“Cuando una disciplina experimenta un aumento tan grosero del conocimiento, una de sus propiedades emergentes es que aparece mucha divulgación: ahí tenés una panoplia que va desde la neurochantada hasta cosas más serias o puramente técnicas”, señala Diego Golombek. Nora Bär, en tanto, destaca que “en Argentina hay una masa crítica de científicos de primerísimo nivel” y celebra haber podido reunir a muchos de ellos en una suerte de “equipo de las estrellas” para el libro que la dupla acaba de compilar: Neurociencias para presidentes, publicado por Siglo XXI Editores. Las neurociencias, aceptan el investigador y la divulgadora, atraviesan un boom. Por un lado porque la(s) misma(s) disciplina(s) en cuestión disfrutan de un crecimiento notable. Por otro, porque evidentemente muchos lectores quieren encontrar la respuesta a esa vieja pregunta que formula un reclamo: ¿vos, qué tenés en la cabeza? O qué tienen los dirigentes de lo que sea en la cabeza. Quizás por eso en la presentación del libro –hoy a las 18 en la sala Lugones de la Feria del Libro– participarán Juan Manuel Abal Medina y Federico Pinedo, como presidente de la Comisión Unicameral de Presupuesto y Hacienda del Congreso Nacional y ex presidente, respectivamente. Además, claro, de compiladores y articulistas del libro.

Neurociencias para presidentes explora el funcionamiento del cerebro desde los intereses de alguien que debe tomar decisiones. No necesariamente tiene que ser el presidente de un país, aclaran sus compiladores. El de un club, una sociedad de fomento, una empresa o cualquier otra institución, lo encontrará útil. Incluso alguien que coquetee con la idea de tomar el control de sus propios pensamientos.

“El libro es muy variado tanto en los temas como en los autores, que vienen de distintas disciplinas y diferentes experiencias a nivel divulgativo”, considera Golombek. “En general tomaron muy bien el desafío de pensar qué le contaban al público general con la excusa de contárselo a un presidente y el resultado es súper homogéneo, está bien contado”, celebra con orgullo de editor. Al cabo, Golombek es también el responsable de la colección Ciencia que Ladra, que alberga al libro.

Bär, reconocida periodista del campo, asegura que le resulta “fascinante” haber conseguido un libro “entendible y que apunta a cosas muy concretas”. Además, señala que “no es sólo sobre neurociencias, sino sobre ciencia a secas”. Es que en el libro aparece recurrentemente la existencia del error. Por qué nos equivocamos, aún con todos los datos relevantes en mente, es uno de los muchos temas que estudian las neurociencias. Y claro, uno que tiene profundas implicancias a nivel filosófico. “La ciencia no es sólo un resultado, sino un modo de pensar, de analizar el mundo”, considera Bär. “Nos muestra una manera de interpretar y estar atento al error, nuestro y de quienes hacen experimentos y nos cuentan resultados”, evalúa.

“Uno puede tomarse esto en sentido muy trágico –interviene Golombek–, porque si te demuestran que sos inevitablemente irracional, que por más que creas elegir el mejor valor el cerebro se va para otro lado, ¿para qué saberlo? ¿Para qué saber que uno es un nabo? Pero la fuerza radica en saber que uno es un nabo, ser consciente de eso y de que la vas a pifiar en una decisión y poder revisarla o buscar más evidencia para tomarla”. Para el caso de un líder, agrega, es doblemente importante. “Que sepa rodearse, buscar evidencias, mitigar el contexto emocional, los prejuicios –enumera–; los líderes tienen que tomar una decisión por el bien común, sea el de las inferiores de Racing o de un país, y hay muchas cuestiones estadísticas en eso, además de que el bien común nunca es el bien completo, nunca una decisión afecta para bien a todo el mundo y ahí aparece la racionalidad, la lógica, con un poquito de neurociencias”.

El libro guarda una particularidad. Cada capítulo está estructurado como una carta a un “señor presidente” o una “señora presidenta”. Lo que se propusieron como editores, explican, fue “evitar que fuera leído en sentido coyuntural”. Ni los dirigidos a un hombre son para Mauricio Macri, ni los dirigidos a una mujer son para Cristina Fernández. “Además nos sonaba raro que todos estuvieran dirigidos a ‘señor presidente’, por más que nosotros dijéramos ‘es para líderes en general’, porque inevitablemente lo leés en sentido coyuntural”, explican. Así, cuando los articulistas sabían a quién lo dirigían –como Andrea Goldin–, respetaron el deseo de su autor. Los otros fueron alternándose para lograr equidad de género. Entienden, de cualquier modo, que la decisión llame la atención, en particular en el contexto de conflictividad que el gobierno nacional mantiene con los investigadores científicos y el área de la educación, la cultura y el conocimiento en general, sin contar la preeminencia masculina en los gabinetes ministeriales.

–Desde lo epistemológico, ¿dónde se paran las neurociencias? Estudian el comportamiento o cómo funciona el cerebro, ¿en parte no lo hace la psicología?

D.G.: – Está metiéndose en un terreno polémico, donde justamente la definición moderna entre piscología y neurociencias es mucho más difusa. Se supone que la psicología estudia el comportamiento y la neurociencia el cerebro. Pero el cerebro tiene expresiones comportamentales. ¿Entonces quién estudia eso? Hace poco hubo un congreso acá y hubo una mesa sobre eso, muy interesante, nos peleamos bastante.

N. B.: – En la Feria del Libro Agustín Ibañez está organizando también una mesa sobre psicoanálisis y neurociencias, que también es otro terreno en disputa, que pareciera totalmente enfrentado. Incluso cuando el psicoanálisis está denostado por algunos psicólogos y neurocientistas, hay vasos comunicantes entre ambas disciplinas, son distintas ópticas sobre el mismo fenómeno. Eso también aparece en el libro en la parte de conciencia, que es un término que engloba también la moral y la ética, se hace alusión a cómo una cosa es la acepción neurocientífica de la conciencia, que se estudia muy rigurosamente, pero de alguna manera invade terrenos que analizan la psicología y el psicoanálisis.

–Cuál es la explicación que se le puede dar a alguien sobre qué es la neurociencia? 

D. G.: –Es la explicación científica del sistema nervioso. Pero esa definición es un paraguas porque ahí entra lo molecular, las neuronas, y las funciones superiores del sistema nervioso, que es lo más interesante, lo que se llama neurociencia cognitiva que comprende la memoria, la atención, el pensamiento, las emociones. Todas áreas fronteras con otras disciplinas. Por eso la “s”, que no sea “neurociencia” sino “neurociencias”. Hay tantas fronteras con filosofía, con psicología, con biología, con computación...

–¿Computación?

D. G.: –Por supuesto, la inteligencia artificial remeda la natural y el ida y vuelta entre los dos campos en este momento es maravilloso. 

N.B.: –Además inmediatamente te lleva a cuestiones filosóficas, ¿no? Cuando uno trata de replicar el aparato que es el cerebro humano, con sus circuitos y comportamientos emergentes en una máquina, surgen inmediatamente preguntas filosóficas que se vienen pensando hace más de dos mil años.