A las 9.38 la sirena volvió a rayar en la mañana del centro y obligó en la rutina del centro rosarino el recuerdo triste y azorado de la peor catástrofe de la ciudad. Ayer se cumplieron ocho años de aquella fatídica explosión y derrumbe de la torre de departamentos en Salta 2141 que le costó la vida a 22 personas, heridas a otras 62 y numerosos daños y consecuencias del dolor abierto. Como cada año, se reiteró el acto homenaje a las víctimas, y ahora con el reproche de un fallo judicial en lo penal que solo condenó al gasista Carlos García y absolvió a las otras 10 personas imputadas, desde administradores del consorcio hasta funcionarios de Litoral Gas. 

La conmemoración arrancó antes con la marcha al trote de 22 corredores desde el Monumento a la Bandera hasta el solar donde ocurrió la tragedia, una prueba que ya se hace tradicional en cada recordatorio. Con el tránsito vedado, la cuadra se pobló de familiares y allegados a las víctimas, incluso vecinos de entonces y los que todavía habitan la zona. Cecilia Petroccelli volvió a ponerle color sensible a la escena con la canción Las cosas tienen movimiento. Y llegó la emotiva enumeración por altavoz de las 22 víctimas. Ayer mencionaron una más: Zulma Oliva, que murió este año, y era la viuda de Domingo Oliva, uno de los 22 muertos en aquel 6 de agosto de 2013.

El eje de los discursos estuvo puesto en la sensación de impunidad que les quedó a los deudos después del proceso judicial. Marcela Nissoria, una de las voces más conocidas de este reclamo, recordó que esperan de la Corte Suprema provincial que atienda un recurso de queja que plantearon por la absolución de diez imputados. Solo el gasista mereció una pena de 4 años por estrago culposo agravado, y luego por su salud delicada, pasó a cumplir la sentencia en su domicilio.

"El sistema judicial es muy perverso y revictimiza a quienes murieron y a quienes quedamos, de manera constante", dijo una familiar, Eleonora López, quien sintió la necesidad de explicar porqué la mayoría de las familias se rehusaron a la querella penal. "Era inmolarse ante un poder corrupto", dijo.

Entre el gentío, Jorge, el padre de Estefanía Magaz, volvió a concluir: "Este es un dolor que nos va a durar toda la vida. Lo que pasó fue una sumatoria de negligencias, las que produjeron este hecho tan doloroso, pero la Justicia hizo como que acá no hubiera pasado nada. El interventor de Litoral Gas dijo en su momento que si se hubieran respetado los protocolos, nada habría ocurrido. Es decir, cortar el servicio antes de hacer la reparación", rememoró en alusión al momento previo a la fuga de gas y la terrible explosión que transformó las tres alas de aquella torre en un infierno de fuego, humo y mampostería.

Adrián Gianángelo es de los más perseverantes en su posición de denuncia y reclamo de justicia. Su pérdida fue su hermana Débora. "Perder a un familiar por una situación injusta, impune, causa un dolor que no tiene fecha de vencimiento", dijo ayer a cuanto micrófono de prensa se le acercó. Y volvió sobre un tópico que en el juicio nadie rebatió: la falta de mantenimiento en el edificio. “Todos los acusados hicieron caso omiso de los reclamos de mi hermana y otros vecinos del edificio sobre las irregularidades que había ahí adentro. Hemos publicado fotos inéditas. He encontrado una computadora que tenía fotos de mi hermana sobre el estado del departamento. Los calefones explotados, las cocinas con irregularidades, departamentos sin ventilación", recordó.

La causa judicial está con sentencia en primera instancia, pero abierta por un recurso en queja planteado ante la Corte Suprema de Santa Fe. Allí los deudos cifran ahora sus expectativas, ocho años después.