Raly Barrionuevo se encuentra en una etapa de transición. Después de tomarse un tiempo sabático alejado de los escenarios y los festivales –aunque nunca dejó de componer, grabar o colaborar con otros artistas-, incluso antes de que la pandemia frenara la actividad en vivo, de a poco va retomando la idea de volver a actuar. En 2020 desarmó su banda y se refugió en su casa de Unquillo, con su huerta y sus gallinas. Por eso, en esta charla con Página/12 deslizará que está retirado de la música en vivo y que se tomó un descanso de la vida ajetreada del músico. Sin embargo, al cierre de esta edición, el artista le adelantó a este diario que está armando una gira nacional de presentación de su reciente disco, 1972 (2021), para septiembre y octubre. El disco en cuestión recupera canciones argentinas tradicionales de las décadas del ’50 y ‘60 que lo acompañaron en su infancia y que lo conectan con su historia familiar.

“Este tiempo he grabado con un montón de gente en mi casa y me he dedicado mucho a tocar la guitarra y el piano. La única posibilidad que yo veo en este momento de salir a tocar es solo con la guitarra, pero no lo sé. También me pregunto muchas veces si todo esto se abre pueda presentar este disco”, dice Barrionuevo. “En principio, lo veo muy difícil por la ausencia de Elvira (Ceballos), pero no me quiero cerrar a absolutamente nada y tampoco quiero autocondicionarme en ese sentido. Me da mucha adrenalina y alegría no saber cómo seguir. No es una incertidumbre mala, es una incertidumbre linda. Siento que tengo todo para hacer. En general mi vida fue tomando ese camino, de no sentirme condicionado por nada. A todos mis amigos les cuento que estoy viviendo en modo bebé: porque duermo cuando tengo sueño y como cuando tengo hambre. Entonces eso me hace pensar que estoy en un camino correcto, que han sido años de amigarme mucho más conmigo y por lo tanto con el resto”.

-¿Qué fue lo que te agotó tanto? ¿Las giras, los tiempos de la industria o qué?

-La industria no porque yo soy un artista totalmente independiente: manejo mis tiempos, mis discos y mis conciertos. Pero quizás sentí un agotamiento de muchos años. Los últimos quince años me fue muy bien, tuve reconocimiento, pero también pasé muchos años de dormir en cualquier lado y comer cualquier cosa por ahí. Fueron muchos años de andar: algunas cosas las recuerdo con mucho cariño y otras no tanto. Y también me hice preguntas: ¿Así va a ser mi vida para siempre, tocar sesenta veces al año, hacer veinte o treinta festivales en el verano? Me lo pregunté varias veces. Y no, ¿por qué tiene que ser así? Disfruto mucho hoy de la soledad, de disponer de mis tiempos y saber que a veces si no quiero cenar me tomo un té con un pedazo de pan y me voy a dormir, no pasa nada. Tenía ganas de no tener ningún condicionamiento y siento que lo logré en este tiempo. En algún momento voy a volver a tocar porque no sé hacer mucho más que esto.

1972 es la continuidad -o la segunda parte- de Radio AM (2009), disco que el cantor, compositor y guitarrista de Frías había grabado junto a Luis Chazarreta en guitarras, la ya fallecida Elvira Ceballos en piano y su hermano Daniel Barrionuevo en bombo legüero. Es un disco que tenía grabado, pero que había quedado guardado en un cajón, esperando el momento propicio para salir a la luz. Después de once años, un par de discos y varios acontecimientos, Barrionuevo tomó la decisión de retomar y finalizar este proyecto en el que se pone el traje de cantor y versiona clásicos como la chacarera “La de los angelitos” (Adolfo Ábalos y Julián Díaz), la cueca cuyana "Calle angosta" (José Zavala y Alfredo Alfonso), el vals "A unos ojos" (Hernán Videla Flores y Carlos Montbrún Ocampo), "Zamba de la añoranza" (Atuto Mercau Sori) o “Alfonsina y el mar” (Ariel Ramírez y Félix Luna).

