Presas                   5 Puntos

Prey; Alemania, 2021.

Dirección y guion: Thomas Sieben.

Duración: 88 minutos.

Intérpretes: David Kross, Hanno Koffler, Maria Ehrich, Robert Finster,

Yung Ngo.

Estreno en Netflix a partir del viernes 10.

Cinco hombres de vacaciones en un paraje natural y salvaje se ven de pronto enfrentados a un peligro muy humano. La línea podría formar parte de una escueta sinopsis de La violencia está en nosotros, el clásico de John Boorman, pero también le calza como anillo al dedo a Presas, cuarto largometraje del alemán Thomas Sieben (Distanz, El secuestro de Stella). Rodada en una única locación y con un reparto de apenas siete actores, la película es un típico ejercicio de presupuesto moderado en el terreno del suspenso. El quinteto de jóvenes, dos de ellos hermanos, todos ellos amigos desde hace tiempo, terminan un recorrido en canoa, prenden una fogata, hacen trekking hasta lo alto de una edificación derruida y emprenden el camino a casa. En algunos diálogos comienza a quedar en claro que la amistad no está exenta de tensiones –el clásico lugar de macho alfa, entre otros detalles menores– y el primero de varios flashbacks que atraviesan la mente de Roman (David Kross, rostro reconocible de inmediato por su participación en El lector y Caballo de guerra) remiten a un romance idílico e inminente casorio que pronto será puesto a prueba. ¡Y cómo!

El primer disparo desde la distancia llama la atención; el segundo hiere en un brazo a Vincent (el hecho de que el único personaje de origen asiático sea mostrado como el más “débil” seguramente molestará a algunos espectadores). De pronto, los muchachotes son víctimas de un tirador fugitivo que parece estar divirtiéndose de lo lindo: las ruedas del auto están pinchadas, en el lugar no hay señal de celular y la única posibilidad de sobrevivir implica una huida hacia las profundidades del bosque, que el enemigo invisible sin duda conoce como la palma de su mano. A esa altura, treinta minutos después del comienzo del film, casi todas las cartas están echadas sobre la mesa y el asunto es saber cómo Sieben manejará los ingredientes y condimentos, cuyos gustos son conocidos de sobra. La respuesta no es la más esperada, aunque durante un rato la tensión logre atravesar la pantalla.

A medida que los tiros comienzan a pegar más cerca y la sangre brota de los cuerpos, la gasolina de Presas comienza a escasear. Es entonces cuando el guion decide revelar identidades y destapar secretos y mentiras, tanto en el grupo de presas como en el caso del cazador, que juega con la inversión de géneros de manera elegante. Lo que no resulta tan distinguido son las motivaciones que permanecían ocultas; mucho menos la manera en la cual son descubiertas, a la marchanta y sin demasiada lógica interna o externa. Lo demás es una carrera cuesta abajo hacia el previsible desenlace, en una de esas películas que en otra época solían aparecer en el mercado del “directo a video” y que hoy engrosan semana a semana los algoritmos de las plataformas de streaming. De todas formas, todo podría ser mucho peor.