Tal como venía reclamando buena parte de la comunidad científica, el Gobierno argentino sumó restricciones para los ingresos aéreos al país, para evitar que llegue la más contagiosa variante Delta del SarsCov2. La medida no es en absoluto original: países como Nueva Zelanda, Australia o Canadá restringen los ingresos a sus ciudadanos, y en este último la frontera con Estados Unidos está totalmente cerrada. En Gran Bretaña, Australia, Alemania, Francia, entre muchos otros, imponen cuarentenas en hoteles y múltiples testeos, además de marcar "listas rojas" de países con ingresos vedados, reducidos o especialmente controlados. "Es una variante de muy veloz expansión, y puede echar a perder lo logrado con la vacunación y los cuidados. Estamos a tiempo de frenarla. Lo que se ha hecho en el mundo es controlar las fronteras, mucha más vuelta no hay", coinciden los expertos consultados por Página/12

El fundamento sanitario de esta medida fue respaldado ayer por el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, que se manifestó de acuerdo con disminuir los viajes internacionales: "quien no tenga necesidad imperiosa de viajar no lo haga, cada persona que vuelve puede traer la variante Delta", pidió. El grito en el cielo de la oposición mediático partidaria siguió, al mismo tiempo, coordinado. De lo que se habla menos es del momento bisagra que atraviesa un mundo que "cambia de foto" a gran velocidad por las adaptaciones del virus. 

"Gran Bretaña siempre tuvo la 'lista roja' que indica qué viajeros tienen que hacer una cuarentena estricta en un hotel, según de dónde llegan. La India entró en esa lista el 18 de abril, pero fue demasiado tarde, la nueva variante ya había ingresado y se había multiplicado, y hoy tienen 15.000 casos por día, a pesar de tener el 75 por ciento de la población con una dosis de la vacuna", repasa a modo de ejemplo Rodrigo Quiroga, investigador de Conicet y doctor en Ciencias Químicas.

"El ingreso de una variante más contagiosa te cambia la dinámica de la pademia, podés estar con casos a la baja, con buen ritmo de vacunación, y el mapa se modifica". 

"En muchos países los casos por Delta están aumentando exponencialmente, mientras bajan otras variantes. Esto ocurre en Estados Unidos, Finlandia, Australia, Nueva Zelanda, Japón, a pesar del verano y a pesar de la vacunación". La Argentina, en esa foto, estaría en cierta ventaja porque en Sudamérica no se ha identificado por el momento contagio comunitario de Delta.

Pedido público

El virólogo y doctor en Bioquímica Mario Lozano, ex rector de la Universidad de Quilmes, fue uno de los que firmó la carta pública del 6 de junio pasado, junto a muchos otros como Adrián Paenza, Alberto Kornblihtt, Andrea Gamarnik, Ernesto Resnik y Jorge Aliaga. Allí pedían a las autoridades nacionales "implementar de manera urgente estrictos controles de las cuarentenas de pasajeros aéreos" ante la amenaza Delta. 

"El aumento exponencial de casos va a depender directamente del número de viajantes infectados que ingresen al país"; "hemos observado una y otra vez cómo fallan las estrategias que dependen de apelar a la responsabilidad individual", exponían.

"Lo que han hecho otros países es controlar las fronteras, mucha vuelta no hay", resume Lozano. "De la manera que la idiosincracia de su gente lo permite". 

"Nueva Zelanda de una manera, China de otra, por mencionar dos casos exitosos. En China el control es muy grande. Los que llegan son alojados en hoteles durante dos semanas y controlados por las fuerzas de seguridad. Si son residentes a la segunda semana pueden hacer la cuarentena en su casa, pero si los convivientes se van. De ese control extremo para abajo, todos los países imponen sus normas. Y todos se 'refuerzan' contra las nuevas variantes", describe.

"Si cuando hicieron los rastreos a viajeros encontraron que un 40 por ciento no estaba en sus casas, quiere decir que ese es el mínimo entre los que no cumplen". 

