De Barcelona 1992 a Tokio 2020. Ocho Juegos son los que disputó la gimnasta uzbeka Oksana Chusovitina, con su participación y despedida de este domingo en la cita olímpica se despidió de la actividad. Jueces, rivales, entrenadores, voluntarios y periodistas, el único público presente en el gimnasio Ariake de Tokio, saludó de pie y con aplausos a la atleta de 46 años.

Chusovitina, que comenzó su andadura olímpica en Barcelona como miembro del Equipo Unificado post disolución de la Unión Soviética, participó solo en su gran especialidad, el salto.

Y tras comprobar que la nota de sus dos intentos (14,166) no le alcanzaban para entrar en la final, la uzbeca sonrió y levantó los brazos para decir adiós a las tribunas para luego dibujar en el aire un corazón con las manos.

Las jueces se levantaron de sus asientos para ovacionarla y se les unió de inmediato todo el estadio. Muchas de las gimnastas rodearon a Chusovitina para fotografiarse con ella y dedicarle palabras de cariño. La uzbeka, una referente en la historia del deporte, comenzó a llorar y tuvo que volver a subirse al pasillo de salto para saludar.

Chusovotina compitió con un gran número 8 en el maillot. Logró 14.500 y 13.833 puntos en sus dos saltos, insuficiente para ser una de las ocho finalistas (al acabar estaba ya décima, con más gimnastas por competir) pero todavía mejor que muchas de sus rivales, todas más jóvenes.

Hace quince meses, cuando se aplazaron un año los Juegos de Tokio debido a la pandemia, afirmó: "Pensaba poner fin a mi carrera en los Juegos de Tokio y ahora no voy a cambiar de planes. Otra temporada más en el gimnasio" .

Cumplió 46 años el pasado 19 de junio y además de ser la gimnasta olímpica de más edad tiene en su poder otro récord: el de haber competido bajo cuatro banderas.

Nacida en 1975 en Bujará, compitió para la Unión Soviética hasta su desaparición. En los Juegos de Barcelona participó con el Equipo Unificado y ganó la medalla de oro por equipos. Como uzbeka compitió en Atlanta 1996, Sidney 2000 y Atenas 2004, como alemana en Pekín 2008 y Londres 2012 y lo hizo en Río 2016 de nuevo como uzbeka.

Además de la descomposición de la URSS, razones familiares propiciaron tanto cambio de nacionalidad. En 1999 fue madre de un hijo, Alisher, a quien en 2002 se le diagnosticó leucemia. Chusovotina y su marido, el luchador Bajodir Kurbanov (olímpico en 1996 y 2000), se instalaron en Colonia (Alemania) para que el niño recibiera tratamiento. La madre, que había abandonado la gimnasia tras dar a luz, se nacionalizó alemana y volvió a la competición para ganar el dinero que necesitaba para sufragar los gastos médicos.

Antes de los Juegos de Londres anunció que serían los últimos. Después se arrepintió y quiso volver a representar a su país de origen antes de despedirse. La Federación Internacional de Gimnasia (FIG) le concedió en 2013 un nuevo cambio de nacionalidad para que compitiera en Río.

No se conformó con participar: se clasificó para la final de salto, en la que se codeó con gimnastas veinte años menores, entre ellas la estadounidense Simone Biles. Esa vez no tuvo dudas y ya adelantó que seguiría hasta Tokio 2020, donde brindó su show final.

Vale recordar que en Tokio 2020 también hizo historia la tiradora Nino Salukvadze, de Georgia, quien con 53 años firmó sus novenos Juegos Olímpicos. Debutó con la URSS en Seúl 1988 y ganó la medalla de oro en 25 metros y de plata en 10 metros; mientras que en Beijing 2008 se hizo con la de bronce en 10 metros ya con la nacionalidad georgiana.