Debido a sus creencias, son contadas las ocasiones en las que puede visitar el lugar donde vivió casi toda su vida. Luego de acceder en 1980 a una desclasificación de documentos por parte de los gobiernos del Reino Unido, Estados Unidos e Israel, el historiador de origen israelí, Ilan Pappé, se dedicó a revisar la historia moderna del Estado de Israel, pero con una postura crítica hacia el sionismo. Por su posición ideológica, en el 2007, perdió su trabajo en la Universidad de Haifa, y tras recibir varias amenazas de muerte, se exilió voluntariamente en Londres. “El sionismo es más peligroso que el ISIS (Estado Islámico), es la razón principal de la ausencia de paz y de reconciliación. Israel es un país colonialista”, declara.

Pappé, hijo de alemanes que escaparon del nazismo en los años 30 y nacido en la ciudad israelí de Haifa, trabaja actualmente como profesor de historia en la Universidad de Exeter (Reino Unido). Es uno de los denominados “Nuevos Historiadores” y una de las voces más fuertes a favor de la campaña “Boicot, Desinversión, y Sanción” (económico, académico y cultural) al Estado de Israel. En su primera visita a Buenos Aires, en la que dio varias charlas, una de ellas en la Embajada de Palestina, conversó con PáginaI12. “No soy lo suficientemente poderoso para desarmar al Estado de Israel, pero trabajo en dos niveles. Uno es dentro de Israel porque quiero educar a la sociedad y explicarles por qué el sionismo es malo para ellos. Y desde afuera, estoy haciendo la campaña de boicot para que los palestinos dejen de ser oprimidos. Estamos teniendo éxito, por algo el Estado está tratando de limitar nuestra actividad”.

En su análisis histórico acerca de la ocupación israelí de los territorios palestinos, Pappé considera que el gobierno de Israel de 1967 y las sucesivas administraciones, consensuaron en tres cuestiones: “Que Israel no puede existir si no controla Cisjordania, que no se puede expulsar a los palestinos de Cisjordania y de la Franja de Gaza (como se hizo en 1948), y que no se les puede otorgar ciudadanía a esos palestinos, porque si no los judíos no van a ser mayoría”. Entonces, para el historiador, Israel sólo quiere el territorio y decide no expulsar a la gente, pero tampoco darle ciudadanía o derechos. “El sionismo siempre trató de tener la mayor cantidad de Palestina, con la menor cantidad de palestinos posible adentro. Que les nieguen retornar es porque Israel quiere completar su proyecto de asentamientos coloniales, tomar toda la tierra y disminuir por completo el número de personas en ella”.

En febrero, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, visitó la Casa Blanca para reunirse con el presidente Donald Trump y pareció confirmar la teoría de Pappé, ya que afirmó: “En cualquier acuerdo de paz, Israel debe mantener un control de la seguridad dominante sobre toda la zona al oeste del río Jordan”. En ese lugar que señaló, lo único que divide a Israel es el territorio palestino de Cisjordania. Según, Netanyahu, Israel necesita mantener ese control porque sino otro estado islamita  “radical y terrorista” se instalará en las zonas palestinas y “hará explotar la paz y a Medio Oriente” (haciendo referencia a la victoria en las urnas del movimiento islamita Hamas en la Franja de Gaza, tras la retirada de las colonias israelíes). El historiador rechaza esos argumentos de seguridad porque dice que sustentan la ocupación. 

Además, Pappé asegura que Israel creó una prisión al aire libre o un tipo nuevo de panóptico (según el filósofo Jeremy Benthan es una prisión diseñada para que los guardias vieran a los prisioneros pero los prisioneros nunca a ellos). Es decir, que el estado sionista decidió encarcelar de por vida a los habitantes de Cisjordania y de la Franja de Gaza. “Es una prisión a cielo abierto cuando Israel considera que los palestinos se están portando bien. Otras veces, es una cárcel de máxima seguridad donde todos son castigados y nadie tiene permitido ni siquiera moverse. La única manera de resolver esto es darle a esas personas una forma de vida normal e Israel se niega a hacerlo. Están atrapados, sin derechos plenos, ni una ciudadanía real”. 

