlos Bolsonaro, le contestó a la multitud: "Hoy no es genocidio, a partir de mañana vuelve a ser genocidio".
El mal manejo de la pandemia
El máximo mandatario de Brasil es investigado por una comisión del Senado por su gestión y sus omisiones durante la pandemia y como respuesta lanzó este jueves dos propuestas resistidas por la ciencia: el no uso de tapabocas por parte de los vacunados y expacientes de Covid-19, por un lado, y la idea de que como él ya tuvo coronavirus, no necesita ponerse la vacuna.
Actualmente, el 11 por ciento de los brasileños está inmunizado con dos dosis, luego que en 2020 el Gobierno desistiera de contratar vacunas y, en cambio, apostara por el uso de un remedio contra la malaria llamado cloroquina que se transformó en la bandera del bolsonarismo, aunque nunca mostró resultados científicos.
Por todo esto, el pedido de las manifestaciones hoy fue "Fuera Bolsonaro" y "Vacuna Ya" y tuvo inicio en Brasilia, donde más de 30 mil personas se congregaron en la Explanada de los Ministerios, según relató el corresponsal de Télam Pablo Giuliano.
Mientras el ministro de Salud, Marcelo Queiroga, informó que el país había superado una nueva marca de muertos -"500 mil vidas perdidas por la pandemia que afecta a nuestro Brasil y al mundo", tuiteó-, su par de Comunicaciones, Fabio Faria, yerno del magnate Silvio Santos y dueño del canal bolsonarista SBT que adquirió los derechos para transmitir los partidos de la selección de Neymar en la Copa América, relativizó la noticia.
"Veremos a políticos, artistas y periodistas 'lamentando' el número de 500 mil muertos. Nunca los veremos festejar las 86 millones de dosis aplicadas o los 18 millones de curados, porque apuestan al 'cuanto peor, mejor'. Lamentablemente, ellos hinchan por el virus", expresó Faria.
El país se encuentra ante una posible tercera ola con un promedio diario de muertos superior a los 2 mil en la última semana.
Lula presente en las movilizaciones
Manifestaciones de gran porte se registraron en Río de Janeiro, San Pablo, Porto Alegre Recife y en pequeños municipios, y todas contaron con la convocatoria y el apoyo de movimientos sociales, sindicatos y, finalmente, esta semana, del expresidente y líder del PT Luiz Inácio Lula da Silva, el nombre que fue citado una y otra vez en las protestas y que aceptó a participar con tapaboca y distanciamiento social.
Es que el extornero es el favorito en las encuestas para derrotar en primero y segundo turno electoral en octubre de 2022 a Bolsonaro, quien está buscando un partido político dentro del arco iris de la extrema derecha para poder afiliarse y competir por su reelección.
"Vacuna en el brazo y comida en el plato", fue el mensaje del expresidente Lula en las redes sociales en medio de las manifestaciones. "500 mil muertos por una enfermedad para la que ya hay vacuna, en un país que ya fue referencia mundial en vacunación. El nombre de eso es genocidio. Mi solidaridad con las víctimas", escribió Lula.
El presidente Bolsonaro, en cambio, envió un video en sus redes sociales, donde hasta las 18 no había comentado nada sobre la llegada del número de medio millón de fallecidos. Dedicó su discurso a felicitar a los policías que en Brasilia y el estado de Goiás lanzaron una búsqueda que dura varios días de un asesino serial llamado Lázaro Barbosa.
Un reclamo más allá de la pandemia
Bolsonaro, el ultraderechista excapitán expulsado del Ejército por comandar un levante de tipo sindical en los años ochenta, ha militarizado el Gobierno federal de Brasil como no había ocurrido en la dictadura, con 6 mil uniformados en posiciones ejecutivas. Además, amenazó con usar el Ejército para romper las cuarentenas de los estados y municipios, incluso aquellos gobernados por la derecha.
Pero no todo es blanco y negro con este sector. Esta semana, por ejemplo, tuvo el apoyo de la derecha moderada para uno de sus grandes proyectos neoliberales, la privatización de Eletrobras, la mayor eléctrica de América Latina. Por eso, las manifestaciones de este sábado no tuvieron en todo el país como única consigna la pandemia.
También contaron con la presencia de pueblos indígenas que reclamaron el cese de la invasión de los mineros artesanales bolsonaristas a sus tierras ancestrales. Pero, sin dudas, la crisis sanitaria es la preocupación más urgente.