“Fue un proceso que no tuvo continuidad porque de repente sentí que necesitaba mis canciones y necesitaba sacar cosas que tenían que ver con mi historia personal”, le cuenta a Página/12. “Porque el disco anterior a La niña de los andamios (2017) había sido Chango (2014), con versiones del Chango Rodríguez. Entonces, hacer la segunda parte de Radio AM, otro disco de versiones, después de ese no lo sentí en ese momento. Por ende, 1972 quedó relegado. Y grabé La niña de los andamios, salí a tocarlo y pasaron los años. Lamentablemente, se murió Elvira, o sea que no pudo escuchar el disco completo. Volví a cantar todo el disco, porque ya había hecho algunas voces. Pero ahora, como estoy descansado a la voz la tengo mejor que nunca y quise grabar todo de nuevo, sobre las bases de piano de Elvira. Y grabé algunas canciones que habían quedado en el tintero, como ‘Febrero en San Luis’ (Néstor Basurto) y ‘Patio de la casa vieja’, que lo grabamos de cero con la presencia del autor, Ramón Navarro”.

De alguna manera, el disco también es una forma de cerrar (o terminar de sanar) la historia con su padre Segundo Barrionuevo, también músico, y despedir a su maestra y amiga Elvira Ceballos, fallecida en 2019. “A mí me quedó picando, en una juntada en Frías hace muchos años, algo que dijo un hombre que yo respeto mucho, que sabe mucho de música y de la vieja bohemia fríense. Él lo conoció mucho a mi papá y dijo que era una lástima que yo no cantara ninguna de las canciones que hacía ‘el Niño Barrionuevo’, como le decían a mi papá. Y un día tocando con Elvira hizo ‘La Pulpera de Santa Lucía’ y me di cuenta de que era el disco que tenía que hacer en homenaje a la música antigua”, destaca Barrionuevo sobre el origen del proyecto, que incluye algunas canciones que tocaba su padre, a quien conoció de adulto. “Yo creo que Elvira se hubiera llevado muy bien con mi papá, pero no llegaron a conocerse”, dice. “Ella era como una especie de tía que yo tenía muy cercana”.

-¿Por qué 1972? Es el año de tu nacimiento.

-Ese título me lo disparó una foto que encontré. La tapa del disco son dos fotos reales. La foto que conocí toda mi vida es la de mi mamá con mi hermano chiquito y yo en la panza en la Plaza Central de Catamarca, con el fondo de la Catedral, que era la foto típica que se sacaba todo el mundo. Cuando falleció mi mamá, buscando en sus cositas guardadas, encontré la foto completa y fue muy impactante para mí porque ahí me di cuenta de que a mi papá lo habían sacado de la foto. Algo que se estilaba mucho antes. Y la idea era resignificar la imagen. Pegarlo con cinta, pero que esté ahí. Había mucho de esotérico también en eso. Cuando yo era chico empecé a tocar la guitarra y a mi mamá mucha gracia no le hacía, porque ya había pasado muchas situaciones duras con mi papá a través de la música. Entonces, mi momento de tocar la guitarra era cuando mi mamá se iba al trabajo. Yo tocaba medio a escondidas y después mi mamá no lo pudo evitar más y un día de Reyes Magos me regaló una guitarra.

-Diste a conocer el disco a través de un programa especial que se emitió en simultáneo a través de cientos de radios de todo el país, ¿Cómo surgió esa idea?

