El ecosistema audiovisual latinoamericano acaba de sumar una nueva plataforma de streaming. Se trata de Solax, que ofrece desde la semana pasada un catálogo de más de 200 títulos de amplio recorrido por los principales festivales del mundo y realizados por directoras y directores de 40 países. Con una curaduría caracterizada por la perspectiva de género y la diversidad, la plataforma, creada en la Argentina, nació con el objetivo de “descubrir nuevas obras audiovisuales que estén fuera del circuito mainstream y ponerlas a disposición del público de la región”, según la información oficial. Las suscripciones desde la Argentina tienen un costo fijo mensual de 200 pesos durante los primeros tres meses, y de 400 de allí en adelante. Quienes se suscriban desde Chile, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela deberán abonar el equivalente a 5,5 dólares.

Mucho más cerca del refinamiento de Mubi (habrá un foco de Ruth Beckerman en octubre) que de la bolsa sin fondo de series y películas de Netflix, Solax.tv tiene en su oferta inicial un abanico de propuestas que abarca documentales, ficciones y registros experimentales, cortos, largos y mediometrajes. Una de las más atractivas es la multipremiada –y muy viajada: registra la friolera de ochenta festivales en su pasaporte, con premios en Locarno y Valdivia, entre otros– ¿Y ahora? Recuérdame, en la que el director Joaquim Pinto narra su lucha contra el virus del SIDA y la hepatitis C, enfermedades que el portugués combate hace 20 años. Catalogada por Diego Brodersen, al momento de su estreno comercial en Buenos Aires, como “una película sorprendente, apasionante y enriquecedora, la creación de un artista de enorme lucidez y generosidad”, se estructura como la crónica de un año de estudios clínicos con drogas y toxinas aún no aprobadas, aunque en su núcleo interno anida una reflexión abierta y ecléctica sobre el tiempo y la memoria, sobre las enfermedades y la globalización, y sobre cómo sobrevivir a las expectativas.
Otra vieja conocida del sector más radical de la cinefilia local, en este caso por su paso por la competencia Estados Alterados del Festival de Mar del Plata, es Siete años en mayo. El mediometraje del brasileño Affonso Uchoa describe en primera persona lo ocurrido siete años atrás con Rafael, un joven de Mina Gerais que fue víctima de la violencia policial en un operativo, para luego desplegar nuevas capas de sentido que trascienden lo meramente descriptivo. “Creo que la película, más allá de su tema, es un ensayo sobre el lenguaje, sobre cómo poner en imágenes un acontecimiento de esas características tan violentas”, dijo el director el año pasado ante Página/12. Otra con visita al festival costero es el documental Como el cielo después de llover, en el que la directora Mercedes Gaviria regresa a su ciudad natal para acompañar el rodaje de una película de su padre, el también cineasta Víctor Gaviria, que en sus tiempos libres supo filmar durante años a su familia, un material de archivo que le permite a la realizadora indagar en las contradicciones de su círculo íntimo.

Siete años en mayo


Visions du Réel es uno de los festivales especializados en documentales más importantes en Europa. De allí se fue con una Mención Especial en la Competencia de Cortos el sirio Ali Alibrahim gracias a One Day in Aleppo, sobre un grupo de chicos que, después de cinco meses de incesantes bombardeos, empiezan a pintar las paredes de la ciudad para intentar devolverle algo de vida a las ruinas. Por ese evento pasó también el corto Profecía, de la argentina radicada en España Julieta Juncadella, protagonizado por tres amigos marroquíes que viajan a una isla y se refugian en un viejo faro casi deshabitado. Y la monumental In Praise Of Nothing, de “apenas” 801 minutos. Sí, más de 13 horas dura esta película filmada durante ocho años por 62 directores de fotografía en 70 países y a la que su sinopsis define como una “parábola documental satírica sobre la Nada, en la que la Nada, cansada de ser incomprendida, se escapa de casa y nos habla por primera y última vez”.

One day in Aleppo


Hay también cine latinoamericano. Ganadora del premio a Mejor Película de la Competencia peruana del Festival Transcinema, Imapaqmi peliculata ruwasunman, de Tomás Saralegui y Luz de la Fuente, arranca con una cámara de video registrando los primeros años de vida del integrante más pequeño de una familia quechua andina, pero también la transformación de su comunidad. Mientras ese chico aprende a dar sus primeros pasos, la construcción de un aeropuerto internacional en el Valle Sagrado de los Incas amenaza con urbanizar la zona. Sobre amenazas, entre otras cosas, versa Algo quema, en la que el director boliviano Mauricio Ovando hurga en la historia de su abuelo, el general Alfredo Ovando Candia, tres veces presidente de facto en Bolivia y una figura ambigua, que persiguió a dirigentes comunistas, pero también nacionalizó el petróleo. Un registro que aborda tanto al personaje público como al privado. “Siempre lo pensé desde el lado familiar, pero me di cuenta de que no podía hacerlo sin abordar la cuestión pública. No busqué un equilibrio, sí que las dos facetas dialogaran”, contó el realizador durante su visita al Bafici, de donde se llevó el premio a Mejor Director de la Competencia Latinoamericana.
Y hay, desde ya, cine argentino. Entre los largos se destacan Juntas, el documental de Martínez Duque y Marquisio sobre el primer matrimonio lésbico de América latina. En ese momento Norma Castillo y Ramona Arévalo tenían 67 años y habían pasado tres décadas desde que descubrieron un deseo que jamás habían sospechado, como describió Horacio Bernades en su crítica. Y Mochila de plomo, con dirección del cordobés Darío Mascambroni, quien inscribe en la tradición del realismo esta historia que aborda una problemática social, pero sin ponerla por delante de lo íntimo. Es, como se dijo en su momento “un relato infantil, al borde de cierta picaresca despreocupada, con los adultos casi por completo fuera de campo, que termina virando hacia una zona más dramática”. Entre los cortos, Trap, estrenado en la Competencia de cortometrajes de la Berlinale, y Querido Renzo, visto por primera vez en la Viennale. Cosas para ver, queda claro, hay de sobra.