Mauricio Macri volvió a estar en el centro de las acusaciones por el espionaje que se desplegó durante su gobierno después de que el viernes el juez Martín Bava lo citara a prestar declaración indagatoria por las tareas ilegales que desde la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) se llevaron adelante sobre familiares de los 44 tripulantes del ARA San Juan. El fallo descarta que los espías hayan sido “cuentapropistas”, como esgrimen desde el macrismo, en momentos en que la Cámara Federal de Comodoro Py se prepara para definir el futuro de otra investigación de espionaje clave, la que se inició en Lomas de Zamora, y cuando trascendió que los camaristas barajaban darle crédito a esa teoría que exculpa a los jerarcas de los servicios de inteligencia del macrismo.

Bava, que subroga en el juzgado de Dolores desde que Alejo Ramos Padilla se mudó a La Plata, está convencido de que los seguimientos a los familiares de los submarinistas estuvieron orientados a anticipar los movimientos que harían al entonces presidente. La desaparición del submarino era en 2018 el tema de mayor trascendencia política. “Por el contenido de los documentos de inteligencia hallados al respecto, se descarta cualquier argumento de ‘cuentapropismo’ y/o extralimitación de agentes de ‘bajo rango’ y pone en el centro de la escena a las más altas autoridades políticas de aquel entonces”, sostiene el juez subrogante de Dolores.

El mensaje de Bava replica más allá de la causa del ARA San Juan. “Lo más significativo de Bava, más allá del reconocimiento a los familiares, es que prueba de manera contundente que hubo un plan sistemático de espionaje que lo tenía a Macri como usuario de esa información y que pone en una posición muy frágil a los jueces de Comodoro Py que están por tratar de brindarle impunidad a Macri sosteniendo que hubo cuentapropismo”, evalúa el diputado del Frente de Todos Leopoldo Moreau, que preside la Comisión Bicameral de Fiscalización de Organismos y Actividades de Inteligencia.

Tanto para Moreau como para la interventora Cristina Caamaño, que lo denunció por el espionaje a los parientes de los tripulantes, Macri tiene una responsabilidad objetiva como cabeza del sistema de inteligencia. “No hay duda de que fue Macri quien encabezó esta estructura mafiosa”, insiste Moreau.

El sello

Ya son cuatro los jueces que investigaron distintos fragmentos del espionaje durante la era Cambiemos y dictaron procesamientos. Ramos Padilla se adentró en el mundo de Marcelo Sebastián D’Alessio, con sus terminales en la AFI, el Ministerio de Seguridad y la justicia federal y provincial y en lo que fue el “Proyecto AMBA”, el despliegue de distintas bases en provincia de Buenos Aires durante 2016 y 2017, que se levantaron después de que Cambiemos ganara las elecciones. Bava lo reemplazó en Dolores y continuó con el Proyecto AMBA, que tiene a 26 procesados, y ahora dictó nueve procesamientos por el espionaje a los familiares del ARA San Juan. En Lomas de Zamora, el juez Juan Pablo Augé junto con los fiscales Cecilia Incardona y Santiago Eyherabide investigaron la vigilancia ilegal a Cristina Fernández de Kirchner en el Instituto Patria y, por separado, las andanzas de los espías conocidos como Súper Mario Bros y el espionaje penitenciario. En Comodoro Py, el juez Luis Rodríguez procesó a la banda de D’Alessio por extorsión y el falso abogado recibió en agosto su primera condena.

“Todo el espionaje tenía el sello de Macri”, insiste el abogado Alejandro Rúa, que es querellante en varios expedientes que orbitan alrededor del expresidente. “Era una maquinaria puesta a disposición de la política y de los negocios”.

Algunos elementos que muestran que los espías actuaban guiados por los intereses del entonces mandatario son los siguientes:

  • Se espiaba a la familia: En Lomas quedó acreditado que espiaron a la hermana menor de Macri, Florencia, y a su pareja, Salvatore Pica. Los espías fueron a sacar fotos a su domicilio, incluso lo hicieron desde una casa lindera. A un agente le pidieron un informe sobre Pica.

La ficha que los espías hicieron de la pareja de Florencia Macri.


  • Se espiaba de acuerdo a la interna de Cambiemos: Los Súper Mario Bros estuvieron detrás del jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, una contrafigura de Macri al interior del PRO, y de su número dos, Diego Santilli. También siguieron a los diputados Nicolás Massot y Emilio Monzó. Los seguimientos sobre Monzó se detuvieron cuando volvió al círculo de confianza de Macri.


  • Se espiaba a opositores: El principal interés de la AFI estuvo centrado en CFK. La espiaban en el Instituto Patria, en su departamento de Juncal y Uruguay, e incluso los Súper Mario Bros tenían en su base de operaciones un gráfico con los domicilios y los teléfonos de la principal opositora a Macri. El otro capítulo del espionaje tuvo su epicentro en las cárceles, donde se verificó una coordinación entre la AFI y el Servicio Penitenciario Federal (SPF) para espiar a exfuncionarios y empresarios kirchneristas.

Los Súper Mario Bros afuera del departamento de CFK.


  • La mesa judicial estaba enfocada en aquellos a quienes Macri aborrecía: A las reuniones también acudía el director general de la AFI macrista, Gustavo Arribas. Los blancos de la mesa eran los jueces laborales, la procuradora Alejandra Gils Carbó y algunos jueces de Comodoro Py como la integrante de Casación Ana Figueroa o el camarista Eduardo Farah.

  • Los pedidos del “uno”: En la causa de Lomas, aparecieron mensajes que decían que el “uno” pedía que se investigue a quien había filmado a su amigo Fabián “Pepín” Rodríguez Simón y a una persona que después identificaron como Carlos Rosenkrantz. Los exagentes Emiliano Matta y Martín Terra declararon ante la justicia que el “uno” era Macri.

Divídanse que es pedido del 1, escribe Alan Ruiz a los Súper Mario Bros. La referencia es a Macri.


Hasta la cima

Hasta la convocatoria de Bava, ninguna causa había llegado hasta Macri. Lo más cercano fue Arribas, su amigo personal al que hizo volver de Brasil para hacerse cargo de la AFI, y a Silvia Majdalani, que ya acumulan cuatro procesamientos por el espionaje durante los años 2016-2019.

El mayor cimbronazo, sin embargo, para el expresidente fue la investigación sobre su secretario privado, Darío Nieto, y el secuestro de su celular, que funcionó como la “agenda” de Macri durante los años de su gobierno. De allí surgieron reuniones con jueces que llevaban causas claves. La hipótesis de la justicia de Lomas de Zamora era que Nieto recibía información de inteligencia a través de la funcionaria Susana Martinengo, que era amiga de los Súper Mario Bros.

Los fiscales no encontraron elementos para pedir el procesamiento de Nieto y el juez Augé dictó una falta de mérito que fue apelada. “Espero que la Cámara Federal haga una lectura integral sobre las arbitrariedades que se cometieron respecto a él y su familia”, dice el defensor de Nieto, Gervasio Caviglione Fraga. “El verdadero propósito de esta causa era llegar al presidente Macri”, agrega.

Los camaristas Eduardo Farah, Mariano Llorens y Pablo Bertuzzi tienen en sus manos el futuro de la investigación que se inició en Lomas de Zamora: deben definir si confirman los 38 procesamientos que dictó Augé y la desvinculación de Nieto. El pronóstico no es bueno, como sospecha Moreau. Ese fallo podría salir en los próximos días, estiman en los tribunales de Retiro.