El clásico Brasil-Argentina tiene una larga y rica historia, llena de singularidades. Uno de los partidos más curiosos entre las selecciones de ambos países se dio en Río de Janeiro, en 1912. Fue un amistoso que se disputó para celebrar un aniversario del Grito de Ipiranga, es decir la independencia de Brasil del imperio portugués, que se había producido el 7 de septiembre de 1822.

El equipo argentino, que en los albores del fútbol, ejercía una notable superioridad sobre su rival cada vez que jugaban, iba ganando al final del primer tiempo por 3 a 0 y dominaba con claridad todos los aspectos del juego. En las tribunas del antiguo estadio del Fluminense, entre los 7 mil espectadores, estaba el expresidente Julio Argentino Roca. Había viajado especialmente, como enviado del presidente Roque Saénz Peña para aceitar las relaciones diplomáticas y sobre todo las económicas con Brasil. Roca bajó al vestuario en el entretiempo y después de felicitar a los jugadores por su buena actuación empezó a mostrar de a poco sus verdaderas intenciones. Habló de la hermandad, de la circunstancia del festejo de la independencia, de los negocios entre ambos países y por último de la necesidad de entender que a veces es mejor no ganar, que estaría bueno perder y darles “una alegría a los hermanos brasileños”. Los jugadores deliberaron un par de minutos antes de volver a la cancha y fueron a jugar el segundo tiempo con las palabras de Roca retumbando en sus oídos. Conclusión: metieron 2 goles más y redondearon un lapidario 5 a 0. Poco caso le hicieron al pedido de “ir a menos”.

Al año siguiente, Roca mandó a hacer un trofeo para ser disputado entre las selecciones de ambos países. Durante muchos años, hasta 1976, se jugó la Copa Roca.

Julio Argentino Roca, dos veces presidente de la Nación (en los períodos 1880-1886 y 1898-1904) fue político y militar, artífice de la Campaña del Desierto que es definida por Felipe Pigna en su sitio El Historiador como “un verdadero genocidio que dejó un saldo de miles de muertos y más de 14 mil prisioneros”.

“Lo importante para Roca y su campaña política no eran las víctimas, que ni siquiera eran consideradas como tales por la sociedad de la época, sino las millones de hectáreas ‘recuperadas’ a los habitantes originarios y su consecuente prestigio político militar”, remata Pigna.

Argentina y Brasil se enfrentaron en 108 oportunidades con 41 triunfos argentinos, 25 empates y 42 victorias brasileñas. Este domingo jugarán el partido 109.