El triunfo de los talibanes tras dos décadas de guerra en Afganistán desató un verdadero caos en el aeropuerto de Kabul, donde al menos seis personas murieron según varios testigos. Miles de personas desesperadas trataban de huir del país abordando los vuelos de repatriación. La situación en el aeropuerto de la capital afgana empeoró tanto que todos los vuelos, civiles y militares, tuvieron que ser suspendidos durante varias horas. Kabul amaneció el lunes bajo una tensa calma y casi vacía de mujeres, que se quedaron en sus casas por temor al retorno de un régimen talibán recordado por la brutalidad de sus castigos y la opresión del género femenino.

La capital afgana cayó el domingo en manos de los talibanes sin que las fuerzas nacionales opusieran resistencia y después de que en poco más de una semana lograran el control de casi todas las provincias del país, un inédito avance motivado por la fase final de retirada de las tropas de Estados Unidos y de la OTAN el pasado primero de mayo. El mulá Baradar Akhund, jefe de la oficina política de los talibanes en Qatar, declaró en la madrugada del lunes el fin de la guerra con el triunfo de los insurgentes. 

"Hemos alcanzado una victoria que no se esperaba. Debemos mostrar humildad ante Alá", dijo Akhund en un video que se consideró la primera declaración pública de un líder talibán tras la conquista del país. El mulá, denominación con la que se identifica a las personas con amplios conocimientos en el Corán, aseguró que los talibanes tratarán de ver "cómo servimos y protegemos a nuestra gente, y cómo aseguramos su futuro para ofrecer una buena vida lo mejor que podamos".

Primer día en Kabul

En Kabul los afganos intentaron continuar con sus vidas bajo el nuevo régimen, mientras en las calles reinaba el silencio y los insurgentes patrullaban una ciudad sin mujeres a la vista. Los talibanes, armados, patrullaron la capital durante el día e instalaron varios puestos de control. Además se encargaron de arriar cada una de las banderas afganas que encontraron a su paso. En las cuentas de Twitter que les son favorables se jactaban de haber sido bien recibidos en la capital del país. También indicaron que miles de combatientes estaban llegando a la capital para garantizar la seguridad.

Kabul ha sido por años insegura, especialmente en el último año, con explosiones casi a diario y asesinatos selectivos. Los talibanes "estamos aquí por la seguridad de la gente para evitar saqueos", decía Ajmal, un combatiente que patrulla las calles, y que como muchos otros es reconocible por su tradicional barba, pelo largo y pakol, el sombrero tradicional afgano.

Las emisoras de radio, que son uno de los principales logros de los afganos y que temen perder con la vuelta de los talibanes, aún transmitían sus programas con normalidad, y el canal de deportes de la televisión estatal transmitía críquet y fútbol. El canal de noticias Tolo aseguró además que los talibanes entraron en su sede en Kabul, "revisaron las armas del personal de seguridad, recogieron las armas que fueron entregadas por el gobierno y acordaron mantener el recinto a salvo".

Caos en el aeropuerto

La caída de Kabul, que se completó el domingo por la noche después de que el presidente afgano, Ashraf Ghani, abandonara el país, provocó una oleada de miles de civiles que se dirigieron al aeropuerto local con el único objetivo de salvar sus vidas. La mayoría eran personas desesperadas que se dejaron llevar por la idea de que Estados Unidos, que está evacuando a su personal en el país, iba también a permitir sacar a cualquier afgano.

"Escuché anoche que tres aviones evacuaron a personas que no tenían pasaporte ni visado, por lo que varios de mis amigos y yo vinimos por la mañana al aeropuerto y nos quedamos allí por horas" antes de volver sin éxito a casa, dijo desde el lugar Tamim Ansar. Otros fueron más allá, invadiendo las pistas de despegue para que los aviones de repatriación no abandonaran el país sin ellos.

El desorden vivido en el aeropuerto derivó en la muerte de al manos seis personas, según informaron varios testigos presenciales. "Vi a tres civiles y a un combatiente talibán muertos por el tiroteo entre los talibanes y las fuerzas estadounidenses", afirmó Mirwais Yusufi, un testigo de los hechos que también estaba tratando de abandonar el país. Yusufi explicó que después de que un talibán ordenara a varios civiles afganos que abandonen el aeropuerto y estos se negaran, el insurgente disparó contra ellos, lo que desencadenó la respuesta de las fuerzas estadounidenses. 

Los otros dos fallecidos murieron al caer de un avión de la fuerza estadounidense al que habían logrado subirse antes de que despegara del aeropuerto. Uno de los que cayó de la aeronave fue Fida Muhammad, un dentista de 22 años que residía en la provincia de Kabul, según relató Ahmad, un familiar cercano: "Salió de casa para ir a su trabajo, pero nos enteramos horas después de que murió al caerse del avión". 

Las compañías internacionales suspendieron el sobrevuelo del país a pedido de Afganistán, para dejar el espacio aéreo libre para los militares encargados de las evacuaciones. Ya en la madrugada del martes, el aeropuerto de Kabul volvió a operar con normalidad.

La incertidumbre de los afganos

Muchos en Afganistán temen el peor escenario, sobre todo después de que los talibanes liberaran a miles de prisioneros. Además sobreviene el recuerdo la versión ultrarrigorista de la ley islámica que los talibanes aplicaron cuando gobernaban el país entre 1996 y 2001. Los talibanes prometieron que, si volvían al poder, respetarían los derechos humanos, en particular de las mujeres, conforme a los "valores islámicos".

Para Aisha Khurram, de 22 años, que representó a la juventud afgana ante las Naciones Unidas y que iba a graduarse de la Universidad de Kabul en los próximos meses, la victoria de los talibanes el domingo "ha destrozado nuestras almas y nuestras mentes".

La debacle es total para las fuerzas de seguridad afganas, financiadas durante 20 años con cientos de miles de millones de dólares de Estados Unidos. El movimiento islamista radical inició una ofensiva en mayo tras el inicio de la retirada de las tropas extranjeras, sobre todo estadounidenses. En diez días tomaron el control del país, veinte años después de haber sido expulsados por una coalición encabezada por Estados Unidos debido a su negativa a entregar al líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.