Convocada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF en 1978, la conferencia de Alma-Ata -en la ex URSS- estableció en su declaración final una ambiciosa meta que la mayoría de los más de 130 países participantes aún no consiguieron alcanzar: “Salud para todos en el año 2000”.

En el que fuera el más trascendente encuentro sanitario global de la década del 70, que con su estela conceptual sigue iluminando nuestros días, se estableció como estrategia para llegar al ambicioso objetivo a la Atención Primaria de la Salud (APS), una política que fue objeto de controversias que llevaron a que no fuera acabadamente interpretada.

Es que al citar el término “atención”, en realidad hacía referencia a “cuidado” (el original “care” en inglés es “cuidado”), y “cuidado” es mucho más abarcativo que “atención”: implica una relación horizontal, simétrica y participativa entre el sistema sanitario y la población.

En los hechos, a veces vemos limitado el concepto de “atención” solamente a reparar la enfermedad, y sin acciones participativas. Al mismo tiempo, la palabra “primaria” también resultaba confusa, y se la relacionaba con lo “primitivo”, lo rústico y elemental.

La concepción correcta hubiera sido “principal” o “esencial”, es decir, lo más importante. Sea como fuere, con el correr del tiempo en muchos lugares se hizo lo más fácil: se limitó la concepción de la APS a la reparación de algunas enfermedades de bajo costo para los sectores más vulnerables, y sin participación activa, directa y efectiva de las personas.

Pero lo que indudablemente sigue vigente del espíritu de Alma-Ata es el concepto del “Cuidado Esencial de la Salud”. Para lograrlo se requiere el cuidado integral de la salud para todas las personas, donde esté involucrada toda la comunidad, y no solamente quienes pertenecen al sistema sanitario. Esto supone un trabajo multisectorial, de promoción y prevención de la salud, comunitario, multidisciplinario y descentralizado.

Sin embargo, no es cierto que en la Argentina nunca se haya instaurado, como política de Estado, la estrategia de Atención Primaria de la Salud. Sí es público y notorio que existieron momentos de avances notables, de adelantos tibios o puntuales, y otros directamente de franco retroceso. Como ejemplo, vale señalar al programa Municipios y Comunidades Saludables del Ministerio de Salud de la Nación, cuya Unidad Coordinadora fue creada en el año 2003. Se trata de una política de Estado orientada a disminuir las brechas de inequidad, afrontando situaciones cotidianas y fortaleciendo las capacidades de los gobiernos locales en la promoción y la gestión de la salud, actuando sobre los principales determinantes de la salud de la población.

A partir de 2016 el programa perdió entidad, se desfinanció y prácticamente desapareció en 2019. El año pasado fue rediseñado y recibió una asignación presupuestaria de $ 2.200 millones para ejecutar en 2021 y 2022, un monto que transfiere a las provincias.

Sus diversas líneas de trabajo están planteadas respetando las singularidades e identidades locales. Cada territorio es diferente, pero lo inspira una definición básica: llegar a los barrios y a las localidades más vulnerables con servicios que están visiblemente disponibles en las zonas ricas de las grandes ciudades. Porque en nuestra concepción de la equidad en salud, el Estado nacional debe llegar con mayor fuerza a quien más lo necesita.

De este modo, serán habilitados espacios para la actividad física con iluminación adecuada; proyectos deportivos locales para jóvenes; el acceso a alimentos saludables y mercados de agricultores de cercanía; y equipamiento para reducir la generación de residuos sólidos urbanos.

También será reforzada la infraestructura de seguridad vial, con la instalación de reductores de velocidad, rotondas y estrechamientos de calzada; se fomentarán actividades culturales y deportivas para personas mayores; se conectarán residencias de adultos con el sistema de atención de salud por telesalud; se consolidarán redes para el seguimiento de pacientes con enfermedades crónicas; y se fortalecerán casas de medio camino para usuarios del sistema de salud mental, casas de medio camino, y también las que contienen a mujeres víctimas de violencia de género.

Estas y otras líneas de acción ya están siendo articuladas en consenso con otras áreas del Gobierno nacional y de las provincias, tales como la Agencia Nacional de Seguridad Vial o la Secretaría de Municipios del Ministerio del Interior. Con el impulso político de una administración que reconoce a los municipios como la primera ventanilla a la que acuden las vecinas y los vecinos a la hora de buscar respuestas, el programa rápidamente recuperará el tiempo perdido y alcanzará en estos dos años al menos al 40% de la población argentina.

Luego de recuperar un ministerio devastado por la desidia neoliberal, y mientras vamos dejando atrás la pandemia, la gestión sanitaria nacional avanza en cada territorio acompañando a las gestiones locales y sin distinción de banderías políticas.

Los municipios son la plataforma vital desde la cual instrumentar la atención primaria de la salud. Y desde ellos vamos a volver a la vida que queremos.

(*) Secretario de Equidad en Salud del Ministerio de Salud de la Nación