Una de las particularidades del análisis de Pappé es que propone la creación de un único estado democrático, TODS (The One Democratic State), en lo que se denomina la región histórica de Palestina, en el que convivan tanto árabes como judíos. Por lo tanto, se opone a la solución del conflicto de los dos estados, que para él no es realista porque Israel ya colonizó partes enormes de Cisjordania y es físicamente imposible construir un Estado ahí. Además, argumenta que palestinos e israelíes no gozan del mismo status como ciudadanos. También considera que esa solución es una manera errónea de leer la historia palestina y que es un enfoque “yanqui de tipo empresarial”, donde sólo se divide la tierra. “La solución de los dos estados no es posible ni por la política israelí, ni por la judaización. Es tiempo de que los activistas académicos empecemos a pensar en otra alternativa. Necesitamos una solución que apoye y resuelva el conflicto para todos los palestinos, no sólo los que viven en Cisjordania y en la Franja de Gaza o para los que viven en Israel en campos de refugiados. Tenemos que creer en que un solo estado democrático va a funcionar”.

En relación a esto, el presidente Trump se propone lograr un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos. Para lograr ese objetivo, mantendrá hoy en Nueva York una reunión con el líder de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, aunque en realidad su proximidad es con Netanyahu. El proceso de paz se encuentra estancado desde abril del 2014, cuando fracasó una iniciativa de nueve meses del ex secretario de Estado estadounidense, John Kerry. A pesar de la división entre ambas partes, el mandatario norteamericano puso un nuevo argumento para solucionar el conflicto y dijo que podría aceptar cualquiera de las dos soluciones, un estado o dos estados. Aunque instó a los palestinos a que reconozcan a Israel: “Tienen que deshacerse de ese odio que aprenden desde pequeños, empieza en los colegios. Y tienen que reconocer a Israel, no puede hacerse un acuerdo si no están dispuestos a reconocer a un país tan importante”.

Para Pappé es preocupante la llegada de Trump al poder, porque considera que con su fuerte presencia internacional puede generar un mayor desequilibrio en la región, a raíz de que sus propuestas “entusiasman a los halcones de la coalición gobernante en Israel”. “Es difícil predecir qué va a hacer este presidente. Pero si miramos a las administraciones estadounidenses desde 1967, todas tuvieron más o menos la misma política. No estuvieron ahí para confrontar a Israel y no creo que Trump sea diferente. No espero nada positivo viniendo de Washington en términos de paz y reconciliación. La reunión con Abbas es parte del protocolo. Nada va a cambiar porque el apoyo de Estados Unidos a Israel sigue vigente”, comenta el historiador.

Por último, Pappé concluye que lo más importante ahora es reconquistar el lenguaje y volver a llamar a las cosas por su nombre, porque para él es la única forma de colaborar con la reconciliación en beneficio de palestinos e israelíes. El activista hace una referencia al libro “1984”, de George Orwell, para establecer una crítica a lo que denomina el “diccionario de la ortodoxia de la paz”: “Israel usa un lenguaje que nos impide llamar al pan, pan, y que designa lo contrario. Una realidad cruel se describe como algo benévolo, como en la neolengua de Orwell”. Por lo tanto, dice que sucede lo mismo con términos como paz, justicia y reconciliación, utilizados por Israel con el fin de encubrir un proceso que en los hechos logra lo contrario. “Cuando Israel habla de paz, en realidad está hablando de ocupación. Cuando hablan de objetivos, quieren decir asesinatos. Su diccionario trata de cubrir su política brutal y criminal. Hablan de una manera que oculta la realidad y tenemos que tener cuidado de no caer en este falso diccionario. Es una pesadilla orwelliana que usen las palabras de esa manera”.

Entrevista: Florencia Garibaldi.