-¡Cumplí el sueño de ser un cantor de radio! La presentación surgió de una idea de hacer algo con la radio como medio y fue tomando forma lo del programa especial. Pensé en varias personas para tener una charla, gente mucho más específica del folklore. Pero después me pareció hermoso que fuera una mujer y me acordé de muchos momentos que compartí con la escritora cordobesa María Teresa Andruetto. Y siempre que compartí con ella me quedé con una sensación de llegar muy al fondo cuando hablamos de anécdotas y cosas que tienen que ver con el arte y las historias personales. Le pasé el disco un mes antes para que se fuera empapando e hicimos dos charlas que registré con un grabador de mano y edité en mi casa. Y la respuesta fue increíble porque nosotros pensábamos que nos iban a pasar 50 radios, pero terminaron siendo como 800. Lo loco fue que se hacían eco de la propuesta, pero no tenían idea de qué se trataba el contenido del programa. Y eso también me dio mucha alegría y mucho orgullo, porque sentí que la gente confiaba en mi trabajo.

-¿Y cómo fue tu relación con la radio en la infancia?

-Amor eterno con la radio, desde niño. Porque nosotros pasábamos mucho tiempo del año en el campo, donde nació mi mamá, y ahí la radio era lo más hermoso que me pasaba a la noche. Y ahí me entraban seguramente voces y sonidos que quedaron dentro de mí y que hoy salen a través de este disco. 1972 me conectó mucho con nuestra música, con todo lo que yo he mamado de niño.

-En este disco, aparece por delante la faceta de cantor popular o de intérprete, ¿Trabajaste mucho el modo de interpretar estas canciones?

-Ahí me estuvo acompañando mucho una prima mía, Guadalupe Toledo. Ella en la primera etapa de la pandemia estuvo en mi casa y yo le enseñé a usar el Pro Tools (software de grabación de audio) y a los dos días ya lo manejaba. De repente necesitaba grabar las voces y ella me ayudó. Entonces, estuvo bueno porque yo pude cantar sin tener que tocar ningún botón. La voz la tenía como nunca, porque hace mucho no cantaba en vivo. Entonces, probaba diferentes sonidos y timbres en cada canción, porque tenía la voz descansada y tranquila. Creo que en este disco la única voz que suena a Raly Barrionuevo es "Alfonsina y el mar", porque está grabada en otro contexto, en una columna radial que hicimos en vivo. Pero después a las demás canciones les fui buscando colores que ni sabía que los tenía.

-Te le animaste al tango…

-Cuando canté tango, en la canción "Y dicen que no te quiero" (José Canet), no sabía cómo cantar. Yo soy pésimo cantando tango, aunque de chico había algunos cantores de tango en los asados y en los bautismos. Pero bueno, probé varias formas hasta que me di cuenta de que tenía que cantarlo como yo podía, no de una manera pretenciosa. Antes de grabar escuchaba mucho la versión de Nelly Omar de ese tema. Para el vals "A unos ojos", que cantaba mucho mi papá, me basé en la versión de Antonio Tormo, porque él le hacía unas variaciones muy especiales y muy ligadas al folklore. En la provincia se lo cantaba como parte del folklore al tango. Entonces, todo ese trabajo fue muy divertido y comprobé que podía hacer muchas cosas con la voz. A veces la impostaba más, a veces menos. Lo cierto es que mi voz natural casi que no suena en el disco.

-Tuviste que ponerte en personaje, ¿no?

-Sí, totalmente. Es más, yo jodía con que esas canciones las quería grabar vestido de traje en mi casa y casi que lo hago. Pero el traje de Radio AM (2009) estaba en la casa de mi hermano y no me lo llegué a poner. Un día leí una entrevista al cantante y guitarrista estadounidense John Mayer; el tipo quería grabar un disco vestido de traje como grababa Johnny Cash. Yo tenía un montón de tíos y conocidos que iban a mi casa de traje, a la mañana. Fue muy divertido hacer este disco, tuvo mucho de actoral.

-¿Y la canción cuyana también estaba presente en Frías cuando eras chico?

