En los últimos cinco años la bolsa S&P 500 de Estados Unidos acumula una ganancia de casi 120 por ciento. Los efectos de la pandemia sobre la economía real siguen sin hacerle sombra. Las contradicciones que se generan entre el mundo de las finanzas y el mundo de la producción, por el momento, no muestran un punto de convergencia.

El optimismo de los inversores de Wall Street tiene cada vez menos guiños de algunos de los principales referentes de la macroeconomía. La semana pasada se sumaron voces alertando por el futuro de la economía estadounidense.

Nouriel Roubini fue otra vez el más crítico pero no fue el único referente de la elite financiera en plantear las amenazas de mediano plazo. El investigador de Harvard Kenneth Rogoff tituló su última columna de opinión con una de las preguntas del millón: “¿De vuelta a los setenta?”. Las dudas sobre la estabilidad de Estados Unidos van en aumento.

“Los paralelos entre la década de 2020 y la de 1970 siguen creciendo. ¿Se ha vuelto mucho más probable un período sostenido de alta inflación? Hasta hace poco, habría dicho que las probabilidades estaban claramente en contra. Ahora, no estoy tan seguro, especialmente mirando hacia adelante en unos años”, consideró el execonomista jefe del FMI.

La idea de Rogoff es que pueden pensarse similitudes hasta simbólicas con la estanflación de los setenta. Una de las que describe es en el frente externo. “La derrota de Estados Unidos en Afganistán es un paso hacia la recreación de la tormenta perfecta que condujo a un crecimiento lento y una inflación muy alta de la década de 1970”. Hace 45 años las tropas norteamericanas se retiraban de Vietnam luego de 20 años de conflictos bélicos. “Hace unas semanas, un poco de inflación parecía un problema manejable. Ahora, los riesgos y las apuestas son mayores”, aseguró.

¿Cuáles son los peligros para el crecimiento de Estados Unidos?

En la misma línea Nouriel Roubini, quien adelantó la crisis de 2008, volvió a mostrarse lapidario sobre el futuro de la economía estadounidense. “Hasta hace poco, me enfocaba más en los riesgos a mediano plazo. Pero ahora puede argumentarse que la estanflación leve ya está en marcha. Los precios aumentan en los Estados Unidos y muchas economías avanzadas, y el crecimiento se está desacelerando drásticamente, a pesar de los estímulos monetarios, crediticios y fiscales masivos”.

El punto que destaca es que el problema del crecimiento actual no es el resultado de cuellos de botella pasajeros (vinculados al avance de la variante Delta y otros elementos que pueden considerarse de corto plazo), sino que existen factores que provocan un shock de oferta negativo tanto en el mediano como en el largo plazo. Entre ellos considera:

1. El cambio climático que perturba la agricultura y provoca picos en los precios de los alimentos.

2. La disputa geopolítica que apenas comienza y amenaza con fragmentar la economía global.

3. La tendencia hacia la desglobalización y el aumento del proteccionismo.

4. La guerra cibernética que interrumpe cada vez más la producción y es costosa de controlar.

5. El envejecimiento demográfico de las economías avanzadas.

6. Las restricciones para la inmigración que obstaculiza el flujo desde el Sur global hacia el Norte.

7. La probabilidad de un escenario de puja distributiva acelerada en Estados Unidos.

8. La persistencia de pandemias conduce a buscar autosuficiencia y control de las exportaciones sobre materiales clave.

“Estos choques de oferta persistentes amenazan con reducir el crecimiento potencial, mientras la continuación de políticas monetarias y fiscales laxas podría desencadenar una ruptura de las anclas en las expectativas de inflación”, planteó Roubini.

“La espiral de precios y salarios resultante marcaría el comienzo de un entorno estanflacionario en el mediano plazo peor que el de la década de 1970, cuando las relaciones deuda sobre PIB eran más bajas de lo que son ahora. El riesgo de una crisis de deuda estanflacionaria seguirá acechando”, concluyó.