"Puede haber más que justo estaban, por casualidad", razona Lozano. "Es inviable apelar a la responsabilidad individual, mucho menos colectiva, de gente que cree que está por encima de las reglas". Por eso evalúa que el control dispuesto por la Ciudad de Buenos Aires (verificar el aislamiento con llamadas telefónicas) no es conducente. Reclama también mayor control en las fronteras terrestres, y por agua desde Uruguay. 

"Claro que joroba e incomoda. Pero hoy es demasiado grande el riesgo de dejar ingresar una variante más contagiosa que las anteriores, sin haber terminado el proceso de inmunización de la población", obbserva el virólogo. 

"Se puede volver a saturar el sistema de salud, tener contagios por encima de los valores que podemos soportar, y por lo tanto más fallecimientos. Hay que poner todo en la balanza. Y hay que ver efectivamente cuántos son los afectados por estas restricciones, y cómo se les pueden facilitar las cosas", analiza. 

En ese sentido la directora de Migraciones, Florencia Carignano, tuvo que aclarar ayer, entre otras cosas, que no hay "45.000 varados en el exterior", que esa es la cifra de argentinos que declararon salir por turismo en los últimos cuatro meses, y que son 10 mil los que lo hicieron en la última semana. 

"El hecho de encontrarse afuera del país no significa estar varado. Hay un porcentaje de ellos que deberán reprogramar su vuelta a partir de las nuevas disposiciones y que podrían tener alguna demora, pero no es una situación para nada equiparable a estar varados", evaluó. 

Cuáles son las variantes

En la órbita del Ministerio de Ciencia y Tecnología funciona desde el año pasado Proyecto País, con más de cien investigadores de distintas instituciones de todo el territorio, enfocado en hacer un seguimiento por secuenciación genómica de las variantes del virus, incluida una vigilancia casi en tiempo real desde lo que llaman "emergencia de variantes".

Carolina Torres, doctora en bioquímica, viróloga e investigadora del Conicet, miembro de Proyecto País, relata a Página/12 cómo se dio en el país la evolución de la primera variante, Alfa, originada en Reino Unido, que bien podría servir para proyectar lo que podría pasar con el ingreso de una cepa de mayor contagiosidad aún como la Delta.

"En diciembre se detectó en un viajero del Reino Unido, pero fue un caso que se contuvo. En enero hubo más detecciones aisladas en viajeros. Para febrero aparecieron casos de adquisición local, gente que no había viajado ni había estado en contacto con viajeros. Con la suma de muchos de esos casos, el Ministerio de Salud determinó que había transmisión comunitaria. Llegó a estar en más de un 30 por ciento en la Ciudad de Buenos Aires", relata. Se trata de una variante que ya es más agresiva, y que genera mayor catidad de internaciones en terapia.

La variante Beta, surgida en Sudáfrica, nunca alcanzó circulación comunitaria en Argentina, solo se detectó aisladamente en viajeros, uno hace poco. La Gamma o Manaos es la que hoy más circula en el país y en toda Sudamérica. 

"En Brasil ya es dominante, hizo el reemplazo total de los virus de la primera ola. Nosotros la empezamos a importar en febrero, desde entonces no dejamos nunca de detectarla. Hoy tenemos el AMBA bastante repartido entre Manaos y la variante Andina, con un 75 por ciento entre las dos, el resto es Alfa. Actualmente no quedan virus de primera ola, se hizo un reemplazo completo del virus", describe la investigadora.

La variante Delta ya predominante en países como Gran Bretaña, donde hoy causa más del 99 por ciento de los contagios, y está en preocupante expansión en otros como Estados Unidos, donde registra entre el 30 y el 40 por ciento de las infecciones. España, Italia, Portugal, Singapur, son países donde también está en avance. 

En la Argentina, hasta el momento hubo solo dos detecciones de Delta, ambas en viajeros: en abril, en un menor de edad que llegó de Francia, y este mes, un adulto que vino de Estados Unidos.