Caras satisfechas por todos lados, el tapete de los eventos importantes en hall de entrada, el meneo tenso de las grandes producciones entre bambalinas y una orquesta integrada por músicos de gran parte de los organismos sinfónicos del país sobre el escenario. Sin discursos y con mucha música, la Televisión Pública celebró sus primeros setenta años. Renacer Sinfónico se llamó el concierto con el que el viernes, en el Teatro Coliseo, Radio Nacional rindió homenaje a su hermana más joven. Producido por Andrea Merenzon –directora de Radio Nacional Clásica–, con la conducción de Martín Wullich, el programa conjugó distintas épocas y talantes diversos, con obras que espaciaron entre el romanticismo tardío de Gustav Mahler y el romanticismo criollo de Ariel Ramírez, en un amplio arco de humores y estilos que incluyó además páginas de Astor Piazzolla, Pietro Mascagni, Georges Bizet, Guillo Espel, Gabriel Senanes y Gustavo Santaolalla, entre otros.

Merenzon, junto a Carlos Vieu, Gerardo Gardelín y el jujeño Sergio Jurado, se alternaron en la dirección de la orquesta. El evento, que contó con la colaboración del Ministerio de Cultura y el apoyo de la RAI (Radio y Televisión Italiana) y de la Embajada de Italia en Argentina, fue transmitido por la Televisión pública y Radio Nacional.

“Libertango”, de Astor Piazzolla, fue la pieza que dio inicio a la música, en una noche que ya había comenzado en el foyer del teatro, con el ritual social del encuentro, protocolo sanitario mediante. Por ahí pasaron el Ministro de Cultura Tristán Bauer; autoridades de la Radio y Televisión Argentina (RTA), con su presidenta Rosario Lufrano; de la Televisión Pública, con Claudio Martínez, su Director Ejecutivo; estuvieron además Alejandro Pont Lezica y Gustavo Campana, director y sub director de Radio Nacional; Mavi Díaz y Mikki Lusardi, directoras de Nacional Folklórica y Nacional Rock, y Adrián Korol, director de Radio Difusión Argentina, junto a otros funcionarios, conductores, periodistas y figuras de la radio y de la televisión. La idea de “renacer” que se cifraba en el nombre del espectáculo se extendía también a los reencuentros y la promesa de recuperación.

Poco después, en la sala en penumbra y silenciosa, Merenzon sostenía el pulso tenso de la música de Piazzolla, al frente de la orquesta numerosa, con la participación de Eleonora Ferreyra en bandoneón. Mientras, en la pantalla aparecían instrumentistas de otras orquestas, en otros lugares, a través de videos sincronizados. Un recurso de multiplicación que pone la imagen en primer plano y que se repetirá en otros momentos de la noche. Si bien desde lo simbólico adquiere significancias profundas, en lo musical no sumó demasiado. Enseguida, con el tono agradable que mantuvo hasta el final, Wullich presentó lo que sería el primer gran momento del programa: la versión de “Oblivion” de Piazzolla, con Franco Luciani como solista.

Como suele suceder en las galas, también Renacer Sinfónico mostró en su amplia variedad cosas más logradas que otras. Vivaldi en las manos de les violinistes Rafael Gintoli y Pilar Policano; un pasaje de la zarzuela La tabernera del puerto en la voz del tenor Darío Volonté; Karina Olmedo y Nahuel Prozzi bailando “Zamba de usted”, de Ariel Ramírez y Félix Luna; Gustavo Santaolalla tocando el ronroco junto a la orquesta dirigida por el jujeño Sergio Jurado; el barítono Víctor Torres interpretando una canción de López Buchardo con al pianista Antonio Formaro; Carlos Vieu sacando de la orquesta un enérgico “Malambo” de Alberto Ginastera. Estas podrían ser algunas de las postales que dejó una noche que terminó con Gerardo Gardelín sobre el podio, dirigiendo el “Pericón”, danza nacional según la ley 26.297 de 2007. Pero antes de la ley llegó la justicia, que sumó a la variedad páginas clásicas de Luis Alberto Spinetta y Charly García con una versión orquestal de “Muchacha ojos de papel” y “Rasguña las piedras”, del mismo Gardelín, en la voz de Manuel Wirtz junto a la platea contenta.

Así, Radio Nacional celebró a la TV Pública en su 70º aniversario. Aquello que había comenzado el 17 de octubre de 1951 con el discurso de Evita convaleciente a sus “queridos descamisados”, en un Día de la Lealtad ante la plaza llena de pueblo, celebró sus setenta años en un teatro, con una orquesta federal y barbijo obligatorio. Entre estas dos puntas del tiempo y sus circunstancias, pasa buena parte de la identidad argentina, los reflejos tornadizos de su historia. La magia de la televisión o la elocuencia de la imagen. La televisión estatal, lo que hoy se pueden resumir en una galería de rostros con sus personajes, que desde la política, el deporte, el entretenimiento, el espectáculo y la cultura entraron a los hogares para tejer alianzas, organizar ilusiones, despertar conciencias, agitar memoria, construir ciudadanía.