El 4 de enero de 2010 hacía calor, pero para miles de personas hubo una ola de frío que llegó desde Mendoza, donde las autoridades del Hospital Italiano detuvieron todas las rotativas con la noticia de la muerte de Roberto Sánchez. Las complicaciones posteriores a un doble transplante de corazón y pulmones se llevaron al hombre, pero desde el anuncio mismo quedó claro que el alter ego, el artista que supo encarnar ese hombre, ganaba una nueva capa de inmortalidad. Roberto se había ido. Sandro iba a permanecer.

No es novedad, claro. Los grandes artistas populares exceden su tiempo de vida, pero no sólo por lo hecho sino por los rescates que periódicamente actualizan el legado. Saben de eso los admiradores de The Beatles, saben de eso los de Prince -por dar solo dos ejemplos resonantes-, y a partir de hoy lo tienen claro miles y miles de seguidores del Gitano, que ya pueden disfrutar Tengo una historia así, el disco inédito ya disponible en redes y en edición "analógica". Y disfrutar no es un término azaroso. Si más de una vez los rastreos de archivo que realiza la industria no terminan de conformar una obra concreta o no alcanzan el valor artístico necesario, este album es una agradable sorpresa. Como Welcome 2 America de Prince (la comparación no es estilística, la obliga la cercanía temporal de los lanzamientos), Tengo una historia así viene a agregar alguna nueva capa a la leyenda del hombre de Banfield.

¿Cómo nació y creció este proyecto, que vuelve a echar luz sobre un artista irrepetible más allá de cualquier cuestión de gusto? Es sabido que Roberto Sánchez vivía recluido en su casona del conurbano sur, pero eso no significaba necesariamente una inactividad o andar pegado a un Netflix aún inexistente. El artista solía decir que cuando entraba a su casa dejaba el traje de Sandro colgado en la puerta y se comprende la analogía, pero no es del todo cierta. En su hogar también funcionaba un estudio bien pertrechado -bautizado de contundente manera como Excalibur-, donde Roberto y Sandro se fundían para seguir haciendo cosas fuera del ojo público.

De allí, entonces, estas grabaciones encontradas. Hubo un adelanto el 19 de agosto de 2020, cuando Sandro debería haber cumplido 75 años: una canción llamada "No te vayas todavía", que también forma parte de este lanzamiento. En el archivo había unas cuantas cosas, reversiones y canciones que el artista registró en casetes de alta fidelidad en una portastudio y un grabador de cinta abierta. Y entre ellas, una perla largamente esperada por quienes habían escuchado el rumor de su existencia: "Eso que se hace de a dos", un tema inédito registrado junto a Charly García y Pedro Aznar en la misma época en la que Sandro fue invitado a ponerle su voz a "Rompan todo" para Tango 4. Demasiados atractivos como para no provocar el entusiasmo. 

En 2019, entonces, intervinieron dos personajes necesarios para llevar a cabo la idea de rescatar esas cintas, restaurar su sonido y darle forma definitiva. Los músicos y productores Jon Aguilera y Nelson Pombal se encontraron con pistas vocales que, más allá de cuestiones a "limpiar" del sonido, no solo tenían la calidad necesaria sino que se trataba de tomas terminadas, no simples pruebas del Gitano con vistas a una grabación posterior. Así se gestó la idea superadora de convocar a un gran equipo de músicos de primera línea, muchos de ellos participantes de aventuras anteriores con Sandro, para darle vestimenta de lujo a las canciones.

Y la lista impresiona: en Tengo una historia así (Sony Music) aparecen nombres como Bernardo Baraj, Rubén Aguilera, Américo Belloto, Ricardo Lew, Raúl Padín, Miguel Angel Tallarita, José Luis Colzani, Oscar D’Auría, Mario Parmisano, Javier Casalla, Víctor Skorupski, Enrique Roizner y Jorge “el Oso” Bertinetti. Entre ellos y con la dirección musical de Rubén Aguilera -padre de Jon- tomó forma un álbum que es más que mera nostalgia. Aunque el arranque mismo es una conexión directa con la prehistoria: en medio de una cacofonía de presentadores y aplausos lejanos, la versión 2020 de "Hay mucha agitación", aquel caballito de batalla de Sandro y Los De Fuego, estalla y enciende los parlantes con una urgencia y energía que recuerda de dónde venía Roberto. Entre los dibujos del saxo de Baraj y la gran Cristina Dall sacándole humo al piano, el reencuentro con la voz de Sandro no podría empezar de la mejor manera.

Por supuesto, no hay paciencia que alcance para esperar al track 8. Porque todo el disco estimula la curiosidad, pero la ansiedad por ese cruce Sandro - Charly - Pedro es demasiado grande como para seguir el orden de los temas. Y ahí aparece un audio de Aznar describiendo que con García "éramos chicos esperando a Santa Claus, la sensación con Sandro era maravillosa" antes de caer en un rhythm'n'blues trasnochado que es puro disfrute. Con Fernando Samalea en batería, Charly tirando pianitos y sonidos de Hammond y Pedro a cargo del bajo y guitarra, Sandro sencillamente la rompe, jugando con la voz y la intención lúdica de "Eso que se hace de a dos": treinta años después, esta coda de Tango 4 tiene destino de hit. Solo por ese rescate ya vale la pena ponerle la atención a Tengo una historia así.

Pero hay más, claro. El disco ofrece la maravillosa tanada del Gitano convirtiendo "La vida dura" en "Dove Vai", llevando el aire twist del original de 1986 a un encantador pulso lounge con el aporte de la guitarra de Ricardo Lew y la batería de Pipi Piazzolla. Entrega una perfecta clase pop con "Mi lágrima número cien", a puros caños y órgano Vox. O respeta y a la vez enriquece el arreglo original de "Se te nota", aquel hitazo de los '70 estrenado en el mismísimo Madison Square Garden

(Imagen: Archivo personal Roberto Sánchez)

Ese es otro de los aciertos del disco póstumo. Fuera porque Sandro prefería ir a material menos trillado o por selección de los productores, en Tengo una historia así no hay pleitesía al material más seguro, a canciones que sonaron miles de veces y propiciaron series record de conciertos en el Teatro Gran Rex. Sandro brilla en esa veta dramática  que supo cultivar tan bien con la nueva versión de "Yo te haré mujer": cierta rugosidad de la voz original le da al tema de Yo vengo a ocupar mi lugar (1984) otro espesor... más allá de alguna incómoda resonancia de la letra en estos tiempos. El álbum rescata un tema nunca antes editado en Argentina, lanzado como "Es mucho más mujer" en la edición estadounidense de ese mismo disco del 84, aquí la notable "Tú, que sabes del amor". Y cierra con una canción del arranque de la década del '90: el "Compañero de platea" incluido en Volviendo a casa se desliza a un aire más jazzero, con el plus del bandoneón de Carlos Buono y un Sandro trabajando con más sapiencia la expresividad puesta en el relato de esa escena teatral. Un gran broche para un recorrido sorprendente.

Para sumar un atractivo extra en tiempos tan digitales, la edición física de Tengo una historia así reproduce una serie de incunables cedidos por Olga Garaventa, la viuda de Roberto, que abrió también el archivo gráfico para compartir raras imágenes del artista en su hogar, borradores de letras, textos de puño y letra con su sello de lacre y firma dual, en algunos casos Sandro y en otros Roberto Sánchez. Un hombre iniciado en el rock que terminó convirtiéndose en símbolo de la canción romántica, capaz de encender auditorios repletos con solo un gesto. El artista que ahora, tantos años después, hace un nuevo acto de presencia. Y parece que el tiempo se diluyera.