"El 18 de abril de 2002 sufrí tres intentos de femicidio en la misma noche. Mi exmarido, Mario Garoglio, intentó ahorcarme con un alambre, después me golpeó con piedras en la cabeza, y me encerró en el baúl del auto creyendo que estaba muerta, para enterrarme. La policía, gracias a un vecino que intervino, llegó y encontró un charco de sangre, lo siguió hasta el auto y me encontró en el baúl". El relato, crudo, descarnado, preciso, es el de Ivana Rosales; se la escucha hablar desde una pantalla. 

"Llegamos a instancias judiciales. En el momento del juicio, el fiscal que intervino dijo: 'ella se lo buscó', y empezó a interrogarme sobre mi pasado. Mencionó circunstancias extremas de atenuación y pidió solo cinco años por ese intento de femicidio. En el interín hasta que la condena quedara firme, en un revinculación obligada mi exmarido violó a mis hijas, y después se fugó", continúa el relato Ivana desde la filmación.

"Cuando la causa prescribió, mi expareja reapareció y fue condenado por el abuso a cuatro años. En el momento en que tomé conciencia de cuáles habían sido mis derechos violados en el juicio, la discriminación que recibí de la justicia, recurrí al Cels y ellos intervinieron". Ivana habla ahora solo desde un registro porque falleció en 2017 por un ataque epiléptico, una de las secuelas de la violencia machista que sufrió.

Tras varias instancias judiciales, su hija Abril tomó el reclamo que su mamá había iniciado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos como propio. Su hermana Mayka fue otra víctima de esta violencia machista; hace unos años se suicidó. 

El jueves, el Estado argentino firmó el Acuerdo de Solución Amistosa ante este organismo internacional, que significa en palabras llanas el reconocimiento de que todo se obró mal en la intervención de la justicia: revictimización, discriminación, decisiones basadas en estereotipos de género, violencia patriarcal en el fallo y en todo el proceso. También el pedido de perdón de parte del Estado a las víctimas, y el compromiso de profundizar la labor para prevenir y erradicar la violencia machista, especialmente en el ámbito judicial. 

Es el primer pedido de disculpas del Estado argentino ante la CIDH por un caso de violencia de género.  

Imagen: Telam. 

"Un acuerdo histórico"

El miércoles por la mañana, el Archivo Nacional de la Memoria en la ex Esma fue el lugar que albergó la firma que significó "un acuerdo histórico", de un peso simbólico que se proyecta hacia atrás y hacia adelante, más allá de que pueda acordarse con el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla, cuando dijo que "es muy pequeña la reparación posible en relación a todo lo que sufrieron estas mujeres".   

Junto a él estuvieron el ministro de Justicia, Martín Soria; la ministra de Mujeres, Elizabeth Gómez Alcorta; el gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez; y la vocal del Tribunal Superior de Justicia neuquino, María Soledad Gennari, responsable de la Oficina de la Mujer de la provincia, entre otros representantes nacionales y provinciales. También la directora ejecutiva del Cels, Paula Litvachky. Y la periodista Virginia Triflogli, amiga de Abril Rosales, quien compartió palabras de su amiga en un  fragmento del libro Libre, no valiente, de Beatriz Kreitman. También llevó al acto, marcado por la emoción, una crítica precisa: "Este es el momento de actuar. Para luchar contra la violencia machista se necesitan presupuestos, inversión pública, no solo dar talleres", les dijo a las y los funcionarios presentes. 

“Hoy es un día histórico en el que se ve con claridad qué modelo de Estado queremos y defendemos. Representamos un Estado que reconoce su responsabilidad y pide disculpas, porque sabe que es su deber garantizar la igualdad y poner fin a las violencias de género” afirmó Gómez Alcorta. “Estamos acá por la memoria de Ivana y por la fuerza de Abril, que supo transformar el dolor en lucha". 

