Desde Roma.

El Papa Francisco volvió a Roma en la tarde del miércoles, después de haber visitado brevemente el domingo pasado Budapest (Hungría) y luego Eslovaquia por tres días, donde dejó como recuerdo numerosas e importantes ideas para poner en práctica en la sociedad y en la Iglesia. Como siempre Francisco habló sin vueltas y en sus mensajes puso el acento en la necesidad de luchar contra toda discriminación y antisemitismo, y a favor de la fraternidad y de la recepción, especialmente en tiempos de pandemia, y de la integración de las personas que viven en una sociedad.

El Papa argentino concluyó su visita a Eslovaquia con una misa en Sastin - a unos 70km de la capital Bratislava- , en el Santuario de la Virgen de los Siete Dolores, la patrona de Eslovaquia, cuya fiesta se celebra precisamente el 15 de setiembre. Unas 60.000 personas asistieron a la misa en la explanada del santuario, según los organizadores. Y también participó, además de obispos y otros miembros de la Iglesia, la presidenta Zuzana Caputova y el primer ministro Eduard Heger. Primero Francisco rezó privadamente en el santuario, que es del siglo XVI, y luego celebró la misa. En la homilía, el Papa insistió una vez más en la necesidad de una Iglesia “activa” y “no estática” que sepa “tejer el diálogo” cuando hay problemas, y de la necesidad de cristianos que sepan difundir “el buen perfume de la recepción y de la solidaridad allí donde prevalece el egoísmo personal o colectivo” y que sepan proteger “la vida ahí donde reina la muerte”.

Encuentro con los periodistas

Durante el viaje de regreso, en el breve y tradicional encuentro que los Pontífices mantienen con los periodistas que los acompañan, Francisco respondió a algunas preguntas sobre el aborto, el matrimonio entre homosexuales y la comunión para los políticos como Joe Biden, que apoyan la legalización del aborto. Francisco fue categórico: “El matrimonio en la Iglesia es sólo entre un hombre y una mujer. Es un sacramento y la Iglesia no tiene el poder para cambiar los sacramentos”, dijo, aunque no descartó las leyes civiles que tratan de ayudar a las parejas del mismo sexo. En cuanto al aborto, lo calificó como “un homicidio”. "Es como alquilar un pistolero para resolver un problema”, dijo. Finalmente se refirió a la comunión para personajes como el católico Biden, dado que los obispos de Estados Unidos están pensando en prohibirle la comunión porque siendo católico apoya el derecho de cada mujer a decidir sobre el aborto. “Nunca rechazar la comunión a nadie. La comunión no es un premio para los perfectos. Es un don, es un regalo, es la presencia de Jesús en su Iglesia y en la comunidad”, dijo el Papa.

Francisco también respondió a una pregunta sobre el primer ministro de Hungría, Viktor Orban con quien se encontró en Budapest el domingo pasado. Con Orban no habló el tema de los inmigrantes, dijo, sino sobre ecología y sobre la familia. Contó por otra parte que en el Vaticano la mayoría de la gente está vacunada pero que hay algunos cardenales negacionistas, es decir No Vax, y que uno de ellos está con covid. Ante el comentario de un periodista que le dijo que lo veía muy bien y rejuvenecido después de la operación, comentó riendo: “No fue una cosa estética”.

Migrantes y solidaridad

En los distintos mensajes durante este viaje, Francisco hizo un llamado a la recepción de los migrantes y a la solidaridad que, según él, deben ser componentes esenciales de la identidad cristiana del continente. Pero como el mismo confirmó, con Orban no trató este tema. Viktor Orban, es uno de los más conservadores y anti-migrantes de la Unión Europea. Es más, Orban le hizo un regalo particular y alusivo al tema de los migrantes que él no quiere dejar entrar a Europa. El primer ministro húngaro, que es protestante, escribió en su página de Facebook que había pedido al Papa Francisco “que no permitiera que la Hungría cristiana desapareciera”. Y le regaló una copia de una carta que el rey húngaro Bela IV en 1250 escribió al Papa Inocencio IV y en la cual le pedía ayuda contra los belicosos tártaros que amenazaban a la Hungría cristiana. El regalo de Orban fue interpretado como una tácita alusión a los migrantes de otras religiones, que según él podrían poner en peligro el cristianismo y Europa.

Francisco fue a Budapest sólo para la ceremonia de clausura del 52o Congreso Eucarístico Internacional. Desde que el domingo por la tarde llegó a Eslovaquia, cuyo gobierno es completamente distinto del de Hungría, el Papa insistió muchas veces sobre la solidaridad, la recepción y la integración, sobre todo en los encuentros que tuvo con la comunidad judía de Bratislava y de Kosice y con la comunidad gitana que vive hace mucho tiempo en el barrio Lunik IX de Kosice. Tanto judíos como gitanos fueron duramente maltratados por el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial y miles de ellos murieron en los campos de concentración. Pero también al encontrarse con miembros de la Iglesia el papa insistió sobre estos temas.

Los jóvenes de Eslovaquia

A los jóvenes de Eslovaquia, a quienes habló en el estadio Lokomotiva de Kosice, les dijo entre muchas otras cosas que “sirven ojos nuevos” para mirar la realidad “ojos que no se dejen engañar por las apariencias”. Y sobre el amor les dijo que “el amor no es obtener todo inmediatamente sino fidelidad, responsabilidad, es un don...es amar al otro como es y esto es bello. Los sueños que tenemos nos dicen la vida que deseamos, los grandes sueños no son el auto potente, el vestido de moda, las vacaciones transgresivas...no estamos aquí para hacer de la vida una empresa. Para hacer grande la vida se requiere amor y heroísmo”, subrayó Francisco. “Por favor, no hagamos pasar los días de nuestra vida como si fueran episodios de una telenovela”, agregó el papa argentino,  pidiéndole a los jóvenes además que prestaran atención a los abuelos, que les hicieran preguntas y escucharan sus historias para aprender muchas cosas de la vida. “Y no se dejen invadir por la tristeza”, agregó, sobre todo en estos tiempos, pensando que nada cambiará. Si uno cree en esto “se enferma de pesimismo” y “se envejece siendo joven”.

A Presov, tercera ciudad del país por el número de habitantes, el Papa llegó el martes por la tarde en auto desde Kosice -distante unos 300km de Bratislava- . Presov es la sede del catolicismo de rito bizantino y el Papa asistió a la liturgia bizantina de San Juan Crisóstomo a la que asistieron también unos 40.000 fieles. Desde el papamóvil que dio varias vueltas por el lugar, el Papa saludó a muchos de los fieles.

Si bien en la delegación vaticana que acompañaba al Pontífice, aparte del secretario de estado Pietro Parolin y otros exponentes vaticanos, iban médicos y enfermeras, Francisco apareció bastante bien durante todo este primer viaje desde que fue operado al colon en julio pasado.

Se trató del viaje número 34 del Papa argentino en los que ha visitado ya en total 54 países. El avión de Alitalia aterrizó en el aeropuerto militar de Ciampino, en Roma, a las 15.16 del miércoles, luego de poco más de una hora y media de viaje desde Bratislava.