-Sí, muchísimo. No sé qué pasaba. Por supuesto, se cantaba chacarera y todo eso. Pero, por ejemplo, "Vallecito" (Buenaventura Luna) era una parte importante del folklore, era como si conociera el lugar desde siempre. Pero recién de grande fui a conocer Jáchal y esa zona. Sin embargo, los viejos ahí en Frías cantaban esas canciones, como "Calle angosta". Después, la vida me fue llevando a esos escenarios, al festival de la Vendimia, a Mendoza y San Juan. Pero ya me sentía parte de todo eso, porque formaba parte de mi infancia. Lo que pasa es que la chacarera me pegó más fuerte en la adolescencia. Porque la chacarera que a mí me comenzó a identificar tenía que ver mucho más con lo que cantaban Raúl Carnota, Jacinto Piedra o Peteco. Porque las letras estaban vinculadas con mi realidad de joven de ese momento. Y ahí entré en una cuestión más ligada a la cultura santiagueña, a fines de los ochenta, relacionada con la movida que habían generado Jacinto y Peteco después de su paso por MPA.

Lo que vendrá

El cantautor santiagueño se encuentra grabando con la cantante y compositora brasilera Thamires Tannous, oriunda de Mato Grosso do Sul pero radicada en Austria. “Es una cantante increíble, muy amiga de Chico César. Ella tradujo una canción mía al portugués y yo le propuse hacer algo juntos, así que estamos grabando una canción mía y ojalá podamos grabar una suya también, porque tiene canciones muy bonitas”, señala Barrionuevo. “Además estoy grabando con una amiga mía de Nueva York, con la que hicimos cosas en inglés y jugamos mucho con la música”, dice. También cuenta que tiene varias canciones nuevas y que está versionando algunas de discos anteriores. “Estoy volviendo a resignificar solo con la guitarra algunas canciones que había grabado originalmente en banda. Y estoy re copado, jugando con las afinaciones tipo Joni Mitchell. No sé a qué me llevará todo eso, pero hay canciones mías que las grabo con la guitarra en mi casa y se las hago escuchar a mi gente más cercana. Estoy hablando de mis lados B, que casi no cantaba en los escenarios”.

-¿Y Hermano Hormiga, el dúo con Lisandro Aristimuño, puede regresar?

-Totalmente puede haber un Hermano Hormiga, porque eso siempre depende de los momentos en los que podamos coincidir con Lisandro. Justamente la austeridad que presentó Hermano Hormiga me hizo cambiar mucho la óptica de cómo hacer música. Con Lisandro la pasamos muy bien, nos divertimos mucho juntos y ojalá podamos seguir tocando. Lo único que nos mueve son las ganas. Y el disco que sacamos me encanta. Por eso, fantaseamos con hacer otro disco.

Compromiso socioambiental

Hace un par de meses, Andalgalá se convirtió de nuevo en centro de conflicto en torno a la megaminería y la defensa del agua. La policía catamarqueña allanó, hostigó y detuvo con violencia y de manera arbitraria a varios integrantes de la Asamblea El Algarrobo, que se oponen a la instalación del proyecto minero Agua Rica, tres veces más grande que Bajo La Alumbrera. Barrionuevo, en ese momento, manifestó su apoyo a los ambientalistas y a las comunidades que viven allí. Le dice ahora a Página/12: “No se tiene conciencia del daño que se está haciendo en el medio ambiente. La ecuación es simple: están todos los gobiernos metidos con el negocio de la megaminería, de cualquier lado de la grieta”. Y agrega: “Pero lo que está pasando en Andalgalá es tremendo y son luchas zarpadamente invisibilizadas. Nadie tiene ninguna intención de mostrar lo que está pasando”, dice. “De hecho, la Policía entró a las casas de un montón de compañeros y compañeras y se los llevaban en cana como si fueran terroristas. Y esto se debe a que hay intereses muy gruesos. Yo no soy una persona que apoye a los gobiernos y eso mucha gente no me lo perdona. El súper negocio de la megaminería a cielo abierto arrancó en los noventa y es dramático. Pasan cosas siniestras y hay mucho silencio. Por eso, mi apoyo siempre es para la gente que está en la lucha”.