Imaginemos que un extraterrestre encuentra el modo de viajar a millones de kilómetros de su vida subterránea en Marte, y se “clava” en la circunstancia de la vida argentina.

Leyendo y repasando imágenes a una velocidad que supera las de nuestras mejores computadoras, no puede dejar de sorprenderse de encontrar tanto hecho desproporcionado en el comportamiento público de los argentinos y sus instituciones.

Repasa ejemplos: personajes como Pepín Rodriguez Simón, Mauricio Macri, Patricia Bullrich, el fiscal Carlos Stornelli, acusados de graves delitos, ejercen funciones públicas o caminan sueltos por el mundo, mientras que los “del otro palo”, como Milagro Sala, Julio De Vido o Amado Boudou, claramente presos políticos pero acusados por delitos sensiblemente menores, han seguido cautivos más allá del cambio de gobierno, esperando que consagren sus libertades.

Nuestro marciano se detiene en los últimos presidentes. Y observa que Cristina Fernandez de Kirchner, acusada de robarse uno o dos PBI, no tiene cuentas secretas, mientras que su acusador serial, el ex presidente Mauricio Macri, acumula un número muy grande de cuentas off shore.

El marciano favorito queda perplejo ante otro fenómeno llamativo: advierte que el noventa por ciento de las audiencias de radio y televisión, y sus réplicas en las redes sociales, están capturadas por medios concentrados practicando un periodismo de guerra contra la mayor fuerza política, el peronismo, mientras que los medios que acompañan a esta fuerza que gobierna luego de su contundente triunfo en 2019, son pocos y se dirigen a pequeñas audiencias.

Algún célebre terráqueo dijo hace tiempo que lo que no aparece en los medios no es real. Pero aquella sobrerrepresentación de las minorías y el poder inmenso de aquellos medios concentrados no consiguen impedir, sin embargo, que la mayoría de los votantes se pronuncie a favor de esa fuerza hostigada.

Las desproporciones y el carácter contradictorio de los comportamientos públicos no dejan de sorprender al extraterrestre: se pregunta por qué mientras las multitudes que siempre ha movilizado el peronismo vaciaron las calles para protegerse de los contagios, las minorías, que han aborrecido aquellas movilizaciones, descubren las calles y salen exultantes a ignorar los peligros de la pandemia.

Observó imágenes y audios de anteriores movilizaciones peronistas, y las comparó con las protestas del campo o los libertarios de Juntos por el Cambio, cuyos ocasionales voceros gruñen a las cámaras y gritan amenazas o pasan directamente a la coersión física sobre el cronista.

Es el caso de los productores agropecuarios, que se concentran políticamente para protestar contra un gobierno porque intenta regular los precios disparados de los alimentos para proteger los bolsillos de las mayorías.

Los productores defienden sus bolsillos, infinitamente más holgados, acompañando sus protestas con dos signos muy concretos: autos de alta gama y la bandera argentina.

En otras palabras, en la tensión entre el interés privado y el Estado, los representantes de lo privado se muestran orgullosamente ricos pero, a la vez, enarbolan la bandera argentina, que viene a ser el símbolo del Estado.

Y son apoyados en esta rara mueca “nacionalista” por Juntos por el Cambio, cuyo líder pidió disculpas al rey de España por la Independencia, creó facilidades a los ingleses en su permanencia ilegal en las islas Malvinas, y es un aliado incondicional de Washington, que no es amigo de las soberanías latinoamericanas.

Tampoco le cierra al visitante de otro mundo el comportamiento de ciertos colectivos. Advierte, por ejemplo, que en una sociedad en que se pregona la sabiduría de los ancianos, una buena proporción de la gente de cabello blanco ha votado y sigue teniendo en sus preferencias el liderazgo del centro derecha, que gobernó hasta 2019 recortando el poder adquisitivo de las jubilaciones, dilapidando el crucial Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses y desmantelando el sistema de salud.

Tampoco terminó de entender cómo las encuestas muestran que, cuanto mayor es la formación educativa de los ciudadanos, más fuerte es la inclinación a votar a la alianza de centro-derecha, que, sin embargo, redujo el presupuesto destinado a la educación, ha despreciado públicamente la creación de universidades del conurbano por el kirchnerismo, y rebajó el ministerio de Ciencias a Secretaría.

Seguramente el extraterrestre desconoce que aquella colisión histórica expresada en “Alpargatas sí, libros no”, que separó por mucho tiempo los claustros del peronismo, se resolvió hace tiempo en el peronismo en términos de Alpargatas sí y libros también. De hecho, ahí está el ejemplo de la gratuidad universitaria, dispuesta por Perón en 1949.

Pero no parecen más enterados de ese cambio ni interesados en saberlo tantos académicos, ni los votantes macristas y radicales. El rencor no es un sentimiento para arrojar por la boda así como así y perder la capacidad de indignarse.

Se le ocurrió al marciano grabar infinidad de conversaciones en las calles en las que se escuchaba clamar furiosos que se viene el comunismo, un régimen que lleva treinta años extinguido, porque se aplicó un impuesto a los super ricos. Y aplaudir los brutales facturazos de los servicios públicos “porque antes las tarifas eran regaladas”. Y argumentar que había que apoyar a Macri porque es millonario “y no nos va a robar como la Kretina”.

Escuchó también decir que las vacunas contra el covid-19 contenían veneno, y luego clamar contra el gobierno acusándolo de negarse a proveerles suficientes vacunas.

Entonces, el visitante concluyó que mucha gente puede defender con uñas y dientes sus valores libertarios y su republicanismo, pero eso no le impide construir su enemigo, enviarlo a la cárcel y pedir su desaparición en una verdadera cruzada redentora.

Palabras con resonancias épicas como libertad, República y democracia son argumentos de ocasión que las circunstancias de estos creyentes liberales pueden cambiar sin ponerlos colorados por el clamor de “Condena”, “Cárcel” o “Muerte”, válidas mientras las pronuncien los del bando propio.

Es que el conjunto de las instituciones del país, Justicia, medios, la vida política y también muchos colectivos ciudadanos, están cruzados por asimetrías de poder, desigualdades y una confusión acerca de los intereses genuinos.

Ante semejante alud de incoherencias se le vuelve difícil al visitante descifrar qué tipo de racionalidades mueve la acción política de los libertarios unidos del sur.

Constató que, luego de tres cuartos de siglo, el peronismo sigue siendo un enigma abierto. Y se pregunta si las respuestas de su opuesto tan vivo, el antiperonismo, no han optado por la incoherencia y el no sujetarse a regla alguna como un modo de desarmar al enemigo.

 

Quien sabe nuestro marciano favorito deba volver a casa sin tener la respuesta.