El teatro es un arte del presente pero enfrentar a lxs espectadorxs con el drama más cercano es un ejercicio que genera resistencias. La experiencia social de la pandemia convirtió al teatro en una zona alterada por la obligación del distanciamiento. Al mismo tiempo el drama humano hace que la ficción se vuelva más deseable, que la presencia y convivencia de los cuerpos funcione como una respuesta política. Todavía nos preguntamos si el teatro puede mantenerse ajeno, en sus temáticas y procedimientos, a las nuevas condiciones de la peste. Algunas obras mostraron esa transformación en los cuerpos pero contar estos meses desde una forma mimética parece la tarea más riesgosa.

Luz testigo, un espectáculo compuesto por cinco piezas breves que dirige Javier Daulte, es inspirador y funciona como una alternativa radiante porque su preocupación no prioriza el testimonio sino que interroga la mecánica del hecho teatral desde su escritura a la puesta en acción. Los textos seleccionados a partir de un concurso organizado por el Espacio Callejón, logran una distancia y una capacidad vertiginosa de elaboración sobre un drama con el que todavía tendremos que convivir. Las obras narran escenas vinculadas a la peste pero jamás la nombran. El ejercicio es identificar cómo contar una época a partir de los efectos, los cambios de hábitos, las marcas que quedarán en las costumbres.

Una historia de amor entre dos adultos mayores que ocurre gracias a los mensajes que él le envía desde un programa de radio, hacen de "Nélida" de Marina Artigas, un relato de ese mundo que se dibuja a partir de un hombre que observa a una mujer pero no puede acercase a ella. Escuchar esa descripción que la embellece y enamora, esa voz que podría ser una piel nueva en el encierro de su casa, mientras realiza su trabajo de costura lleva a Nélida a desplegar el deseo y la fantasía como los únicas prácticas posibles del confinamiento.

"Mientras miro la heladera te extraño" es un monólogo deslumbrante de Julián Marcove donde Agustín Meneses suelta todo el vértigo de la actuación en un instante semejante al psicodrama. Hablar de su ex se convierte en un fluir de la conciencia que refleja la obsesión de esos días de encierro que llevaban al recuerdo delirante. La aparición de la joven aludida en escena, a cargo de Luciana Grasso, obliga a señalar la representación. El texto integra dos conflictos. La inquietud de nuestro estado emocional al no tener ese espacio social que podía curarnos o distraernos de los desengaños amorosos y las obstrucciones que el hacer teatral presentaba en los primeros meses de la pandemia.

La puesta en escena que realiza Daulte es dinámica y virtuosa. Atrae en la inteligencia con la que maneja el espacio. El cambio de escenografía es también un momento narrativo y la convivencia de lxs otrxs intérpretes hace de la dimensión espectacular un procedimiento para señalar, en el vínculo entre cada pieza, otra dimensión del conflicto.

En la terraza de un edificio dos vecinxs hacen de la tarea de colgar y descolgar la ropa un largo tiempo donde consiguen enamorarse. La pandemia se cuenta en "Cambios" de Rubén de la Torre desde el modo lento de vivir una actividad que en otro contexto hubiera durado un instante.

La dificultad de llevar la instancia pandémica a un terreno alejado del realismo se resuelve en "Cuento" de Tomás Afán Muñoz de una manera perfecta al reversionar el relato de Hansel y Gretel y permitir que asome lo siniestro del imaginario infantil.

Lxs dramaturgxs se enfocan en los cambios de percepción, en el tránsito anómalo por las situaciones cotidianas, como también ocurre en "Delta" de Agustín Meneses.

La ficción se convierte en un registro de seres que devienen levemente extraños. La disposición de las luces en escena, el modo en que ese entramado lumínico se hace visible y enfoca a los personajes, da cuenta de un laboratorio humano, del teatro como una estructura que inspecciona las mutaciones sociales desde una emocionalidad compartida.

Luz testigo se presenta los miércoles a las 20:30 en Espacio Callejón.