La misoginia del poder judicial

El gobernador Gutiérrez retomó el pedido de disculpas públicas “en nombre del pueblo y del gobierno de la provincia de Neuquén, a Abril, y a la memoria de Ivana Rosales y su hija Mayka, por las violaciones a los derechos humanos que sufrieron, producto de un sistema de administración de justicia que demostró ser ineficaz”. 

“No es casual que hoy estemos en este acto de pedido de disculpas públicas aquí en la ex Esma, porque este es un lugar construcción de memoria colectiva, y porque queremos que estas tragedias, estas violencias extremas, no ocurran nunca más. Para eso tenemos que comprometernos como sociedad y como Estado”, sumó Soria.

"Ivana se encontró con un Estado que sostenía la cara de la violencia institucional justificada en la discriminación por razones de género, que invisibilizaba y aseguraba la impunidad. Que la revictimizó a través de una sentencia judicial cargada de estereotipos de género", reflexionó Litvachky. Y marcó que el caso de Ivana Rosales muestra "que la misoginia se cuenta en acciones como la de su exmarido, pero también como la del poder judicial neuquino, que le dijo que ella se lo había buscado”.

Abril Rosales, en la firma del acuerdo. Imagen: Telam.

"Sentí la misma impotencia"

"Cuando conocí el caso sentí la misma bronca y la misma impotencia que cuando el tribunal de Tucumán absolvió a todos los responsables de la desaparición de Marita Verón. Yo estaba en el juicio acompañando a Susana Trimarco, y en este caso sentí que se repetía todo lo que está mal en el poder judicial", sintetiza Pietragalla en diálogo con Página/12.

Cuenta lo que ocurre con el área de Asuntos Internacionales de su secretaría: "Desde que asumimos la encontramos congestionada de pedidos de solución amistosa. Cambiamos la lógica de negarlo todo sistemáticamente. Entendemos el rol del Estado y creemos que la única manera de crecer como sociedad es que el Estado pida perdón y repare lo que estuvo mal. Y en este caso, estuvo todo mal", observa. "Sigo pensando que ante lo que estas mujeres vivieron es un acto muy mínimo. Pero al mismo tiempo es un paso importante", concluye y vuelve a agradecer a Abril y a Ivana.

"Por todas las silenciadas"

A su turno, Gennari relató lo histórico del momento y contó que conoció este caso primero por el documental Ella se lo buscó. "Mi padre es el director ejecutivo de la película, cuando ingresé al Poder Judicial, jamás pensé que el primer caso de violencia de género que iba a tomar iba a ser el de Ivana y Abril", recordó. "Ivana me pidió que trabaje todos los días por todas las mujeres que no tienen voz, por las silenciadas y maltratadas y por todas las que quedan en el callejón de la impunidad", dijo. Y recordó que "el caso es un decálogo de desaciertos, vejaciones, maltratos, de uso de estereotipos sobre Ivana, que fue juzgada y prejuzgada tenazmente por quien debía defenderla, el fiscal Alfredo Velasco Copello"

"Cuando Ivana hizo la denuncia contra el Estado argentino, Abril tenía 7 años. Hoy, jueves 23 de septiembre, está cumpliendo 23 años. Toda la vida viendo luchar a su mamá. Este no es un acto burocrático, es un acto de reparación a ellas y a todas las víctimas", marcó Triflogli, tras leer palabras de su amiga Abril. "Lo que le pasó a Ivana no es algo extraordinario. Le pasó y le sigue pasando a miles de mujeres en este país. Lo que fue extraordinario fue Ivana". 

La periodista neuquina destacó la lucha de las organizaciones feministas y marcó un reclamo a las y los funcionarios presentes: "La última causa que pudo abrazar Ivana fue la declaración de la emergencia por los femicidios en la Argentina. Porque sabía que no es solo hacer cursos, tampoco es una cuestión cultural. Se trata de presupuestos, de inversión. Basta de discursos, basta de cuestiones en el aire. Están firmando un compromiso, háganlo valer".